Revista Cultura y Ocio

Los hermanos Karamázov - Fiódor Dostoievski

Publicado el 03 junio 2021 por Elpajaroverde

-La de los Karamázov... la fuerza de la vileza karamazoviana.

-O sea, hundirse en el vicio, ahogar el alma en la depravación, ¿verdad?, ¿verdad?

-Puede que también consista en eso... Hasta los treinta años, tal vez lo evite, y luego...

-¿Cómo vas a evitarlo? ¿De qué modo? Con tus ideas, eso es algo imposible.

-Una vez más, al estilo de los Karamázov.

-¿Te refieres a que todo está permitido? Todo está permitido, ¿no es eso? ¿No es eso?"

Eso es. Esa es la pregunta. Ese es el interrogante cuya respuesta buscó Fiódor Mijáilovich Dostoievski (1821-1881) con la concepción de esta novela: si todo está permitido; si necesitamos de un dios cuya fe en él nos controle o si una vez rechazada la existencia de ese dios nos desmadramos, nos abrazamos sin pudor al libre albedrío, a esa libertad que el propio dios nos regala pero a la que sin embargo tanto tememos porque "no hay nada que seduzca más al hombre que el libre albedrío, pero tampoco hay nada que lo haga sufrir más".

"-¿Existe Dios o no? -volvió a gritar Iván con furiosa insistencia.

-Ah, ¿así que va en serio? Te juro, querido, que no lo sé, y ¡te acabo de dar una gran respuesta!"

Pues sí, queridos, lo creáis o no, es la anterior una gran respuesta. Lo sigue siendo aunque os diga que, paradójicamente, es el diablo quien la da, pues, "al fin y al cabo, ¿quién puede saber si la existencia del diablo demuestra que exista Dios?"

No es un gran protagonismo el que cobra el diablo en esta novela y no asistiremos a su actuación estelar sino hacia el final de la misma, pero, inevitablemente, con diablo de por medio en una gran novela rusa no he podido sino acordarme de la magnífica El Maestro y Margarita, aunque, si soy sincera, ya había acudido a mi mente la gran obra de Mijaíl Bulgákov con anterioridad a la aparición diablesca. Fue en el libro quinto perteneciente a la segunda parte de esta otra novela que ahora nos ocupa. En ese quinto libro tiene lugar una absorbente y fascinante conversación entre Iván y su hermano Alioshka que deriva en casi un monólogo por parte del primero de ellos. Son unos capítulos en mi opinión demenciales, de puro delirio (en las mejores acepciones de estos términos). La conversación deriva hasta el momento en el que Iván comparte con su hermano menor la concepción de un poema pensado pero no escrito. Esta narrado en prosa. Casi parece un sueño, que leo, además, como en estado febril. Está ambientado en la Sevilla de la época de la Inquisición. Junto con los alegatos finales del fiscal y del abogado defensor de un juicio que se celebrará en esta novela, amén de un personaje secundario con corte mesiánico llamado Kolia, es lo que más me ha gustado de la misma. Si tuviera que elegir, me quedaría sin dudar con ese quinto libro. Y si dicho quinto libro me ha recordado a la obra más representativa de Bulgákov es por esa traslación de momento y lugar que también se produce en ocasiones en esa novela (y que es igual de fascinante) y por la aparición de un personaje común en ambas traslaciones.

