Una investigación desarrollada por expertos de la Universidad de California (Estados Unidos), concluye que los genes de la madre pueden influir en la flora intestinal del bebé. Al parecer, los investigadores han descubierto un gen que no está activo en todas las madres lactantes y que es responsable de producir un tipo de azúcar en la leche materna que influye en el desarrollo de las comunidades bacterianas presentes en el sistema digestivo de los bebés.
Este tipo de azúcares no son digeridos por los bebés, sino que nutren a determinadas bacterias de la flora intestinal que terminan colonizando los intestinos poco después del nacimiento. El gen no funcional de denomina FUT2 (fucosiltransferasa 2) y es responsable de alterar la composición de los azúcares presentes en la leche materna y modificar el modo en el que la comunidad bacteriana se desarrolla en los intestinos de los bebes.
Los resultados de esta investigación pueden tener aplicaciones médicas y especialmente en la protección de los bebés prematuros ante una serie de enfermedades intestinales, especialmente contra la enterocolitis necrotizante, la segunda enfermedad más habitual y causante de la muerte de los bebés prematuros. Hay que tener claro que la leche materna producida por madres que no tienen una copia activa del gen no es menos saludable o nutritiva, pero los expertos concretan que con este tipo de leche con los azúcares destinados a nutrir a la comunidad bacteriana se incrementa el número de bacterias deseables en aquellos bebés más susceptibles de sufrir diversas enfermedades intestinales, como son por ejemplo los bebés prematuros.
Por un lado se ha puesto de manifiesto la relación entre el genotipo de la madre y cómo influye en la producción de un tipo de leche que tiene como finalidad establecer colonias bacterianas beneficiosas en los bebés. Lo que no se explica en la investigación es por qué unas madres tienen este gen que producen este tipo de azúcares y otras no. Los expertos consideran que la relación entre la genética humana, la leche materna y las variedades de bacterias Bifidobacterium, parece haberse desarrollado como resultado de la evolución de los mamíferos.
El desarrollo de un tipo de microbiota intestinal tiene un efecto permanente en la salud de los bebés, por lo que una intervención temprana que facilite establecer estas comunidades bacterianas, no sólo reduce la incidencia de las enfermedades intestinales gracias al desarrollo del inmaduro sistema inmunitario de los pequeños, también ofrecerá efectos positivos que perdurarán de por vida.
En la investigación se ha constatado que las madres que no producen el tipo de azúcares indicado, provoca el retraso del establecimiento de una microbiota con bifidobacterias. Para llegar a esta conclusión los expertos trabajaron con un grupo de 44 madres y sus bebés, se analizó la leche y muestras fecales de los bebés para conocer la microbiota y el tipo de azúcares presentes en las heces en cuatro momentos diferentes del desarrollo. Se determinó que doce de las madres no producían el tipo de azúcares, el resto contaban con la presencia del gen FUT2.
Los bebés alimentados por madres con el tipo de gen tenían unos altos niveles de bifidobacterias, un 60% más que los bebés de las madres que no producían el tipo de azúcares descrito en el día 6 de lactancia tras el parto. En el día 120 de lactancia materna también se constató un crecimiento mayor de esta comunidad bacteriana, un 80% frente al 50% de los niños alimentados sin la presencia de los azúcares. Parece ser que dependiendo de donde se habite en el mundo, los patrones de colonización bacteriana en los intestinos de los bebés varía, los expertos explican que los tipos y niveles de bacterias en niños de países en vías de desarrollo es diferente a la de los países desarrollados, esto podría sugerir que la alimentación de la madre tiene algo que ver.
La investigación es interesante, ya que puede dar respuesta y comprensión al mecanismo que hay detrás de la producción del tipo de azúcares que favorecen el desarrollo de las comunidades bacterianas beneficiosas para los bebés. Se podría compensar el desarrollo de la microbiota en aquellos bebés más vulnerables mejorando su sistema inmunológico y evitando las enfermedades que les afectan. Lo que está claro es que los resultados dan pie a investigaciones más exhaustivas que permitirán desarrollar tratamientos específicos para los bebés prematuros.
Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la Universidad de Davis de California.
Foto | Malmesjo
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Los genes de la madre pueden influir en la flora intestinal del bebé