Por mucho que lo hayamos intentado, algún que otro exceso hemos cometido en estas fiestas. Si a muchas fiestas seguidas y mucha cantidad de comida, le sumamos la inactividad y la falta de ejercicio, es un conjunto ideal para los empachos, gastritis, aumento de peso, subidas de potasio y fósforo etc.
Como termino medio se ganan unos dos kilos estos días. Eso es lo que he ganado yo, y eso que no me he pasado demasiado.
Parte de ese volumen extra se debe a la hinchazón y a la retención de líquidos por el exceso de alcohol, comidas muy saladas y cantidades excesivas. Estos cambios bruscos de alimentación no favorecen a nadie, y mucho menos a personas con una enfermedad crónica.
Muchas veces no somos conscientes de lo que se puede llegar a consumir en estos días de fiestas. Hay familias que en la cena de Nochebuena o de Fin de Año llegan a consumir las mismas calorías que entre 3 y 5 días. La consecuencia de estos abusos son que después de las fiestas las urgencias se colapsan con empachos, gastroenteritis, crisis de hipertensión, diabetes, cólicos biliares etc..
Una vez pasadas todas las fiestas, modera tu alimentación durante unos días, no sólo por temor a la báscula, sino también para depurar y limpiar tu organismo.
Hay que evitar los azúcares de absorción rápida que tan abundantes han sido en esta Navidad y tratar de llevar una dieta equilibrada, aunque una alimentación sana es conveniente durante todo el año. Huye del sedentarismo y procura caminar un rato cada día si no sueles hacer ejercicio. Camina relajadamente, eso sí, sin detenerte durante unos 20 o 30 minutos.
Otro buen consejo es procurar no saltarte ninguna comida por perder peso, puesto que a la siguiente tendrás mucha más hambre y lo compensarás comiendo más. Procura hacer comidas ligeras durante unos días para ayudar a tu cuerpo a depurarse y bebe mucha agua e infusiones (a excepción de los que no pueden ingerir líquidos).
La piel también suele sufrir los inevitables excesos cometidos en las fiestas de Navidad, pues pierde su brillo, su luminosidad y en general el rostro presenta un aspecto cansado. Para volver a recobrar su aspecto anterior, la piel necesita también eliminar toxinas y regenerarse. Por supuesto que volviendo a nuestra anterior alimentación se recuperará, pero si la ayudamos con una buena hidratación a fondo, tanto interior como exterior, sin olvidarnos de limpiarla a diario mañana y noche, recuperará todo su esplendor.
Y, todavía se puede mejorar, si podemos acudir a un centro estético donde nos realizarán un tratamiento especial según nuestro tipo de piel.
Ana Hidalgo