Revista Historia

Los Modernos ingleses y franceses. ¿Dos herencias y un mismo espíritu?

Por Vguerra

Los Modernos ingleses y franceses. ¿Dos herencias y un mismo espíritu?

Escribía Michel Balmont en su trabajo sobre El Tuilage Maçonnique, acerca de ¿Si las palabras pronunciadas por los masones ingleses y los masones franceses son las mismas, y si estas no se refieren, en esencia, a las mismas realidades filosóficas, a los mismos conceptos, ideas y sistemas?

Digamos pues que la «letra del ritual francés es de origen inglés, no su espíritu y su significación».
Es evidente que esta frase pone patas arriba muchas consideraciones que están insertas en la semiótica y en la hermenéutica de las palabras, los gestos y los símbolos, o sea en el genoma masónico, lo cual debemos considerar con respecto a la historiografía que hemos ido construyendo.
Como ya he dicho alguna otra ocasión, y sobre todo con relación a mi último trabajo sobre la ritualidad de los Modernos en el siglo XVIII, en proceso de publicar, las dos cabezas de puente sobre las que pivota el nacimiento y desarrollo de la Gran Logia de Londres en 1717 de la llamada Gran Logia de los Modernos, fue por este orden: Inglaterra y Francia, con paradigmas políticos-religiosos tan cercanos como distintos los cuales se fueron dando en cada punto geográfico a su manera y propia idiosincrasia.
El Desarrollo en Inglaterra
Si bien en Inglaterra este desarrollo caminó hacia la consolidación de una monarquía parlamentaria, en medio de una omnipresencia religiosa trastocada en fondo y forma por la Reforma protestante, con muy diferentes matices y expresiones, activas como pasivas, que tuvieron su repercusión tanto en el seno de la sociedad civil, religiosa o política.
 Con una masonería que se desarrolla en el seno de un pragmatismo que aporta no solo el carácter u idiosincrasia nacional, sino también la situación geopolítica y religiosa, la cual para superar viejos esquemas debe partir de nuevos presupuestos ideológicos a través de actitudes como el marco liberal y latitudinario y la Religión Natural como marco de convivencia en cuanto a la pluralidad de creencias existentes, entre católicos y la amplia gama de creencias protestantes, y como, entre jacobitas y hannoverianos, etc.
Esta masonería inglesa del siglo XVIII no parece estar muy interesada en lo que creen o dejan de creer sus afiliados, de sobra lo sabe, pues el deísmo imperante es definido como «aquellos que creen en la existencia de un Dios o en un ser supremo, pero en parte niegan la religión, basando su creencia en la naturaleza y el método científico».[1].Por tanto, deben superar las barreras para que tanto un creyente, como un libertino no estúpido, o sea un Toland, por ejemplo, pudieran encontrarse, si se quiere bajo la figura del GADU; siendo fácil que se encontrarán sin mucho problema bajo el techo de la fraternidad masónica, pues sus refrentes dentro de las Luces, desde Hobbes a Locke, de Pope a Hume estaban insertos en las ambigüedades teológicas de ese deísmo amplio y plural el cual reunía muchos matices.
Esta orto-praxis va a impregnar a toda la masonería inglesa del siglo XVIII, la cual se va desarrollar dentro de un nuevo paradigma desde las perspectivas religiosas que llegan de la mano de la Reforma protestante, intentando dejar atrás la remora católica que prendió llama en los Old Charges, que aun siendo en parte trasmutados al orden religioso imperante en ese momento que era de carácter protestante, el cual oscilaba entre el templado y conciliador anglicanismo o un neutral luteranismo pasando por la acérrima militancia calvinista o incluso la metodista, pero los Old Charges, pero pese a todo todavía despedían un cierto olor a incienso católico, y que en parte propalaban los supervivientes del naufragio de los gremios operativo cuando entraban en los cuadros masónicos de la Gran Logia de Inglaterra.
Serán los gentlemans y sus famosas logias especulativas quienes transmitan el nuevo paradigma que va desarrollarse a partir de la fundación de la Gran Logia de 1717, basando su futuro desarrollo sobre todo en dos conceptos: el latitudinarismo y la Religión Natural, los cuales serán la marca indeleble de actuación de los llamados Modernos, unas veces en espíritu y otras veces en palabras.
Porque llegados al momento  de 1751, los llamados  Antiguos, estos no harán otra cosa que recoger las pretéritas llamas del catolicismo que todavía prendía en el seno de las culturas rurales británicas y las bases inmigratorias de escoceses e irlandeses católicos, que propalarán su creo noaquita sin mucho problema a partir de 1751 mediante su nueva fundación, denominada la Gran Logia de los Antiguos.

