Llevo una temporada que estoy un tanto harto de escuchar electrónica. Siempre será mi música preferida, pero a veces me gusta darme una vuelta por cosas que hace tiempo de no escucho.
El caso de los Iberos viene porque, aunque parezca increible, desde niño había una melodía que venía a mi cabeza cada cierto tiempo. Yo inventaba la letra, pues no tenía ni idea de como era, pero la melodía me redondaba y no sabía identificarla.
Hace unos años, mirando vídeos aleatorios, resulta que di con el tema en cuestión. Me quedé paralizado. Mi tensión aumentó y casi salto como un poseso de la silla.
El tema no era otro que Corto y Ancho de Los Iberos, grupo español que dejaron grandes temas y, que casualidad, poca repercusión en el mercado.
Sólo un puñado de singles y un álbum, pero un álbum maravilloso y sin desperdicio, que de no ser españoles a buen seguro que hubiesen tenido mucho éxito.
Aquí estaba Adolfo Rodríguez, que formó parte de los míticos Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán.
Se fueron a Londres a grabar el disco, siendo así el primer gurpo en ir a grabar a la capital de la meca de la modernidad en aquella década.
El propio Adolfo dijo que fueron allí simplemente porque aquí no había los medios suficientes para hacer una grabación como ellos querían.
El sonido y la producción son excelentes, muy internacionales.
Y el disco pues nada más ni nada menos que un compendio de excelentes canciones, muchas de ellas cantadas en inglés.
Aparte de Corto y Ancho, podemos disfrutar con la memorable Summertime Girl o bailar casi a modo de waltz con Nightime, balada maravillosa con unos arreglos orquestales magníficos.
O bailar Pop con rebordes sicodelécios gracias a Liar, Liar.
Y así podría seguir y seguir. Un gran disco que editaron estos chicos en el 69 con el Pop por bandera, y demostrando que en España se podían hacer productor con sabor internacional, aunque no tuvieran mucha repercusión a nivel nacional.
Melodías infecciosas y arreglos orquetales y vocales más complejos de lo que parece.
Música de una época que fue muy buena porque quedaba aún por descubrir.