El trastorno del desarrollo de la coordinación afecta casi al 6% de los niños en edad escolar. Consiste básicamente en un trastorno que les impide desarrollar al 100% la coordinación física. Tienen ciertas limitaciones para hacer cosas como atarse los zapatos, practicar educación física o caminar de forma correcta. Adquieren cierta torpeza que con la terapia adecuada puede llegar casi a desaparecer.
Un estudio canadiense reveló que los diagnosticados con un posible TDC eran tres veces más propensos que los niños normales a tener sobrepeso, y tenían un mayor riesgo de obesidad.
En el estudio participaron 1979 niños de 75 escuelas en la provincia de Ontario, a los que se les dio seguimiento desde cuarto hasta séptimo grado. Los investigadores evaluaron a los niños para ver si tenían el trastorno del desarrollo de la coordinación y midieron sus índices de masa corporal (IMC) así como el tamaño de la cintura.
Es factible que una mala coordinación haga que la apetencia de los niños a practicar una actividad física sea menor o nula. Y esto conlleva a un aumento de peso. Por ello hay que motivarlos y animarlos a practicar cualquier tipo de ejercicio. Aunque existen otros factores como el estrés familiar y los problemas socioeconómicos que también podrían tener algo que ver.
Otros expertos han señalado varios problemas que afectan a la investigación del trastorno del desarrollo de la coordinación. Apuntan al hecho de que no existen marcadores biológicos para esta afección; y los factores genéticos, si los hay, no se comprenden del todo. Además, su evaluación es problemática.