 En este sentido no estaría demás a acercarse a la obra muy desconocida por casi todos, de Locke: The Reasonableness of Christianity.
Por tanto, el desarrollo ritual de los Modernos ingleses que nos ha ido llegando de manos de las distintas divulgaciones dejan ver un grado potente y patente deísmo, pero alejado de paradigmas sacrales, iniciáticos o de tintes místicos, digamos que en líneas generales, el pragmatismo británico se va dejar ver en variadas referencias, o sea el GADU puede ser Dios, pero está exento de la apoyatura dogmática y de la presencia de la religión y la iglesia, luego eso en el siglo XIX sufrirá en la propia Inglaterra un vuelco importante abandonando esas actitudes por otras más dogmáticas.

Por otro lado la incorporación a la fraternidad masónica en la masonería inglesa del siglo XVIII, será en base a la Aceptación, una sencilla ceremonia cuyas dos referencias a modo ritual serán aportadas, por un lado, por los Old Charges, y la calvinista Mason´s Word, evidentemente al margen de posibles contextos místicos y pruebas iniciáticas o similares, desarrollándose dichas ceremonias de aceptación en el ambiente que prestaban las estancias en semi-penumbra o en habitaciones semi a oscuras, donde se realiza la ceremonia de Aceptación.
No hay Pruebas de Tierra, ni elementos sacralizados, más allá de la creación de un cierto corpus simbólico ceñido a las herramientas canteriles que son la referencia primordial y un vaso de agua para calmar la sed y la ansiedad.
Es evidente que esto que expongo es una narración lineal, y que debe ser conformada a través de registros documentales y rituales, que den consistencia al relato que intento trasmitir, pero eso fruto de otro largo proyecto de investigación. Hoy solo deseo dejar patentes estas reflexiones.
El Paso del Canal de la Mancha.
Esa categorización deísta, como nos planteaba Michel Balmont, digamos que en parte pasó al Continente a través del Canal de la Mancha en forma de letra, pero no el espíritu, y aunque este último hubiera pasado, las condiciones del magma social político y religioso al otro lado de dicho estrecho marítimo no eran iguales, ni tenían, ni se partía de las mismas condiciones.
La herencia de los Modernos pasa al continente, pero con ella pasan a su vez las contradicciones y condicionantes, como las que se dieron con las revueltas jacobitas, que tal vez pasado el tiempo hubieran tenido mejor acomodo en la masonería de 1751 que va a desarrollar Dermott y sus Antiguos. 
Esta es una incógnita pendiente de resolver. ¿Se anexionaron los jacobitas ingleses, irlandeses o escoceses a la segunda Gran Logia de 1751? O acaso ¿había más componentes que la pura creencia o ascendencia religiosa.? 
Está claro que la componente pragmática y latitudinaria que podía llevar la masonería inglesa en su camino hacia la Francia católica se va desvaneciendo tras diversos desastres geopolíticos, pero es cierto que los jacobitas pasan con sus preceptos y arquetipos a las tierras y a logias galas, y los protestantes ingleses en Francia no son una fuerza, ni resultan ser muy apreciados pese a sus buenas posiciones económicas y sociales de muchos de ellos, pero constituyen a su vez una fuerza motriz de nuevo cuño aunque no deja de ser cierto que los masones franceses viven dicha masonería a veces a modo de una fruslería social.
La Francia católica parece pronta a  fagocitar los pragmatismos ingleses y los va permutando inexorablemente por un mix que se irá recomponiendo y remodelando a lo largo del siglo, las fuerzas centrifugas de una Francia católica se van a dejar notar con la llegada de las corrientes esotéricas que se irán cruzando en el quehacer masónico del siglo, dotando a este corpus inicial de una serie de mutaciones que irán como constreñidas  al  desarrollo de diversas  temáticas como las actitudes caballerescas, el desarrollo de mito Templario, etc.
El GADU ya no será el paraguas acogedor del pragmatismo inglés en el seno de las logias, bajo el cual trabajan creyentes, así como los ateos estúpidos o libertinos, digamos que las Luces en Francia operaran de otro modo, digamos que su ascendencia se materializa de una forma más radical, creando axiomas paradigmáticos, así el GADU no es solo creer en Dios, sino que además lleva parejo la idea de la Religión y la Iglesia, este no es un paraguas, sino un ideal delimitador de actitudes.
