Revista Cine

Los Muppets

Publicado el 16 enero 2012 por María Bertoni

Los MuppetsLas criaturas del fallecido Jim Henson y la reedición del show que décadas atrás supieron hacer por televisión conforman lo mejor de Los Muppets, película de Disney que la cartelera porteña estrenó el jueves pasado. En otras palabras, la Rana René y compañía enfrentan con mejor tino los ambiciosos planes del malvado Tex Richman en la ficción que las consecuencias reales de haber pasado a manos del emporio del viejo Walt.

Desde esta perspectiva, algunos imaginamos que la historia pergeñada para explicar el regreso de los Muppets es absoluta responsabilidad de los nuevos dueños del producto. Para empezar, Amy Adams y Jason Segel reúnen las características físicas presentes en la reencarnación edulcorada de otros personajes explotados por Disney: Cenicienta o La Bella Durmiente con sendos príncipes azules por ejemplo.

A la cuestión estética se le suma la clásica exacerbación de bondad que suele representarse con expresiones ñoñas, por momentos bobaliconas. En el mundo Disney los good guys a lo sumo se desilusionan y/o sufren; rara vez se enojan fuerte o recurren al exabrupto emocional. Curiosamente, los guionistas tienden a confundir nobleza con excesiva ingenuidad.

Hasta que el show sale al aire, es decir, durante la primera hora de proyección, la película dirigida por James Bobin (vaya apellido) se hace larga. Los humanos Mary y Gary ocupan demasiado espacio en una propuesta donde (algunos espectadores supusimos) los Muppets tendrían todo el protagonismo. En segundo lugar, también molesta la insistencia en explicar una y otra vez el motivo de reunión de los títeres de Henson, como si la sola ocurrencia de reanimarlos resultara poco pertinente o atractiva.

Por otra parte, algunos espectadores rechinamos los dientes ante un audio latino que descuida los nombres localizados de los personajes (¿por qué el trabajo de doblaje no incluyó la traducción de “Kermit” por “René” y “Foozie” por “Figaredo”?), y ante la intervención de actores de carne y hueso que no resisten la comparación con quienes participaron del clásico programa en los años ’70 (Chris Cooper y Jack Black son quienes más se lucen de la lista de famosos intervinientes entre los que figuran Emily Blunt, Alan Arkin, Rashida Jones, Zach Galifianakis, Jim Parsons y ¡el centenario Mickey Rooney!).

Ni siquiera los cameos de Whoopi Goldberg, Neil Patrick Harris, Judd Hirsch y John Krasinski resultan muy graciosos. Lo mismo se aplica a la parodia que Miss Piggy y la mencionada Blunt hacen de El diablo viste a la moda.

Por suerte, los Muppets hacen gala de su vitalidad original en el espectáculo que los devuelve a la televisión en la ficción y a la pantalla grande en nuestra vida real. Quienes los disfrutamos cuando éramos chicos celebramos las ironías de los viejos críticos, los gags del mosquito tira-bombas, el número coral de las gallinas blancas, las piezas musicales ejecutadas por el saxofonista pelilargo, el baterista iracundo y el perro pianista.

Cabe preguntarse, eso sí, si las criaturas de Henson son realmente capaces de entretener a quienes son niños hoy. Mal que nos pese, es probable que los cráneos de Disney conozcan la respuesta.

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Los Muppets
PD. Toy story. Small fry se llama el corto que precede la proyección de Los Muppets. La mini-aventura protagonizada por Buzz Lightyear conforma una especie de combo con el largometraje principal, y paradójicamente propone una mirada crítica sobre las cadenas de comida rápida: específicamente sobre aquéllas que venden menúes o “cajitas felices” con juguetes gratis para fidelizar al público infantil.

A priori, quienes detestamos esta estrategia comercial celebramos el nuevo mensaje de Pixar que de alguna manera retoma la moraleja de Toy story 3: valorar y cuidar los juguetes que formaron parte de nuestra infancia; distinguirlos de aquéllos impuestos con fines espurios. Dicho esto, nos preguntamos cuánto se diferencian las corporaciones que lucran a gran escala con los chicos: llámense Mc Donald’s, Burger King, Disney o Pixar.


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