Mucho se habla del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) pero, aun con toda esa información, el sistema educativo no ha comprendido totalmente cuáles son las necesidades de los niños con TDAH. En especial, desconocen qué modificaciones se necesitan tanto en el contexto del aula como en el contenido, para que el niño pueda desarrollar su potencial académico y social dentro de la escuela.
Una nueva investigación de la Universidad de Florida examinó el principal enfoque que se usa en el aula con los niños con TDAH: tranquilizarlos y ayudarlos a que permanezcan quietos. Y paradójicamente lo que más funcionó fue la intervención opuesta, la que les ofreció un espacio para canalizar su energía y ayudarlos a mantener sus niveles de atención. Según la investigación esto se debe a que el movimiento actúa como un mecanismo que facilita el funcionamiento de las habilidades ejecutivas y la memoria de trabajo.
Scientific American en español escribió un reportaje de esta investigación y aquí les presento los fragmentos más importantes:
“Las intervenciones que van dirigidas a reducir la hiperactividad son justo lo contrario de lo que deberíamos hacer con la mayoría de niños que presentan TDAH”, señala Mark Rapport, de la Universidad de Florida Central y uno de los autores del estudio. Y aclara: “El mensaje no es que les dejemos correr por toda la habitación, pero sí se debe facilitar su movimiento con el fin de que puedan mantener el nivel de alerta necesario para las actividades cognitivas”.
Si bien se sabía que el movimiento excesivo es una característica de los niños hiperactivos, el reciente trabajo aporta como novedad que estos se mueven cuando han de utilizar las funciones ejecutivas del cerebro, sobre todo, la memoria de trabajo. En breve, su movimiento tiene un propósito.
“Hemos descubierto que cuando estos niños están en movimiento, la mayoría de ellos funcionan mejor”, señala Rapport. “Deben moverse para mantener el estado de alerta”. No así los alumnos sin TDAH: aquellos que también se movieron durante las pruebas cognitivas obtuvieron el efecto contrario, su rendimiento fue peor.
Lee el artículo completo en la versión en español de Scientific American.