Los hermanos Karamázov - Fiódor Dostoievski

Los hermanos Karamázov no es una novela religiosa por más que podais pensarlo a tenor de lo que llevo comentado de ella hasta ahora. Tampoco es una novela mística a pesar de que en algún momento lo pueda parecer. Ni siquiera es una novela filosófica aunque en relación a eso sí que concedo que por momentos lo es. Los hermanos Karamázov es, sencillamente, una novela muy rusa. Es una gran novela rusa. Es una novela sobre el rusismo, término que creo no está aceptado pero que, puesto que al menos en una ocasión se usa en esta novela, me arrogo el derecho a utilizarlo también. Es una novela sobre la preocupación de su autor por el devenir de la sociedad de su país, o al menos sobre el reflejo de la época que a Dostoievski le tocó vivir. Y, puesto que "a mí me parece que en la estampa de esta familia" , es decir, de los Karamázov, "están presentes ciertos elementos básicos y generales de nuestra sociedad intelectual contemporánea", y puesto que la sociedad contemporánea de Dostoievski, con sus particularidades, claro está, se me ha antojado a tenor de esta lectura muy parecida a la nuestra, pues resulta que Los hermanos Karamázov termina por ser una gran novela universal.

Como ya quedó constancia en el diálogo con el que arranco esta entrada, los Karamázov son canallas, viles, pendencieros, capaces de las más bajas proezas pero también, y por qué no, de las más altas y sublimes gestas y sacrificios. Y es que "somos de naturaleza amplia, somos Karamázov, aquí es donde quiero llegar, capaces de tener todos los extremos posibles y de contemplar al mismo tiempo dos abismos, uno encima de nosotros, el abismo de los grandes ideales, y otro debajo, el abismo de la decadencia más ruin y nauseabunda". Sí, sí, somos Karamázov; somos, así en primera persona del plural. "Nada es tan dulce como el vicio: todo el mundo lo reprueba, pero todos viven en él, solo que lo hacen en secreto, y yo" (léase los Karamázov) "lo hago abiertamente".

"-¿Está usted en su sano juicio? -se le escapó sin querer al presidente.

-Pues claro que estoy en mi sano juicio... en un juicio infame, en el mismo que usted y que todos estos... ¡descarados! -se volvió hacia el público-. Han matado a un padre y ellos fingen espanto -hizo rechinar los dientes con violento desprecio-. Se hacen gestos unos a otros, ¡farsantes! Todos desean la muerte de su padre. Un reptil devorará a otro reptil... De no haber habido un parricidio todos se habrían enfadado y marchado molestos... ¡Un circo! ¡Pan y circo!"

Los hermanos Karamázov son tres: Dmitri (Mitia), Iván y Alekséi (Aliosha). Los tres son hijos de Fiódor Pávlovich Karamázov, el villano y canalla por excelencia. Él mismo se define como un bufón. Dostoievski brilla con la introspección de sus personajes pero también es cierto que los lleva al límite haciendo que por momentos resulten hasta cómicos, pues, como el mismo aclara en su nota preliminar a esta novela, "ya no se trata únicamente de que el individuo extravagante "no siempre" constituya una peculiaridad, un caso aislado, sino que, por el contrario, en ocasiones puede ser el portador de la esencia del conjunto, en tanto que los demás hombres de su época, como un viento inconstante, se separan temporalmente, por la razón que sea, de ese conjunto..."

Las situaciones narradas en esta novela también están en ocasiones llevadas al extremo. Los personajes pasan del amor al odio en un instante. Actúan a menudo movidos por el orgullo y la venganza. Esta caracterización tanto de personajes como de situaciones, unida a la prolijidad y riqueza de diálogos, hacen de esta novela, a mi entender, una obra muy adaptable teatralmente, como de hecho lo ha sido.

Los tres hermanos cuentan respectivamente veintiocho, veintitrés y veinte años cuando sucede la trama narrada en la novela que protagonizan. Huérfanos de diferentes madres tanto el mayor como los dos pequeños, desde bien corta edad viven lejos del hogar paterno y ni siquiera en los primeros años de sus vidas el padre fue un progenitor afectuoso y diligente con ellos. Distintas motivaciones harán que los tres hermanos, con muy poca diferencia temporal, regresen a su ciudad natal y se reencuentren con el padre. Mitia, el mayor y más pendenciero, entra en conflicto con Fiódor Karamázov a cuenta de una herencia y porque se da el caso de que ambos se enamoran de la misma mujer. De quien se enamora Iván, el hermano mediano, en cambio, es de la novia oficial de Mitia. Iván es un joven de grandes dotes intelectuales del cual no se sabe a ciencia cierta el motivo de su regreso a la casa paterna. En cuanto a Aliosha, el más joven, es un muchacho al que todos quieren. Ingresará en el monasterio de la ciudad. Tiene un carácter templado, sin dobleces, y una luz especial. No juzga ni los actos más abyectos y por ello todos se sienten a gusto en su compañía. Las idas y vueltas entre estos y el resto de personajes de la novela y la diversidad de situaciones están, pues, servidas.

