Los negociadores

El Sr. Rodríguez Zapatero y el Sr. Eguiguren negociaron con ETA incluso antes de ganar las elecciones macadas por la tragedia del 11-M. Mientras el leonés errante firmaba el pacto por las libertades y contra el terrorismo, la formación política que lideraba se movía en las cloacas del entorno etarra preparando la futura política socialista en el mal llamado conflicto vasco. Y así se hizo, así se pasó a tener un concepto de estado discutido y discutible para el hombre del talante, que manejó los hilos del Tribunal Constitucional para que la banda pudiese obtener representación parlamentaria, a cambio del alto el fuego permanente. Permanente, hasta que las condiciones del “estado opresor” se modifiquen de un modo que no resulte conveniente la paz y mejoremos los índices de empleo en Euskadi por la contratación de escoltas para proteger a quienes decidan pensar con libertad. Porque en el fondo, es de lo que se trata, de ser libres para decidir, pensar y votar, o de no serlo. De vivir bajo el temor de los asesinos, o no. De pensar de un modo políticamente correcto o arriesgarse a que le descerrajen a uno un tiro en la nuca. De hablar de todas las víctimas a diferenciar entre asesinos y asesinados. Y esta es la ignominia a la que hemos llegado a día de hoy; no es suficiente acercar los reclusos o mejorar las condiciones penitenciarias de los asesinos, sino de hablar de víctimas entre quienes empuñaban las pistolas para disparar por la espalda a ciudadanos inocentes. Y todo eso es lo que han propiciado desde hace ocho años los dos sujetos que ilustran la fotografía en nuestra entrada de hoy. Además, Eguiguren lo ha manifestado con claridad meridiana, por mucho que lo desacredite D. José Blanco que reparte su tiempo entre solucionar estos problemas domésticos y los suyos particulares con el tema de la gasolina. Después prohibiría en nombre de la libertad, que ya es curioso, pero eso sería otro tema diferente.