Revista Cultura y Ocio

Los hititas

Por Joaquintoledo

Pero uno de los combates más decisivos de la historia acaeció cuando el Imperio Hitita estaba próximo a conquistar todas los territorios al este del Mediterráneo, básicamente donde hoy en día está Palestina; para luego decidir si marchar sobre Mesopotamia o el Egipto propiamente dicho. La guerra entre egipcios e hititas duró en total unos quince años, acaeciendo la célebre Batalla de Kadesh en el año 1288 a.n.e.; combate el cual olió a victoria pírrica para los de Anatolia, pues los ejércitos del faraón se defendieron muy bien. Pero el tiempo transcurrió y debido a los largos años de guerra, ambas naciones deciden poner fin a las hostilidades de un modo civilizado. El conflicto entonces culminó en un hecho histórico para la humanidad: el primer tratado de paz y asistencia mutua conocido en la historia conocido generalmente como el Tratado de Kadesh firmado entre el rey hitita Hatusil III y el faraón Ramsés II. En el mismo no sólo se estipuló el cese de hostilidades sino la ayuda comprometida de los hititas ante cualquier enemigo del faraón. Aquel que no obrara en base a lo acordado, sea el soberano egipcio o hitita, sería aniquilado por los dioses de las dos culturas y no quedaría de él, ni casa, ni templos, ni país, ni siervos. Este tratado data de 1272 ó 1271 a.n.e., todo un hito.

Luego de esto, para nadie era un secreto que el fin de los hititas estaba cerca. Sus fronteras, de flaquear aunque sea un poco, podían ser invadidas por múltiples naciones. Además, la masificación del hierro dejó de representar un arma de avanzada por sobre otros pueblos. Se cree que entre el 1200 al 1190 a.n.e., las fronteras del Imperio Hitita empezaron a ser seriamente presionadas hasta que finalmente la capital Hatusas fue arrasada por los fenicios y los “pueblos del mar”. Así entonces Asia Menor dejó de estar controlada por los hititas. Sin embargo, algunos pueblos contemporáneos como los asirios, siguieron llamando a la península y los antiguos territorios de la nación destruida bajo el apelativo de Hatti (pues no se sabe hasta ahora como se llamaban los hititas a sí mismos), lo cual evitó que se pierda la noción de existencia de los hititas. Pasarían muchos siglos hasta que en Anatolia se establezca un poder lo bastante unificado y así surgieron muchos estados como el reino de frigio, ciudades estado o principados desde Turquía hasta la actual Siria.

Cultura hitita

El imperio hitita era dirigido por una monarquía, en el que el rey no tenía necesariamente un poder absoluto. Esto es porque la aristocracia dirigía una asamblea que los elegía y que podía juzgar a distintos funcionarios del gobierno. Económicamente el país estaba organizado casi de modo feudal donde el rey tenía muchos vasallos “atados” a él por un contrato. Igual otros miembros de la monarquía. Además, los hititas, por la ubicación estratégica de su imperio, tenían algo así como una ventaja comercial que en aquellas épocas ni los griegos poseían. Esto hizo que sus actividades comerciales estén basadas en préstamos, garantías y fianzas, lo cual les dio un gran poder en la región y sobre otras naciones. Ya hemos mencionado que durante largo tiempo de su historia el hierro fue su secreto y lo exportaron en áreas aledañas, en especial Medio oriente. Para mantener controlada a gran parte de la población, la casta dirigente del país creó, además, un sistema de leyes conocido como Derecho Hitita, el cual no es tan conocido como el babilónico, y que de hecho, en esencia, toma las bases de éste. En cuanto a los castigos, sin embargo, el de los hititas no era tan severo como la Ley del Talión sugerida por Hamurabi. No pedía “ojo por ojo”, sino más bien una multa cuya cantidad dependía mucho de la gravedad del crimen. La pena de muerte sólo estaba apuntada a las personas que se rebelaban contra el rey, contra un religioso o sacerdote, aunque también se incluyo a aquellos que cometan incesto o zoofilia.

A veces las condenas podían resultar un tanto ridículas para la época, pues una de las penas casi imperdonables era maldecir al prójimo; aunque estaba variaban si es que uno era esclavo, noble u hombre libre. Lo positivo quizá fue que no olvidaron a las féminas, y en el código se pueden ver varias leyes que defendían los derechos de la mujer, tanto en el aborto, la familia, como madre, y como mujer soltera.

Este fue un breve repaso por el mundo de los hititas, otro de los pueblos de la antigüedad, que gracias a las fuentes escritas y las investigaciones arqueológicas, no fueron olvidados, y cuyos aportes, además contribuyeron a civilizar el mundo de las primeras culturas desarrolladas.


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