Los métodos de crianza no solo parecen cambiar con respecto a las generaciones o las diversas culturas, actualmente con solamente moverse de territorio se pueden encontrar grandes cambios de conducta en los niños, la sorpresa surge de reconocer que los niños franceses son mucho mejor portados que, por ejemplo los españoles, y muchos investigadores se han preguntado los motivos.
La periodista estadounidense Pamela Duckerman, desarrolló para el caso un artículo de investigación que intenta interpretar los motivos por los cuales los padres franceses son mejores que los del resto del mundo, o acaso, por qué sus niños son más obedientes, tranquilos y respetuosos que el resto. La mujeres es esposa y madre de tres niños, vive desde hace tiempo en París y es allí dónde descubrió que sus amigas francesas no tenían ningún tipo de inconveniente en tratar con sus hijos, que sus casas estaban mejor organizadas porque los niños ordenaban, que nunca tenían que discutir por alguna indicación.
Los niños franceses no encuentran problema para irse a dormir a horario, quedarse en sus habitaciones, comer toda la comida y no hacer berrinches en la mesa, guardar silencio cuando deben, no desobedecer y portarse bien en todos los entornos, ya sea que hay visitas o cuando se va de compras al supermercado, todo eso sin perder claro, todos los matices infantiles que los convierte en niños, por lo que la autora pudo reconocer que existe una gran brecha entre los métodos de crianza anglosajona y la que se aplica en Francia.
La razón al parecer radica en que los franceses son padres un tanto más estrictos o estructurados, tienen a bien enseñar a sus niños a portarse bien en sociedad, tengan la edad que tengan, cuentan con juicio y paciencia, cosa que los pequeños en general no conocen sino hasta tener mucha más edad. En base a todo eso y a sus propias experiencias es que escribió el ensayo titulado “Criando a un bebé: una madre americana descubre la sabiduría de los padres franceses”.
Druckerman explica en sus propios términos:
“Pronto me di cuenta de que los padres franceses habían logrado una atmósfera muy distinta en su vida familiar. Cuando nos visitaban familias estadounidenses, los padres pasaban generalmente una buena parte de su tiempo arbitrando en las peleas de sus hijos, ayudando a los más chiquitos a caminar por la cocina o arrojándose al piso para construir con los Lego [ladrillos de plástico]. Cuando venían familias francesas, los adultos tomaban un café mientras los niños jugaban solos, muy contentos”…”no son perfectos”…”tienen secretos de educación que realmente funcionan”.
El secreto entonces estaría en que los padres franceses comienzan a inculcar sus mismos valores de vida a sus niños desde edades muy tempranas, hablan con ellos, les leen, los llevan a aprender deportes, a aprender danza, al zoológico, pero solamente cuando es viable y cuando lo merecen, en cambio el resto de los padres viven bajo términos que aplican “el servicio constante a los niños”, atendiendo a todos sus caprichos, al parecer es eso lo que los vuelve tan dependientes.
Los franceses tampoco acceden de inmediato a las exigencias de sus hijos, la palabra “no” es utilizada a tiempo para que ellos tengan la oportunidad de aprender a tener paciencia, así mismo son muy estrictos con ciertas reglas que incluyen los momentos de alimentación, de higiene, la hora de ir a dormir y los tiempos de juego, entre otros.
De forma concreta debemos analizar entonces que los niños franceses se portan mejor porque reciben una crianza mucho más estructurada y fuerte que el resto de los niños, algo que quizás no siempre sea bueno.
The Observer, diario británico, escribió en respuesta al artículo de Druckerman:
“(Un niño) es un hombrecito listo para ser formateado por sus padres y, sobre todo, por la escuela. Debe ser encuadrado, conformarse a un marco preciso y frecuentemente rígido que coloca a los buenos modales y a las matemáticas por encima de la creatividad y la expresión. Si un francesito hace una escena, no se lo disculpa so pretexto de que tiene derecho a expresarse: se le da una paliza y, si sigue, se lo manda al psicólogo”…”consternados por la rigidez asfixiante de las escuelas francesas, en las cuales aprender de memoria importa más que comprender, donde la creatividad está sujeta por el conformismo y donde lo que piensan los niños importa menos que su capacidad para expresarse en una gramática y estilo impecables”.
Las opiniones son variadas ya que hay quienes sostienen que los niños no deben ser tratados como soldados, y quienes dicen que ese tipo de educación rigurosa convierte a los pequeños en seres con los que es mucho más sencillo tratar.
Vía | Infobae
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Los niños franceses se portan mejor porque son criados con más disciplina