El narrador es un conciudadano cuya identidad no se desvela. En un punto de la novela (si es que no se me ha escapado alguno más) ese narrador parece confundirse con el propio Dostoievski. No es esa la única contradicción con la que me encuentro; a partir de cierto momento, por ejemplo, comienza a hacerse referencia a Iván como el hermano mayor en lugar de a Mitia. Supongo que estos deslices son debidos a la costumbre de la época de publicar las novelas por entregas y, quizás aún más, a la premura con la que en muchas ocasiones Dostoievski se veía obligado a escribir debido a sus habituales apuros económicos.

Los hermanos Karamázov fue la última obra publicada por el ilustre escritor ruso. Tenía en mente que esta fuera la primera de una novela en dos partes (lo cual no significa que el final de esta primera parte sea inconcluso), pero la muerte le impidió embarcarse en la aventura de la segunda. En la nota preliminar mencionada anteriormente el autor identifica a Aliosha con la figura de héroe. En esta primera novela no tiene un protagonismo mayor que el de sus dos hermanos; desconozco qué le tenía reservado Dostoievski para esa continuación que se llevó a la tumba.

Esta declaración de intenciones por parte del autor respecto al personaje de Aliosha me ha llevado a pensar en un primer momento si tal vez el escritor ruso hubiera encarnado sus pensamientos e ideas en el menor de los hermanos Karamázov. De hecho, en un momento de la novela se llega a decir de Aliosha que representa algo así como el aferrarse a los "principios nacionales", sin embargo, enseguida se hace una advertencia al respecto al añadir que "me parece que en él se ha manifestado, como inconscientemente y muy pronto, esa tímida desesperación con la que ahora muchos en nuestra pobre sociedad, asustados por su cinismo y su depravación y atribuyendo erróneamente todo el mal a la ilustración europea, se arrojan al "terruño", como dicen ellos, en un abrazo maternal, llamémoslo así, con la tierra natal, como niños asustados por fantasmas que ansían quedarse tranquilamente dormidos al pecho seco de su debilitada madre e, incluso, dormir toda su vida con tal de no ver los horrores que les asustan. Por mi parte, yo le deseo todo lo mejor a este joven bueno y talentoso, deseo que su joven benignidad y su aspiración a los principios del pueblo no se conviertan más tarde, como sucede con tanta frecuencia, en sombrío misticismo, en cuanto a moral se refiere, y en torpe chovinismo por el lado cívico, dos cualidades que quizá sean una amenaza mayor para la nación incluso que la temprana corrupción por culpa de lo erróneamente comprendido y de lo adquirido en vano de la ilustración europea, que es de lo que adolece su hermano mayor".

Ese hermano mayor al que termina por hacer referencia la cita anterior no es otro sino Iván. Iván es un hombre escéptico pero que a la vez sufre profundamente por sus contradicciones internas, por esa necesidad de creer en algo a la vez que se reniega de ese algo en qué creer o más bien de lo que lleva implícito esa creencia. Él es el artífice del todo está permitido. "¡La conciencia! ¿Qué es la conciencia? Es un invento mío. ¿Por qué me atormento, entonces? Por la fuerza de la costumbre. Por una costumbre universal que tiene el hombre desde hace siete mil años. ¡Desprendámonos de esta costumbre y seremos dioses!". Cuando nos despojamos de todo dios al que adorar, tal vez solo nos queda erigirnos en hombres-dioses, aunque tal vez sea esa la peor y más insospechada falta de libertad.

