Ryan Murphy está dando mucho que hablar estos días -o sea, como siempre-. Hollywood, su nueva serie para Netflix que ya reseñamos en el blog, está suscitando reacciones de todos los gustos y colores, pero quizá una de las quejas más interesantes sea la de quienes le atacan por haber dado papeles solo a gente guapa. No deja de ser una ironía, parecen argumentar, que en una serie que concede oportunidades a quienes históricamente no las han tenido, haya todavía un último techo de cristal... porque no pasa nada si eres negro, homosexual o mujer; pero créeme que, si eres feo, tus sueños no se harán realidad.
En el Hollywood utópico de Ryan Murphy caben todos los géneros, edades, colores y orientaciones sexuales siempre y cuando seas jodidamente guapo.— Javier P. Martín (@javierpmar2) May 5, 2020
No obstante, si vamos a criticar esto realmente, no sería justo arremeter solo contra Murphy. Si partimos de la hipótesis de que la infrarrepresentación de feos es un hecho, un problema, entonces la gran mayoría de series padecen ese problema. Todas las Riverdale, Élite o The Vampire Diaries tienen un elenco protagonista a rebosar de sonrisas perfectas y cuerpos musculados. Incluso Never Have I Ever, otro estreno reciente de Netflix que habla desde la diversidad racial y sexual (y que, por cierto, es una cucada de serie), también tiene una protagonista mona y delgada, y un interés amoroso mazadísimo a quien en cierto punto, incluso, admira su propia psicóloga adulta.
Pero ¿qué es ser "feo"?
Se podría argumentar que la belleza es subjetiva. Yo mismo he defendido mil y una veces lo atractivo que es Pedro Pascal, a quien tantísima gente osa calificar de "feo". ¿Quiénes tienen razón? ¿Nosotros, el reducido pero selecto club de fans de Pedro Pascal, o los demás, que no saben nada? No hay respuesta fácil ni correcta, porque cada uno tiene su punto de vista y todos son válidos. Sin embargo, más allá de todas esas subjetividades, lo que es indudable es que sí hay una "belleza normativa" instaurada en el pensamiento colectivo, y cuyos parámetros varían según la época histórica, el lugar y la sociedad. Ser feo vendría a ser, grosso modo, lo que se sale de esos cánones.
La publicidad, el cine y, por supuesto, las series, idealizan ciertos tipos de personas a quienes todos queremos (o nos hacen creer que queremos) imitar. Crean modelos a seguir para nosotros. Si somos hombres, la presión por ser masculinos y fuertes es constante. Si sois mujeres, la presión es incluso mayor, pues se exalta el culto a la feminidad, la delgadez, la juventud, el maquillaje, un culo prieto, nada de celulitis, buenos pechos, las piernas depiladas... y todo esto genera, a la larga, desórdenes alimenticios y un aluvión de problemas de autoestima por parte de quienes no encajan en ese ideal de belleza, que son la mayoría. Porque es un ideal, es muchos sentidos, inalcanzable, casi abstracto.
Ayer Pedro J. García escribía un hilo en su cuenta de Twitter que me hizo reflexionar mucho. La famosa foto que muestra el cambio físico de Adele, tan comentada ayer, motivó que él hablase de gordofobia; algo por lo que muchos le consideraron "hipócrita". Él, que comparte fotos de tíos "buenos", "delgados" y "guapos" ¿cómo osa hablar de gordofobia, si da visibilidad casi exclusivamente a cuerpos normativos? ¿No es él también parte del problema?
A raíz del tweet de Adele me han reprochado hablar de gordofobia cuando yo publico muchos cuerpos normativos, y he estado reflexionando. Tienen toda la razón y yo mismo me he reconocido parte del problema muchas veces, pero creo que se me achaca mucha responsabilidad. Me explico.— Pedro J. García (@fuertecito) May 6, 2020
Dejando aparte lo obvio -que él es un chico estupendo que puede hablar y compartir fotos de quienes le dé la gana, faltaría más-, me quedo con una observación por parte de Pedro bastante perspicaz: si él comparte fotos de ese tipo de actores, de los Chris Hemsworths, es también porque a nosotros nos encantan. Las fotos de los tíos mazados, altos, blancos, con su buena barba y ojos azules son las que reciben más "me gusta". ¿No somos, entonces, todos parte del problema? ¿Las series nos dan lo que nosotros les pedimos? ¿Cómo se atreve nadie a criticar nada a Murphy o a este chico tan majo?
También podríamos preguntarnos si fue antes el huevo o la gallina. Si las series nos dan lo que pedimos, o si las series han decidido unilateralmente que esto es lo que queremos, y nos hacen creer que efectivamente es lo que queremos, cuando no es así. Cristina Garde (@BabyCatFace_) me hizo pensar también en las personas con discapacidad, que están mínimamente representadas en roles protagonistas. Ellas, que se salen por completo de la normatividad, podrían incluirse también en ese cajón desastre que son los "feos". Y es que lo "feo", sin duda, no vende. Pero ¿no somos nosotros quienes compramos? ¿No deberíamos redefinir los términos y las reglas del juego?
Nuestra salud mental ya está bastante deteriorada. Y creo que hay una crítica pertinente que hacer, desde luego, pero no a personas concretas, sino al propio sistema. Debemos señalar a la industria de Hollywood, a nuestro modo de hacer cine y series, a esa manera en que imponen lo que es "bello" y lo que no, lo que vende y lo que no. Hasta que eso no cambie, los demás nos seguiremos sintiendo feos siempre.
Isidro López (@Drolope)