Revista Educación
En el quehacer educativo de toda escuela hay maestros que lamentablemente son considerados menos que otros. Siempre se valora mucho al maestro de comunicación, matemáticas, historia, etc. pero no a aquellos que se dedican a otras áreas que si bien no son de carácter científico, no dejan de ser importantes y necesarias dentro de la educación de niños y jóvenes.
En esta ocasión quiero céntrame en estos “otros maestros” y para ello citaré en palabras de Alejandro Spiegel, la importancia de estos maestros “especiales” como recurso didáctico.“Desde hace ya muchos años hay materias como Música, Educación Física, Educación Artística, Taller y últimamente Informática, a las que se les agrupa como “especiales”, y se les asigna un lugar menos intelectual, menos importante; no son centrales sino periféricas, separadas, accesorias del aprendizaje de nuestros alumnos. Es más, un ejemplo obvio y repetido de este trato es que los docentes a cargo de estas materias son requeridos por sus directores y colegas casi exclusivamente para actividades también “especiales” (para diseñar la escenografía de los actos, para la impresión de tal o cual cartel, para una salida, etc.).Sin embargo, tienen un gran potencial que deberíamos reconocer: dominan y utilizan lenguajes y códigos que no sabemos o que sencillamente, no usamos muchos de los docentes que pasamos más tiempo frente al curso. Por esta misma razón, tienen oportunidad de ver, de conocer y de compartir con nuestros alumnos vivencias muy diferentes a las nuestras.
Al hablar de atender y aprovechar la diversidad de nuestros alumnos, de ofrecer equivalentes oportunidades de aprender a cada uno, nos referimos a la necesidad de utilizar distintos lenguajes y estrategias, adecuadas a los diferentes modos de conocer a cada chico. En este punto nos encontramos con varias dificultades:
- ¿Cómo conocer a nuestros alumnos, o cómo conocerlos plenamente, tomando en cuenta que en nuestra clase no ofrecemos todas las alternativas para que ellos puedan expresar su diversidad?- ¿Cómo presentar el mismo contenido de varias maneras, adecuadas a los distintos modos de aprender de nuestros alumnos? (Por las dificultades que tendríamos por el tiempo que necesitaríamos para enseñar de diferente forma el mismo contenido y por nuestra propia dificultad para utilizar estrategias y códigos con los que no estamos familiarizados o no nos sentimos a gusto.)Por otra parte, estos docentes “especiales” enseñan procedimientos y actitudes que pueden ser complementados o explicitados con temáticas de prácticamente cualquier materia.Si reconocemos a estos colegas como recursos, podríamos integrarlos con todo “lo que no es especial”-a lo que hoy llegan sólo como auxiliares y solo ocasionalmente- de manera de aprovechar:- Su mirada particular en la tarea de conocer cada chico, y- Sus horas de clase para enriquecer con más lenguajes la enseñanza de algunos contenidos.¿Cómo hacerlo? Planificando en conjunto, planteando vínculos significativos entre las distintas oportunidades que ofrece lo que se enseña en esas materias, y el resto de los contenidos. ¿Podemos decir, por ejemplo, que temas como la violencia, la democracia, la discriminación, la solidaridad, no se expresan en los juegos o deportes que viven los chicos en Educación Física? ¿Por qué, entonces, no planificar de antemano esas clases e integrarlas a la enseñanza de esos contenidos? ¿Por qué no aprovechar los emergentes que allí surjan?”Fuente: SPIEGEL, Alejandro,La Vida Cotidiana Como Recurso Didáctico, hacia una escuela auténtica. HomoSapiens Ediciones, Argentina 2000