En este grabado antiguo se aprecia una versión de la leyenda de los Gemelos de Einstein
Son así llamados porque su origen se atribuye al famoso físico del segundo milenio. Se trata de los protagonistas de una leyenda de fines didácticos, con la que allá por los comienzos el siglo 20 se intentaban hacer comprensibles las nuevas influencias del relativismo, que se introducía lentamente y que finalmente suplantaría a los ya viejos mitos newtonianos.
Según la versión más extendida, dos gemelos idénticos se separan cuando uno de ellos comienza un viaje con retorno, que será largo o corto, según a quién preguntemos. El gemelonauta va a bordo de una nave mágica que lo acelerará hasta velocidades cercanas a la de la luz para luego traerlo de regreso a la Tierra. Cuando se reencuentran, el gemelo que se quedó en casa ha envejecido 20 años, mientras que para el viajero solo ha pasado uno. La leyenda no elabora ninguna enseñanza sobre la vida de los gemelos a partir de entonces, sino que se centra en las extrañas vicisitudes que aguarda a la humanidad cuando se adentra en los nuevos misterios de la relatividad.
La leyenda puede leerse como parábola. La naturaleza entrega a ambos gemelos una misma velocidad en el espacio-tiempo para que hagan uso de ella. El gemelo sedentario la ahorra y solo se mueve en el tiempo, mientras que su hermano usa una parte para moverse en el espacio y descubrir maravillas. De esta manera le queda menos velocidad para moverse en el tiempo. Cuando se vuelven a ver y la naturaleza les pide cuentas de sus acciones, el viajero parece haber sido premiado con una vida más longeva por haber hecho una buena inversión con su velocidad. Pero la enseñanza de la parábola es, en realidad, mostrar la falsedad de esta apariencia. El viajero no ha ganado juventud respecto del sedentario, simplemente ha vivido menos. Ambos gemelos envejecen con igual rapidez, solo ocurre que sus referencias temporales se separan.
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