Un lector amigo, Cayetano Gutiérrez, que es Catedrático de Física y Química y divulgador científico, ha escrito un buen post titulado La gran paradoja ¿pueden matar los medicamentos? Se basa en libros escritos por médicos como Ben Goldacre, Allen Frances o Peter C. Gøtzsche en los últimos años sobre las prácticas poco éticas de las farmacéuticas, para poner el foco sobre los daños provocados por los tratamientos.
En ese post también se recoge la opinión de Joan-Ramon Laporte, catedrático de Farmacología, Jefe del Servicio de Farmacología en Valle Hebrón y Director del Institut Català de Farmacología, según el cual:
el medicamento que más ha matado es la aspirina, porque es el que más gente ha tomado y la percepción de su riesgo está distorsionada. A dosis bajas (100 mg/día) es un excelente protector cardiovascular, pero a dosis analgésicas (1 g/día) puede producir hemorragia gastrointestinal.
De hecho, en Catalunya se producen unos 3.000 casos anuales de hemorragia gastrointestinal, de los que un 40% son atribuibles a la aspirina y a otros antiinflamatorios. En EE.UU. mueren al año, por hemorragia gastrointestinal por antiinflamatorio, unas 15.000 personas, mientras que de Sida mueren 12.000″.
La pregunta ¿los medicamentos pueden matar? es pues retórica pues todos sabemos que los fármacos conllevan en casi todos los casos reacciones adversas que pueden ser más o menos graves. Y esos posibles daños aparecen más cuanto mayor es el tiempo de uso. Esto es de sentido común.
Como también lo es que los medicamentos que llevan menos tiempo en el mercado, los más nuevos (que son además los más caros al estar protegidos por patente) son los más peligrosos pues su seguridad no ha sido comprobada en millones y millones de personas y durante el suficiente tiempo.
Gutiérrez utiliza el ejemplo del fármaco más usado del mundo. El paracetamol empezó a comercializarse en 1955 y en sólo unos años se convirtió en uno de los analgésicos más populares.
Hoy en día es el medicamento genérico más vendido en todo el planeta y está presente como principal principio activo en fármacos tan populares como el Efferalgan o el Gelocatil, segundo y tercer puesto en la lista de ventas de medicamentos de nuestro país.
Un estudio publicado en 2015 en la revista Annals of the Rheumatic Diseases indica que los pacientes que toman el analgésico de manera rutinaria tienen un 63% más posibilidades de morir inesperadamente, un 68% más posibilidades de padecer un infarto o un ictus y hasta un 50% más posibilidades de tener una úlcera o sangrado estomacal.
Para la elaboración de su investigación, se revisaron los datos de ocho estudios, que contienen el historial de 666.000 pacientes. Los hombres y mujeres analizados estuvieron tomando paracetamol a diario durante un máximo de catorce años, aunque también se incluye el perfil de personas que lo tomaban menos o casi no lo tomaban.
El autor de la investigación, Philip Conaghan, profesor del Leeds Institute of Rheumatic and Musculoskeletal Medicine, reconoce que es difícil saber cuál es la responsabilidad real del paracetamol, teniendo en cuenta que los pacientes que lo toman a diario suelen sufrir una enfermedad crónica que complica su existencia. Pero cree que los datos estadísticos son lo suficientemente significativos como para tomarse la cosa en serio”, cuenta el citado catedrático.
Tradicionalmente, los médicos han considerado al paracetamol un analgésico más seguro que la aspirina, que ya hemos comentado por boca de Laporte. También que el ibuprofeno, que además de ocasionar problemas gastrointestinales triplica el riesgo de padecer problemas cardiacos si se consume en exceso. Esto no quiere decir que podamos consumir paracetamol a la ligera. Como explica Gutiérrez en su post:
El medicamento, que es barato y accesible sin receta en gran parte del mundo, a dosis estándar es seguro, pero se trata de un medicamento con un índice terapéutico muy ajustado: el máximo de la dosis normal (4 gramos por día, en adulto), es cercano a la de sobredosis, y ésta puede causar daños importantes en el hígado“.
Basándonos en estos resultados podemos hacer un razonamiento común al uso de TODOS los fármacos: debemos tratar de tomar la dosis efectiva más pequeña posible y durante el tiempo más corto que se pueda. Esto como entenderéis, también es de sentido común.
El problema y coincido con Cayetano, es que hay mucha gente toma analgésicos como si fueran caramelos.
En 2012, Desiree Philips, una joven británica de 20 años, falleció debido a una sobredosis de paracetamol. Se había sometido a una operación menor para eliminar varios bultos benignos en el pecho y, tras esta los médicos le recetaron antibióticos y le invitaron a usar paracetamol sin receta médica.
Nueve días después de la operación, Phillips tuvo que ser trasladada al hospital debido a unos dolores insoportables y fue diagnosticada con insuficiencia hepática. Aunque sobrevivió al trasplante de hígado, murió sólo una semana después en el propio hospital de Birmingham donde estaba ingresada.
No se trata de un caso aislado. La sobredosis de paracetamol es la principal causa de insuficiencia hepática aguda en Reino Unido y Estados Unidos. Teniendo en cuenta los millones de comprimidos que se consumen, este dato no es tan extraño: la aparente magnitud del problema es un reflejo del amplio número de pacientes que toman este fármaco con buenos resultados y sin ningún efecto adverso”, concluye.
La agencia de medicamentos de Estados Unidos (FDA) está recomendando a los profesionales de salud, que interrumpan la prescripción y dispensación de parecetamol. En concreto, este órgano regulador se refiere a los productos de venta con receta con combinación a dosis fijas de fármacos que contienen más de 325 miligramos (mg) de paracetamol. No hay datos disponibles que demuestren que tomar más de 325 mg de paracetamol proporcione un beneficio que compense los riesgos de daño hepático.
Y no es la única institución sanitaria ni el único estudio que nos “malhable” sobre la eficacia del principio activo. Sobre el ibruprofeno, la Agencia Española de Medicamentos alertó en 2015 sobre sus daños. Dosis altas del famoso fármaco analgésico pueden provocar daños en el corazón y aparato circulatorio.
Así que las muertes y graves daños provocados por medicamentos de gran uso y a los que hemos “perdido el miedo”, como aspirina, ibuprofeno o paracetamol pueden ser muchas más de las que imaginamos.
Con seguridad existe una auténtica “epidemia en la sombra”. Y esto casi nadie nos lo va a contar. Lo mejor es cuidarnos y si no hay más remedio que consumir fármacos leer bien sus fichas técnicas, accesibles en internet y consultar con especialistas que tengan una visión racional y crítica de los mismos y que los pauten durante el menor tiempo posible y al dosis más ajustada.