Revista Salud y Bienestar
Se llama CRTC3 y aunque tiene nombre de clave secreta es uno de los genes que influyen en la epidemia de obesidad y diabetes del mundo moderno. Es también uno de los vestigios que arrastra nuestro genoma desde la Edad de Piedra, cuando el cuerpo humano se acostumbró a vivir entre periodos de hambruna y abundancia de alimentos. Los mismos genes que ayudaron a los «cazadores-recolectores» a sobrevivir a periodos de escasez son los que hoy llevan al humano moderno a acumular grasa, en previsión de épocas de vacas flacas.
La idea de que los mamíferos arrastran a estos «genes ahorradores» fue propuesta en los años sesenta pero es ahora, en la época del genoma, cuando la teoría toma cuerpo. El investigador Marc Montminy, de la Fundación Clayton, muestra en la revista Nature cómo este gen (CRTC3) reduce el gasto energético y lo que es más importante, la capacidad de quemar la grasa acumulada. Lo que era una ventaja para nuestros antepasados, la posibilidad de sobrevivir largos periodos de tiempo sin comida, se convierte en una pesadilla para las personas que hoy tienen activos esos genes ahorradores.
El equipo de Montminy desarrolló ratones modificados genéticamente para no tener el gen. A estos y a otros ratones normales les alimentaron con diferentes tipos de dieta. Cuando tomaban moderadas cantidades de grasa todos los ratones tenían el mismo aspecto, pero cuando comenzaron a suministrarles mayores cantidades solo engordaron los ratones convencionales. Los que tenían el gen ahorrador silenciado mantuvieron el tipo, pese a comer sin parar. Pero lo que más sorprendió a los investigadores es que además de estar protegidos frente a la obesidad tenían más cantidad de células adiposas marrones, la llamada grasa «buena».
-Controlar la grasa «buena»
Como en el colesterol, no toda las células adiposas son malas. La grasa blanca es la que consigue que nuestra cintura no sea precisamente de avispa. La marrón no se acumula ni en las nalgas, ni en el abdomen. Al revés se convierte en el mejor aliado de una buena figura porque ayuda a quemar la grasa que se acumula para mantener la temperatura corporal. «CRTC3 podría tener la clave de la obesidad. Si somos capaces de controlar el número de células marrones, podríamos potencialmente tener el control de la obesidad».
Conocer genes como éste ayudarán en los próximos años a desarrollar test para conocer nuestro riesgo así como a contar con nuevos medicamentos para luchar contra el sobrepeso y la diabetes.
**Publicado en "ABC"
La idea de que los mamíferos arrastran a estos «genes ahorradores» fue propuesta en los años sesenta pero es ahora, en la época del genoma, cuando la teoría toma cuerpo. El investigador Marc Montminy, de la Fundación Clayton, muestra en la revista Nature cómo este gen (CRTC3) reduce el gasto energético y lo que es más importante, la capacidad de quemar la grasa acumulada. Lo que era una ventaja para nuestros antepasados, la posibilidad de sobrevivir largos periodos de tiempo sin comida, se convierte en una pesadilla para las personas que hoy tienen activos esos genes ahorradores.
El equipo de Montminy desarrolló ratones modificados genéticamente para no tener el gen. A estos y a otros ratones normales les alimentaron con diferentes tipos de dieta. Cuando tomaban moderadas cantidades de grasa todos los ratones tenían el mismo aspecto, pero cuando comenzaron a suministrarles mayores cantidades solo engordaron los ratones convencionales. Los que tenían el gen ahorrador silenciado mantuvieron el tipo, pese a comer sin parar. Pero lo que más sorprendió a los investigadores es que además de estar protegidos frente a la obesidad tenían más cantidad de células adiposas marrones, la llamada grasa «buena».
-Controlar la grasa «buena»
Como en el colesterol, no toda las células adiposas son malas. La grasa blanca es la que consigue que nuestra cintura no sea precisamente de avispa. La marrón no se acumula ni en las nalgas, ni en el abdomen. Al revés se convierte en el mejor aliado de una buena figura porque ayuda a quemar la grasa que se acumula para mantener la temperatura corporal. «CRTC3 podría tener la clave de la obesidad. Si somos capaces de controlar el número de células marrones, podríamos potencialmente tener el control de la obesidad».
Conocer genes como éste ayudarán en los próximos años a desarrollar test para conocer nuestro riesgo así como a contar con nuevos medicamentos para luchar contra el sobrepeso y la diabetes.
**Publicado en "ABC"
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