La presencia de este animal en el pensamiento mítico ha llegado hasta tiempos recientes y perdura en cultos contemporáneos, algunos de carácter burlesco. La característica más importante del Gato de Schrödinger reside en estar a la vez vivo y muerto, en no estar ni vivo ni muerto o en estar en una superposición de vida y muerte, según atendamos a unos u otros autores. Lo que se puede rechazar tajantemente es que el Gato de Schrödinger esté vivo o muerto, pues tal trivialidad difícilmente hubiera dado lugar a un mito de esta trascendencia.
A pesar de que en principio pudiera parecer que su naturaleza está emparentada con las contradicciones de la filosofía Zen o del budismo, en realidad todas las referencias encontradas sobre él insisten en la ausencia de contradicción, puesto que la razón de que el gato esté en un estado de superposición entre vida y muerte se debe a que el narrador no puede decir una cosa ni la otra sin entrar en contradicción. También debe rechazarse toda conexión con las leyendas de Hamlet o del Cretense Mentiroso, ya que no hay indefinición ni autorreferencia. Esta carencia de referentes anteriores hacen del Gato de Schrödinger uno de los mitos más extraños, oscuros y difíciles de interpretar.
El secreto del gato es una pequeña partícula, un ser del que no sabemos si es o no es. En el primer caso el gato está muerto, mientras que en el segundo, no. La simbología asociada al mito deja claro que no sabemos eso porque la partícula todavía no se ha definido y lo hará cuando la vayamos a observar.
Existe un manuscrito de carácter críptico, conocido como la desigualdad de Bell, que explica la validez del mito, aunque no aclara su interpretación. En este manuscrito se relata, de forma alegórica, una leyenda que ilustra cómo un ser puede no tener definida su esencia hasta que es observado. La historia, traducida a un lenguaje moderno más asequible, es la siguiente:
Atenas y su ciudad gemela Saneta son exactamente iguales, y cada una cuenta con 10.000 personas. Una Esfinge, llamada Observador o Interacción, busca hombres en Atenas y hombres de nombre Sócrates en Saneta. Cuando termina el día, y sin que le quede a nadie por observar, cuenta que ha encontrado 3.000 hombres en Atenas y 6.000 Sócrates en Saneta. El texto entonces trata de explicar la aparente contradicción apelando a un poder de la Esfinge, que obliga a la realidad a pasar de un estado de indefinición a uno definido según qué se quiere observar. Según la Esfinge mire de cerca a una persona con la intención de ver si es hombre o la mire con la intención de saber si es Sócrates, esa persona se encarna en un hombre cualquiera o en uno llamado Sócrates según reglas que no son las que sabemos intuir los mortales.
Las representaciones modernas son a menudo burlescas y contradictorias:
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