"El mundo ha proclamado la libertad, especialmente en los últimos tiempos, y ¿qué vemos en esta libertad suya? ¡Únicamente esclavitud y suicidio! Pues el mundo dice: "Tienes necesidades, debes satisfacerlas, ya que tienes los mismos derechos que los más nobles y ricos. No tengas miedo de satisfacerlas, al contrario, multiplícalas", he aquí la doctrina vigente en el mundo. Ahí es donde ven la libertad. Y ¿cuál es el resultado de este derecho al incremento de las necesidades? Entre los ricos, aislamiento y suicidio espiritual, y entre los pobres, envidia y asesinato, pues les han dado unos derechos, pero no les han indicado los medios para satisfacer sus necesidades. [...] las necesidades sin saciar y la envidia por el momento se ahogan en alcohol. Pero pronto no se embriagarán con vino, sino con sangre: a eso los están empujando. Y yo os pregunto: ¿es libre ese hombre?"

En la novela se habla, efectivamente, d el librepensamiento y el liberalismo europeo; de una Rusia que se siente amenazada por un europeísmo galopante, quizás incluso empequeñecida por él pero que a su vez no puede evitar una actitud un tanto fanfarrona. Se toca fugazmente a Roma, ese estado convertido en Iglesia, y a la Iglesia Ortodoxa, que, al contrario de la católica, aspira quizás a convertirse en Estado, asimilando así las diferencias entre ambas ramas del cristianismo con las diferencias entre Europa y Rusia. Se dice d el socialismo que es el cristianismo de los ateos, aunque también se afirma que no hay socialista más temible que el socialista cristiano, que haberlos, haylos. Se trata a la ciencia como si fuese un nuevo dios que se erige en sustitución de la religión, pues ya se sabe que "no existiría civilización alguna de no haberse inventado Dios", así como que no nos gusta vivir en libertad y por ello en seguida tenemos que buscar a quién someternos, a alguien que nos guíe con la indulgencia con la que se consuela a los niños. "No tengo nada en contra de Dios. Por supuesto que Dios es solo una hipótesis... pero... reconozco que es necesario, para el orden... para el orden del universo y todo eso... y si no existiera habría que inventarlo". Y así nos la pasamos, constantemente inventando dioses y sustituyendo uno por otro.

"Para el hombre no hay preocupación más constante y penosa que la de descubrir lo antes posible, apenas alcanzada la libertad, ante quién inclinarse. Mas lo que busca el hombre es doblegarse ante algo que sea indiscutible, tan indiscutible que todos los hombres accedan a reverenciarlo con unanimidad. Pues todo el afán de estas criaturas deplorables no consiste ya en encontrar algo ante lo que tal o cual individuo pueda doblegarse, sino en dar con aquello en lo que todos crean y todos reverencien, todos a una, necesariamente. Y esa necesidad de comunión en la sumisión constituye el mayor tormento de cada individuo, así como de la humanidad en su conjunto, desde el origen de los tiempos. Por culpa de esa sumisión colectiva, los hombres se han exterminado con la espada. Han creado a los dioses y se han desafiado, diciendo: "¡Renunciad a vuestros dioses y acudid a adorar a los nuestros, si no queréis la muerte para vosotros mismos y para los dioses vuestros!". Y así seguirá siendo hasta el fin del mundo: incluso cuando los dioses hayan desaparecido, los hombres seguirán postrándose ante ídolos".