Los rituales pragmáticos, que los ingleses en su tierra habian dejado de elaborar en la década del 1760; en Francia tiene otro tono, su irrupción a largo de todo el siglo XVIII, bien como exposures o como plenos rituales que promueven las Grandes Logias, comienzan a mostrar la tendencia místico-esotérica que le prestan otras corrientes de pensamiento, bien las escuelas herméticas, bien las fraternitas rosacrucianas, que si bien en Inglaterra se habian contenido al ámbito personal e íntimo del masón, en Francia pronto estas corrientes pasarán con armas y bagajes a los rituales.
En ese estadio se produce la mutación de la Aceptación inglesa mediante la Mot del Mason para el ingreso en la masonería, a la articulación e imparable de una ceremonia de Iniciación,la cual se va reelaborando en cada ritual, dotándose y enriqueciéndose de elementos místicos esotéricos para de alguna manera crear una atmosfera seudo religiosa que va a perseguir de fondo a la masonería francesa.
Cuestiones que se dejan notar no solo en ese viraje hacia elementos cuasi religiosos para conformar un centro nuclear como la Iniciación, pero no como parte de los ritos de paso dentro de las corrientes paganas o sincréticas, sino que lo hace asumiendo elementos eminentemente esotéricos y místicos, creando en el seno de esa masonería paradigmas novedoso como la Prueba de la Tierra, para de este modo cerrar el círculo que algunos autores han denominado como la religión paralela, yo no diría tanto, pero sí que se puede decir que se camina hacia un cierto paralelismo cuando menos seudo  religioso, lo cual incide bastante en lo expuesto no hace mucho por François Cavaignac: mejorar al hombre como a la sociedad
La ceremonia de Iniciación, los viajes y sus sentidos, la mistificación salomonense e hirámica, creando al modo bíblico diversas míticas en base a exégesis vengativas, difíciles de gestionar desde posiciones abiertas. Algo que empezó en suelo inglés pero que terminó de culminarse en Francia.
Donde hallamos una total incidencia de la mítica bíblica y la aparición de un cripto-catolicismo dentro del llamado escocismo y sus Altos Grados, lo cual hace que la herencia de los Modernos en Francia tenga otro sesgo, aparecen los juramentos, las biblias y los VLS,  se trasmutan los pragmáticos pedestales ingleses en católicos altares, las espadas toman prestadas formas y simbolizaciones bíblicas, la lucha ya no está en pelear por el espacio ante nuevo competidor en cuanto a las estructuras orgánicas, sino muy al contrario en no perder la referencia de los usos primordiales.
Eso es lo que lleva a Röettiers de Montaleau, en su codificación de 1786 de los usos de los Modernos, y que, pese al catolicismo de su impulsor, el modelo conseguido quiere retomar en parte  a las esencias pragmáticas de origen, donde el GADU no tiene un peso asfixiante, puesto que este no se enraíza en una creencia o en una religión o una iglesia, que pregonaba por ejemplo el Conde de Clermont.
Algo que volverá a suceder unos años más tarde de poner en pie el Regulador del Masón, cuando de la mano del Príncipe Murat echará abajo el trabajo conformado en base a su reforma ritual, cuando de nuevo se declamará una vez más la catolización del ritual de los Modernos.
Estas son pues las dos moliendas, tan distintas como puede la de los Modern english, como la proveniente de los Modernes français, donde los axiomas y paradigmas, aunque parecidos en la letra, digamos que el espíritu es muy distinto, lo mismo pasará a lo largo del siglo XIX, la derivas francesas e inglesas de los Modernos se bifurcarán y tomarán caminos muy distintos y distintivos: Inglaterra hacia modelos más dogmáticos y estandarizados, y Francia hacia modelos más inclusivos y plurales.
Esta es una realidad, y mi idea es hacer ver que la historia no es tan lineal y plana como nos han ido contando donde las tendencias de los Modernos parecen ser una continuación unos de otros independiente de tiempos y países, porque si bien había una letra y un espíritu, los actores, los tiempos y los escenarios fueron distintos, como distintos fueron los resultados, que es lo que ahora analizo.
Victor Guerra. MM.
Presidente Circulo de Estudios Rito Francés Röettiers de Montaleau

[1]Corfe, Robert. Deism and Social Ethics: The Role of Religion in the Third Millennium. Arena Books2007.

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