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Los Hermanos Marx VI – ¡Por fin Broadway!

Publicado el 21 agosto 2011 por Cinefagos

Los Hermanos Marx VI – ¡Por fin Broadway!

Mientras los Hermanos Marx continuaban representando N’Everything, Groucho se casó con Ruth Johnson el 4 de febrero de 1920. Nueve días más tarde moriría el abuelo Levy.

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El 21 de julio de 1921 nació Arthur y, pocos días después, el famoso bigote de su padre. Cuenta la leyenda que tras visitar a su hijo recién nacido en el hospital, Groucho llegó tarde al teatro y para evitar perder tiempo colocándose un bigote postizo, se lo pintó. Era la última pincelada para dejar definitivamente establecidos los personajes que les harían mundialmente famosos.

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Ya en Nueva York los Marx restablecieron el contacto con Charles Chaplin (al que ya habían conocido en 1911), cuyo triunfo en el naciente Hollywood les tenía admirados. Decía Groucho que “era tan rico que tenía un mayordomo detrás de cada silla”.

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Rodaje de “Riesgos del humor”

Los Hermanos Marx VI – ¡Por fin Broadway!

Obnubilados por las ganancias derivadas del celuloide, decidieron rodar su primera película realizada gracias a las aportaciones económicas de Groucho, Harpo, el autor del guión y de dos amigos, todos ellos sin experiencia cinematográfica. Así fue como nació Riesgos del humor (Humor Risk), un cortometraje mudo del que siempre se avergonzaron los hermanos (solo aguantó un pase) y que no se ha conservado. 

Estaba claro que los Hermanos Marx necesitaban una nueva obra que estrenar y para conseguirla, Minnie se acordó de Herman Timberg, uno de los antiguos alumnos de Gus Edwards. De sus neuronas nació En el entresuelo que poco tiempo después recibió el título de En el palco (foto de arriba). Tras dos años de representaciones, Chico propuso ampliar horizontes y realizar una gira por Inglaterra en 1922. Lamentablemente el público inglés no se sintió demasiado atraído por las payasadas de aquellos cuatro yanquis que volvieron a su país con el rabo entre las piernas.

A su vuelta se encontraron con una tensa situación desatada por uno de los mandamases de los circuitos de vodevil que les llevó, en 1923, nuevamente al paro. Sin embargo una maravillosa casualidad iba a devolverles la esperanza o eso contaban ellos…

Durante una timba de cartas, Chico coincidió con un potentado del carbón que se había enamorado perdidamente de una corista y buscaba un espectáculo para su amante. Blanco y en botella: el del carbón puso la pasta y la corista consiguió su espectáculo. La obra se tituló I’ll Say She Is! (¡Diría que es ella!) y obtuvo un éxito tan apoteósico que las puertas de Broadway se abrieron de par en para recibir a los triunfadores. La obra era un compendio de antiguos números cómicos y musicales de los hermanos vertebrados por la historia de una joven que busca emociones en su vida. A todo ello se le añadió una divertida parodia de Napoleón interpretada por Groucho.

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El 19 de mayo de 1924 los Hermanos Marx presentaron su obra en el Casino Theatre de Broadway ante una nutrida representación de los críticos teatrales más importantes de la ciudad. Uno de ellos era Alexander Woollcott y se convertiría en un personaje fundamental para la carrera de los Marx.

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Alexander Woollcott era un ácido y despiadado crítico teatral del New York Times que formada parte de la conocida como Mesa Redonda del Algonquin que no era otra cosa que un nutrido grupo de intelectuales que, a partir de 1919, se reunirían periódicamente en el Hotel Algonquin de Nueva York con el objetivo de debatir sobre cualquier tema de actualidad.

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Caricatura de la Mesa Redonda del Algonquin

Tras asistir a la representación de I’ll Say She Is!, Woollcott escribió una crítica entusiasta sobre el espectáculo destacando, sobre todo, la interpretación de Harpo. Tanta admiración sentía por el hombre del arpa que le invitó a unirse a la Mesa Redonda convirtiéndolo en un miembro más y en uno de sus mejores amigos.

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Los Hermanos Marx habían triunfado y eso se notaba en los ingresos sustanciosos de los que disfrutaron a partir de aquel momento. Se saldaron viejas deudas, se compraron casas nuevas y coches de lujo.

El nuevo estatus permitió a Chico realizar apuestas cada vez más arriesgadas en las que perdía ingentes cantidades de dinero (llegaron a adelantarle hasta ¡37 semanas de sueldo!), mientras era plenamente consciente de que él no estaba hecho para la vida en familia. De hecho, su hija Maxine se crió entre bambalinas compartiendo su vida con sus tíos, aunque Harpo era su preferido

Groucho decidió ser más práctico y emplear parte de su pequeña fortuna en invertir en la bolsa. Harpo alquiló un apartamento y se convirtió en asiduo de las reuniones de la Mesa Redonda del Algonquin. Gummo, por su parte, siguió en el negocio de la ropa junto a un socio y Zeppo se dedicó a dos de sus aficiones favoritas: las chicas y los coches. 

Pero un nuevo personaje estaba a punto de entrar en escena (y nunca mejor dicho). La que se ha considerado la única hermana Marx de la historia, la inigualable Margaret Dumont, se encontraba lista para conocer a los “terroríficos” hermanos.

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“¡Imagíneselo! Esta noche, cuando la luna se oculte detrás de las nubes, yo me esconderé detrás de usted. La espero aquí. A usted y a la luna. Póngase una corbata para que pueda reconocerla”. (Groucho Marx, Los cuatro cocos)

 

 

Briony 

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