Los huesos de Franco
Publicado el 03 diciembre 2011 por Bonhamled
En estos días se habla de la tumba de Francisco Franco, el dictador. Se habla de sacar sus restos del enorme mausoleo que construyó en el Valle de Cuelgamuros, Madrid, dándole el ampuloso nombre de valle de los caídos, cuando fue construido con el sudor de unos, los vencidos de la guerra civil, para el honor de otros, los muertos mayoritariamente de su propio bando, más de treinta mil, incluyéndose a si mismo y a Jose Antonio Primo de Rivera, en una ceremonia necrológica que hace sombra al pabellón de los reyes del cercano Monasterio de El Escorial.Se apela a la memoria para sacar los restos del dictador del monumento que construyó para mayor gloria de su cruzada. Sin embargo ese hecho reaviva, hace renacer la visceralidad turbia que es el resabio de aquellos tiempos. Quizás debieramos conocer y reconocer como otras naciones han tratado esos "cadáveres del tiempo" que fueron protagonistas aciagos de la historia pero que la historia y la sociedad no quiso volverlos a la palestra de la actualidad. El Mariscal Petain, los golpistas sudamericanos y otros asesinos de su propio pueblo que poco a poco, incluso Lenin, han sido enterrados en la soledad del tiempo y del olvido y de la historia que les ha juzgado, como fríos asesinos de manos blancas.Los treinta y seis años de dictadura, la guerra civil, metáfora sangrienta de dos Españas que a palos se mataron y a veces se reencuentran tras cada esquina nos deja ese legado, una memoria envenenada a la que hemos tenido que renunciar por mor de obviar un futuro de desencuentro violento. Esa malsina que aún hoy, pasados treinta y seis años de la muerte del dictador, nos sacude con gritos de guerracivilismo y rancio odio mutuo.La solución es olvidarlos, dejarlos como frías losas blanqueadas de la muerte y del oprobio, sin mayor gloria, con la máxima indiferencia excepto para unos pocos panegiristas y unos pocos más odiadores.Por eso no estoy de acuerdo en sacar esos restos, sino simplemente de hacerles perder su importancia, su ornato, su valor porque el pasado no puede condenar al futuro a repetir sus rencores y tristezas y el triste cuerpo de un dictador no puede, convertirse en brújula de un futuro de mayores preocupaciones. Por eso la memoria flaca de los españoles durante la transición, necesaria para pasar página de un libro con demasiada sangre y demasiado mezclada, debe evitar cualquier acto de homenaje al dictador, incluyendo celebraciones religiosas, y dejarle que tu fría tumba se enfríe más aún y no condicione, aún en el ardid político de los globos sonda y los "asuntos champiñón", que nacen en la oscuridad y la basura. Ese sería mi dictamen básico, dejar desnudos los huesos del dictador, olvidarlos, para que su triste y oronda sombra no nos castigue el futuro, no nos perturbe el presente.Pasados que no dejan de ser pasados por hablarse hoy. Recuerdos del día de mañana.Imagen: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Franco0001.PNGImagen: http://perso.wanadoo.es/fclipper/Historia/Franco.htmlDespierte el alma dormida, avive el seso e despierte.
A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar.
Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.
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