Título: Los muertos viajan deprisa
Autores: Nieves Abarca y Vicente Garrido
Editorial: Ediciones B
Género: novela negra, policíaca, intriga
Páginas: 448
Publicación: febrero 2016
ISBN: 978-84-666-5781-5
Los criminólogos Vicente Garrido y Nieves Abarca forman el tándem literario más aplaudido de la actual novela negra, y los libros protagonizados por Valentina Negro, una bellísima y violenta inspectora de policía, cuentan con una auténtica legión de lectores.Tenía aún pendiente de publicar la reseña de esta novela que leí en verano y que compré gracias al dinero del Tarro-Libro del año pasado. Una novela que mantiene la esencia de las obras anteriores de Nieves Abarca y Gonzalo Garrido (Crímenes exquisitos, Martyrium y El hombre de la máscara de espejos) y que nos vuelve a poner frente a un nuevo caso de la inspectora Negro y de su inseparable Sanjuán. ¡Y menudo caso!
Los muertos viajan deprisa es una invitación a asomarse a las debilidades humanas y una reflexión sobre los motivos que pueden llevarnos a la maldad. Un relato extraordinario que va más allá de cualquier etiqueta de género.
La historia —que toma su título de una cita de Bram Stoker— arranca con un brutal asesinato a bordo del Tren Negro, en el que varios escritores se dirigen a un famoso encuentro de literatura policíaca. Tras este crimen vienen otros, siempre llenos de simbolismo. La inspectora Negro y su inseparable compañero, el criminólogo Javier Sanjuán, tienen que averiguar quién es el enigmático asesino de escritores. Mientras tanto, un peligroso violador de adolescentes, capturado en el pasado por Valentina, ha escapado de la cárcel, complicando aún más la situación.
Los autores mantienen el efectismo de los asesinatos de entregas anteriores pero, en este caso, nos llevan en un tren negro al mundo de los escritores de narrativa policíaca. El guiño metaliterario es perfecto y permite reflexionar no solo sobre el quehacer de quienes se dedican a escribir este tipo de novelas sino, también, sobre todo lo que tiene que ver con el mundo editorial, las semanas negras, los encuentros con autores y la propia relación de los escritores entre sí. No sé si lo aquí descrito refleja en algo la realidad o los caracteres y situaciones se han forzado para dar consistencia a la trama y la ambientación negra pero... ¡madre mía lo que se cuece por ahí!
La verdad es que me ha encantado este enfoque metaliterario de la novela negra, creo que funciona muy bien como trasfondo de la trama y, lo que es aún mejor, hará las delicias de los lectores del género (entre los que me incluyo) porque les ofrece una nueva perspectiva de sus novelas favoritas.
Como decía, se mantiene el efectismo y el toque gore que los autores siempre incluyen en sus novelas. En este caso, echan mano de instrumentos de tortura medievales, así que no digo más sobre el horror que su uso como herramienta para los asesinatos cometidos en el libro puede llegar a generar en el lector
De igual modo, también se mantiene la trama que tiene que ver con la protagonista, la inspectora Valentina Negro, y su relación sentimental con Javier Sanjuán. Es una parte que a mí me sigue pareciendo un extra que añade ciertos datos a la configuración de los personajes pero de la que podría prescindirse perfectamente.
Y continúo en mis trece: de lo que sí se podría prescindir perfectamente (es más, debería prescindirse) es de la machacona insistencia en la belleza de Negro. Si es buena en su trabajo (y lo es) y la novela habla, precisamente, de su trabajo... ¿a qué tanta insistencia con su aspecto físico? Personalmente, me cansa.
Por lo demás, la novela está llena de intriga, de acción, de asesinatos sorprendentes, de preguntas y, esta vez, cuenta con el morbo añadido del universo de los escritores. Todo un regalo, una vez más, para los lectores, ya fieles a Negro, Sanjuán, Abarca y Garrido.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 90/100
- Reto Sabuesos: 8