Revista Belleza

Los girasoles

Por Itwoman

Estaba terminando un artículo sobre la alegría de vivir, cuando he leído en Twitter, que es mi fuente de información habitual, que unos o unas imbéciles han arrojado sopa de tomate (por lo menos no ha sido gazpacho) sobre “Los girasoles” de van Gogh en la National Gallery de Londres.

Mi alegría de vivir se ha ido a hacer puñetas. Estoy de mal humor. 

Los girasoles de Van Gogh son, para mí, la definición de alegría: de vivir, de morir o de lo que sea. Vale. Nadie muere de alegría. Pero ya que hay que morir qué menos que morir contento. ¡Buah! estoy tan molesta con el tema que se me va la olla. 

Siempre que voy a Londres, de higos a brevas y en low cost, que no soy Megan Markle, lo primero que hago es entrar en la National Gallery.

Me planto delante de los girasoles. Un buen rato. Y sonrío.

La primera vez que los vi (a los girasoles, claro) sentí que esa luz amarilla, dorada o como la queráis llamar iluminaba mi vida. Me sentí en paz y feliz. Claro que era muy joven y cualquier cosa me hubiera hecho feliz. 

He vuelto, muchas veces, y aunque ya no soy tan joven, la sensación de felicidad ha seguido siendo la misma. Algo similar me pasó con “El beso” de Klimt, pero a Viena no he ido tantas veces y no puedo asegurar que fuera la emoción del momento. Soy propensa a sufrir el síndrome de Stendhal. Allá donde voy todo me parece maravilloso. Ningún lugar del mundo me decepciona.

Que tu trabajo ilumine la vida de alguien o que haga pensar, llorar o reír: eso es arte. Y es muy difícil. No es mi caso, mi única intención al escribir estos artículos o mis novelas (en breve tendré novedades) es entretener. El arte es algo mucho más sagrado y eterno. 

Leer “Cien años de soledad”, pararte delante de “Los girasoles”, una puesta de sol sentada en cualquier piedra del Partenón, navegar en góndola por los canales venecianos, ver amanecer en la orilla del Ganges, los sarcófagos fenicios de Cádiz, las pirámides de Guiza… todo es arte. Todo es vida. 

Si alguien menosprecia algo así, sea por el motivo que sea, es que no ha entendido lo fundamental. 

Este año volveré de nuevo (parafraseo el título de mi primera novela) a pasar  mi cumpleaños en Londres (la pandemia me lo ha impedido durante un tiempo) y espero poder saludar a mis girasoles y que su luz vuelva a iluminar mi vida.

Londres es mi casa y la National Gallery es mi cuartito de estar.

Por los girasoles MA-TO.  

Ya veis, tanto arte y tanta tontería para terminar con una frase tan ordinaria.

La vida es puro contraste. Por eso es tan necesaria la alegría de vivir (que es de lo que hablaré en el próximo artículo).


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