Postrar, no nos postramos, pero sí que reverenciamos a nuestros padres. Es algo incrustado en el ADN de cualquier civilización adore al dios que adore. El amor y el respeto que merecen los padres es una fe inquebrantable aunque no todos los padres sean merecedores de tal devoción, pues "el que ha engendrado no es todavía padre, padre es quien ha engendrado y se lo ha merecido. Oh, claro, hay otro significado, otra interpretación de la palabra "padre" que reivindica que mi padre, aunque sea un monstruo, aunque sea malo con sus hijos, siga siendo mi padre solo porque me ha engendrado. Pero éste es ya un significado místico, por así decirlo, y ya no lo entiendo con la mente, solo puedo aceptarlo con la fe o, mejor dicho, por la fe, igual que otras muchas cosas que no entiendo pero que la religión me lleva a creer".

El tema del parricidio está muy presente en esta novela pues además tiene su importancia en la trama de la misma. Hace ya algún tiempo, a raíz de mi lectura de La hija del comunista, os comentaba que las palabras patria y padre comparten origen etimológico. He recordado ahora, al leer Los hermanos Karamázov, dicha relación y me ha dado por pensar si, más que a un parricidio, que también, a lo que se alude en esta novela es a un 'patricidio'; si es una alusión simbólica (y toda esta reflexión es cosecha mía propia, no sé si acertada o no) a matar la patria más que a matar al padre; si, más que como un expatriarse (y un expatriado, como también reflexionaba a tenor de mi lectura de la citada novela de Aroa Moreno Durán, no es sino un huérfano de patria), podría considerarse ese 'patricidio' como un des-patriarse (lo cual implica una voluntad de liberarse de la patria).

"Amo Rusia, Alekséi, amo al Dios ruso, aunque yo sea un canalla". Como leéis, Mitia no tiene ambages en declararle a uno de sus hermanos su amor por su patria. Llega incluso más lejos al manifestar su incapacidad para vivir lejos de ella. Dostoievski también debió de amar Rusia. Quién si no puede criticar más ferozmente a su país, meter el dedo en las llagas de sus miserias y sus grandezas, hacerlo además con un manifiesto escepticismo rayando en el cinismo sin dejar a su vez de esconder cierta voluntad esperanzadora de remisión que aquel que lo ama profundamente pero sin ceguera.

Sí, me faltaba Mitia. Me faltaba un tercer hermano por comentar lo que representa en esta novela. "En contraposición al "europeísmo" y a los "principios nacionales" de sus hermanos, él parece representar Rusia tal cual es, no todo, no toda, ¡Dios nos ampare si fuera toda! Y, sin embargo, aquí está ella, nuestra Rusita, puede olerse, sentirse, ¡madre! Ay, nosotros somos espontáneos, tenemos el bien y el mal sorprendentemente mezclados".

Observad esa cierta ligereza, ese tono irónico, si se quiere, del que están impregnadas las anteriores palabras citadas. Toda la obra está salpicada de ella. Es un contrapunto perfecto para sobrellevar la profundidad y la carga trágica de este millar de páginas de novela.

Los hermanos Karamázov tiene dos niveles de lectura. El primer nivel gira en torno a la trama con las idas y vueltas de los tres hermanos, cierta deuda económica sin resolver, los líos en torno a la prometida y a la amante de Mitia y una tragedia que pronto se anuncia pero que tarda en revelarse. Del segundo nivel ya me he explayado en demasía, así que solo añadiré que, evidentemente, es el que más he disfrutado. Aunque los temas que toca os puedan parecer en principio áridos o poco atractivos, os aseguro que, una vez envueltos por la lectura, terminan resultando fascinantes.

Me quedo con las ganas de saber si me hubiera resultado igual de fascinante esa otra novela que Dostoievski concibió en dos partes pero de la que finalmente solo pudo materializar esta primera que constituye la novela que ha llegado a sus lectores y que le sobrevivió. Respecto a esta, hago mío el versículo con el que comienza Los hermanos Karamázov, que se cita nuevamente en el transcurso de esta novela y que figura también en la lápida sepulcral de Fiódor Dostoievski: "En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto" (Juan, 12, 24)

Doy fe del fruto dado por Dostoievski.

"Los Karamázov no somos unos canallas, sino unos filósofos, porque todos los rusos auténticos somos filósofos".


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