Revista Cultura y Ocio

Los mitos de la Reconquista II

Por Cayetano
Los mitos de la Reconquista II
 De la exageración al mito. 

Cuando se habla de la Reconquista, nos imaginamos un conflicto continuo y encarnizado entre cristianos y musulmanes. Nada más lejos de la realidad. Hubo más períodos de tranquilidad, cooperación y paz que de guerra. Eran frecuentes también las peleas y disputas entre los diversos reinos cristianos. Y en estas peleas entre “hermanos”, nunca mejor dicho, no faltaban las traiciones y las puñaladas traperas por la espalda incluso entre los miembros de una misma familia. Ahí tenemos el caso del rey Sancho II de Castilla asesinado en el “sitio de Zamora” por el noble Vellido Dolfos, con la colaboración de doña Urraca, hermana de Sancho:
¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, 
no digas que no te aviso, 
que de dentro de Zamora 
un alevoso ha salido; 
llámase Vellido Dolfos, 
hijo de Dolfos Vellido, 
cuatro traiciones ha hecho 
y con esta serán cinco. 
Si gran traidor fuera el padre, 
mayor traidor es el hijo. 
Y posiblemente la connivencia del rey de León, Alfonso VI, también hermano, porque al no contar el asesinado con herederos, pasaron los dos territorios a propiedad del de León. Por cierto, que una cosa es matar a un rey decentemente, como mandan los cánones, en un combate singular y caballeresco y otra muy distinta, asesinarle aprovechando que el hombre estaba en cuclillas haciendo de vientre. No se le mata a uno cuando se está defecando, hombre. Eso es de mala educación y de poco estilo. No obstante, en esto disienten los zamoranos, para los que el noble no fue un traidor sino un héroe. Normal. A nadie le gusta que asedien su ciudad. 
El Cid  Y en esto aparece el Cid, con esa chulería y altivez característica de los marines y de los amigos de la sociedad del rifle. No sé por qué, pero en vez de bajito y moreno como correspondería a un español de aquel tiempo, se nos antoja alto, rubio y de ojos azules. Debe ser cosa del cine. Lo anecdótico del caso es que el noble se enfrenta al rey Alfonso al exigirle jurar que nada tuvo que ver en la muerte de su hermano Sancho. El rey accede a ello, pero enojado con Rodrigo lo destierra… 
 —Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado,  y no vengas más a ellas dende este día en un año.  —Pláceme, dijo el buen Cid, pláceme, dijo, de grado,  por ser la primera cosa que mandas en tu reinado.  Tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro. 
 La Jura de Santa Gadea es un episodio inventado. Nunca ocurrió, a juicio de Javier Peña Pérez, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Burgos (*) El mismo profesor dice que el caballero tenía la pretensión de convertirse en un reyezuelo tras jurar en 1087 no volver a servir a ningún rey. Sus miras eran el reino de Valencia, por lo que conminaba a los dueños de los castillos a que le pagaran a él directamente los impuestos bajo amenazas de quitarles sus propiedades. Con el fin de que los habitantes del lugar se rebelaran contra el auténtico rey taifa de Valencia, se fue haciendo paulatinamente con los campos de cultivo, reduciendo así la cantidad de productos agrícolas que entraban en la ciudad. Sobre el asunto de las hijas también hay mucha ficción. No se llamaban doña Elvira y doña Sol, sino Cristina y María. No hubo “afrenta de Corpes” ni deshonra alguna. Se casaron, y muy bien por cierto, con un conde de Barcelona y un príncipe de Navarra. El Cid también tuvo un hijo varón que murió siendo joven en el campo de batalla. Luego será el pueblo, a través de sus juglares y de la tradición oral, el encargado de ensalzarlo, mitificarlo y casi divinizarlo. (Más tarde también contribuirán a ello desde el imperio del celuloide Samuel Bronston y Charlton Heston). Bueno, tampoco hay que obviar a los valencianos. No debemos olvidar que el Cid mantuvo a raya a los almorávides y conquistó con sus propios guerreros el reino taifa de Valencia, reino que volvió a caer en manos musulmanas a la muerte del caballero.  _______  (*) El Cid: entre el mito y la historia. Javier Peña Pérez (Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el día 10 de Noviembre de 2011)   y El Cid. Historia, leyenda y mito, Javier Peña Pérez. Editorial DOSSOLES S.L. Burgos, 2000. 


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