Después de El Capital, que no deja mucho espacio para el optimismo, me fui a dar un baño de romanticismo. Romanticismo político de barricada épica y romanticismo amoroso, que Víctor Hugo hacía a todo. Bueno, musicales no… , y esto es un musical.
El musical en Londres, desde un restaurante curioso.
Con ocho nominaciones a los Oscar, entre ellas el mejor vestuario, obra del canario Paco Delgado, Los Miserables es una peli larga, que si te coge con el día sensible es de llorar y no parar. Versiones de cine existen desde 1907, pero el gran éxito surgió con el musical estrenado en Londres en 1985, tras un tiempo se trasladó al Palace y, desde 2004 se representa en Queen. Todo un record de representaciones, que, claro celebra emotivos aniversarios. Como en su décimo año o en su veinticinco aniversario(recomiendo pinchar y ver los videos). Si uno se acerca a Londres está bien dar un paseo por el barrio chino (ya no es lo que era) y terminar con Los Miserables, o al revés… O, en todo caso, dar un paseo por el barrio chino y tomar algo enfrente de Los Miserables. En un restaurante asiático con comida árabe…, o al revés, con platos combinados exóticos y decoración de difícil calificación.Los Miserables hace un repaso histórico a la Francia de la Revolución de 1830 y a los estereotipos de la época, que, guste o no guste la peli están muy bien retratados. Es constante la lucha entre el bien y el mal (Jan Valjean contra Jabert), o quizá una lucha entre lo moral y lo inmoral, aunque lo inmoral sea “justo”. Al fin y al cabo, Jabert “cumple con su obligación” como nos recuerda en varias ocasiones Valjean.
Claro, Víctor Hugo era creyente y Dios aparece en el primer plano, en la primera escena y en la última. En la primera, en el infierno y en la última en el paraíso. Un paraíso repleto de buena gente, de parias, prostitutas y revolucionarios. Incluso es el obispo de Dijnequien hace ver la luz a Valjean. Le acoje, le da comida y es traicionado por el convicto, que le roba media casa en la oscuridad de la casa. Pero no importa, el clérigo miente para defenderle ante la autoridad.
En la película, queda claro que el amor no es buena compañía para hacer la revolución, que no se puede estar a setas y a Rolex, que es lo que le ocurre al joven Marius Pontmerci. Marius y Cosette sufren un flechazo de los que hacen época. Se ven un instante y se mueren de amor, como debe ser. Nada de eso del roce hace el cariño... Pero las circunstancias les distancia después de verse un ratito y él hijo de buena familia, pero apuntado a la revolución duda entre la joven y la barricada. Se apunta a la barricada el primero, al ver que ella a desaparecido. Insisto, al ver que ella a desaparecido… Finalmente vence el amor, la revolución se pierde y el revolucionario…, ya no lo es tanto. Los ricos con los ricos y los parias con los parias, en su paraíso, con sus banderas rojas, sus barricadas, sus revoluciones, sus utopías… En un final tan épico como emotivo.
Quizá, con los tiempos que vivimos, hasta alguien se planteé algo después de verla. Vamos que montamos una barricada como Dios manda el día menos pensado.
Dirección:Tom Hooper .Guión:William Nicholson. Basado en el musical de Claude-Michel Schönberg, Alain Boublil, Jean-Marc Natel, Herbert Kretzmer y James Fenton que a su vez se basa en la obra de Víctor Hugo.Reparto:Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Amanda Seyfried, Aaron Tveit, Sacha Baron Cohen, Helena Bonham Carter, Daniel Huttlestone, Isabelle Allen , Colm Wilkinson.País: Gran Bretaña.