Si miras a tu alrededor verás ciclos por todas partes. Sólo hay que fijarse un poco, pero sobretodo hay que tomar perspectiva por encima del tiempo pasado. Veremos ciclos muy cortos como la vida de las moscas, por ejemplo; o ciclos más largos de miles de años como los de las glaciaciones en la Tierra. Luego, ciñéndonos únicamente a la historia de nuestra especie podemos ver el caso de la Alemania nazi que pretendía que su Tercer Reich durara mil años, mientras que si hablamos de civilizaciones, encontramos dentro de todas ellas que empezaron, tuvieron su época de esplendor y luego con la decadencia, acabaron desapareciendo. ¿Recuerdas el Imperio Romano? ¿La invasión musulmana de la Península Ibérica? ¿La Revolución Rusa más reciente y el nacimiento y desaparición de la URSS…? Los ciclos son consustanciales a la vida, incluso a la física “no viva” como las manchas solares o la misma “vida” de las estrellas. La propia selección natural gestionada inconscientemente por el planeta en forma de grandes extinciones, es un ejemplo de ciclos. En definitiva el Universo está plagado de ellos y son anteriores a la aparición de la propia vida.
Pues como en todas las civilizaciones, de entre los hombres inmaduros había algunos sabios que despuntaron, observaron, reflexionaron, aprendieron y utilizaron sus conocimientos para construir una cultura, una civilización. Y en la civilización Maya pasó lo mismo; sólo que aquí, a esta élite, le dio por la observación de los cielos; y acompañados por los números, llegaron a conclusiones brillantes. La primera fue la confección de un calendario increíblemente perfecto; la segunda, extrapolar del mismo y de sus observaciones, y caer en la cuenta de la existencia de esos ciclos. Pero no los cortos de días, meses o años como egipcios o chinos, no, sino de décadas, centenares y miles de años. El mismo conocimiento esotérico en el hinduismo védico nos habla de los Yugas o eras de la Humanidad y lo hace en sánscrito varios miles de años antes.
Las hormiguitas que somos los humanos, al estar atrapados por nuestras preocupaciones inmediatas, y como vamos con la cabeza gacha ofuscados con “nuestras cosas”, no nos damos cuenta de ello, pero los ciclos están ahí independientemente de que los veamos o no.
Ahora nos encontramos con que a una pequeñísima escala, sobretodo si lo comparamos con la escala cósmica, vemos que de entre los pequeñísimos ciclos de crisis económicas que vivimos en el siglo XX, esta Crisis que estamos viviendo a principios del XXI, es tan grave que está a punto de cerrar un ciclo dentro de las civilizaciones mundiales de este momento. La Crisis que empieza en 2007, propicia una situación límite de casi toda la población del planeta que lleva a un cuestionamiento general de las reglas de juego y a una movilización de la población en todos los continentes y en varias civilizaciones, pero algo más en la occidental que en definitiva es quien la ha generado.
La inmensa mayoría de los Estados, habían revestido sus reglas de juego dentro de lo que sus dirigentes llamaban democracia. Teóricamente, por fin se le entregaba al pueblo su soberanía. Nunca antes la había tenido. Siempre había estado en manos de élites y fuerzas como las militares o religiosas. En el siglo pasado, por primera vez, comenzó a hablarse de soberanía popular. Y nosotros, claro, nos lo creímos. Ha sido un proceso. En muy poco tiempo en la escala de las civilizaciones, se ha pasado de la resignación del voto cada cuatro años, a la indignación por cómo son las cosas. Todo un montaje institucional corrupto (y no democrático) que nos ha herido mucho más cuando el mismo Sistema nos ofrecía unos servicios que se pagaban de nuestros impuestos, pero ahora, con el derrumbe del Estado del Bienestar y sobretodo por la falta de trabajo y el rebajado de los ingresos, con todo esto y los tejemanejes de la gente del Sistema para su enriquecimiento personal ilícito a costa de lo público, en estos momentos, ha llevado a que la gente se indigne y salga a la calle a protestar por esta situación injusta. Porque desde luego, y hablando de justicia (lo otro)… no hace falta ni que hablemos de ella. Bueno, sólo decir que no es igual para todos, y que la hay de dos tipos: uno es para ellos (la gente del Sistema) y el otro para los “ciudadanos soberanos”.
Los Yugas Vedas del hinduísmo
Después de algunos conatos de rebelión como el reprimido en la Plaza Tiananmen de los chinos, vino la gran explosión del mundo árabe del norte de África. Túnez, Libia, Egipto… (Siria, Irán, Irak, Afganistán, Pakistán… son otra cosa, muy relacionada por la existencia de Israel en la zona). Luego aparecieron los indignados españoles, americanos del norte, británicos, israelíes, chilenos y mexicanos… y ahora, dos años después, turcos y brasileños. Aparece una corriente increíble de indignación general en todo el mundo.
Los mayas tenían razón cuando vaticinaron el final de un ciclo a finales del 2012. Porque se trataba del final de un mundo conocido y el paso a otro nuevo. Lo que pasa es que nuestra mentalidad occidental nos lleva a que eso tiene que ocurrir justo en un momento dado (fecha y hora, un cataclismo interestelar), cuando el final resulta que también suele ser un subciclo que empieza poco a poco y que puede terminar bruscamente en una revolución, en un estallido más o menos pacífico, o suavemente en un nuevo orden; depende de la reacción a estos movimiento de malestar. El cambio ahora se está produciendo lentamente y si tenemos suerte no habrá excesivo derramamiento de sangre, porque lo bien cierto es que la clase dominante, no lo va a poner fácil y va a hacer muy difícil el cambio. Su reacción va a ser inevitable, pero el éxito o no, dependerá siempre del nivel de consciencia y firmeza de la indignación. Va a ser una lucha de fuerzas buscando el equilibrio. Como ves, se trata de un cambio de ciclo.
Podemos provocar un cambio de ciclo, hacer que los sabios mayas tuvieran razón y concluir diciendo: Indignados del mundo: ¡Uníos! Se puede, se puede.
Caña al pueblo durmiente.
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Joan-Llorenç [email protected]
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