Prácticamente todas las familias tienen una pequeña farmacia en su casa, analgésicos, antitérmicos, jarabes para la tos, ansiolíticos, pomadas y otros fármacos de tratamientos anteriores que sobraron y que se guardan “por si acaso”. Los medicamentos deben guardarse a buen recaudo y los niños no deben tener acceso a ellos, no se deben guardar en un cajón superior pensando que no tendrán acceso a él, los pequeños se las ingenian para poder alcanzar esas pastillas que tanto les llaman la atención y que pueden identificar como caramelos. Lo mejor es utilizar un botiquín o un pequeño armario que se pueda cerrar con llave.
Explicamos esto porque los fármacos suelen ser responsables de la mayoría de intoxicaciones que sufren los niños pequeños, y no importa si se trata de medicamentos que han sido recetados, se han adquirido sin receta en la farmacia o en herboristerías, algunos pueden resultar muy tóxicos y sus consecuencias por una sobredosis pueden ser fatales.
Generalmente los niños de hasta 5 años de edad son los que más riesgos corren, al no tener sensación de peligro, tener mucha curiosidad, ganas de experimentar y considerar que las pastillas son como caramelos, provoca que quieran cogerlos cada vez que los tienen a su alcance, esto es algo que seguramente habréis experimentado con vuestros hijos. Otro tipo de intoxicaciones farmacológicas, aunque con menos frecuencia, son las causadas por los padres, proporcionar un fármaco equivocado o un error en la dosis es lo más habitual.
Evitar que los niños se intoxiquen con los fármacos no es nada complicado, la primera regla es mantener los medicamentos fuera del alcance de los pequeños, tener un mínimo de medicamentos en el hogar ya que cuanto mayor es el número mayores son los riesgos. Por otro lado, ocurre que en muchas ocasiones se guardan y no se supervisa la fecha de caducidad, y seguro que en más de un caso la mitad de los medicamentos almacenados deberían ser desechados por haber superado el límite de vida útil.
La medicación utilizada en tratamientos anteriores es preferible que se deseche, con ello se evitará acumular medicamentos que quizá no se vuelvan a utilizar o en el caso de que sean necesarios, hayan caducado. En lo referente a los jarabes para la tos, son recomendables aquellos que cuentan con un tapón especial de seguridad que los niños no pueden desenroscar. Sobre los comprimidos, es preferible adquirir los que se encuentran en blíster de forma individual que los que se presentan en botes, la razón es que son más complicados de manipular por los niños y además se reduce la cantidad que puedan tomar en el caso de haber logrado acceder a ellos.
A pesar de las precauciones que se puedan tomar, es posible que un niño tenga acceso a fármacos, sea por un despiste al haberlos dejado sobre una mesita, por no haber cerrado el cajón o botiquín con llave, etc. Si el niño ha tomado fármacos y se sospecha que puede sufrir una intoxicación, los padres no deben actuar por su cuenta, como por ejemplo intentar que el niño vomite o recurrir a remedios como la ingesta de leche, lo mejor es acudir al servicio de urgencia y si el caso es grave llamar al teléfono de emergencias, ya que las ambulancias suelen estar bien equipadas para proporcionar un primer tratamiento preventivo.
Sobre los síntomas que nos pueden hacer sospechar, además de la falta de fármacos, se pueden citar las náuseas, el dolor de barriga, alteraciones en el comportamiento, complicaciones para poder respirar, somnolencia, etc. Hay que tener respeto a los medicamentos y seguir los consejos que nos proporcionan los profesionales de salud, con ello se reducirá significativamente el riesgo de que los niños puedan intoxicarse por tomar medicamentos.
Foto | Jgoge
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Los niños no deben tener acceso a los medicamentos