[6/10] En ocasiones, parece que los extremos se tocan y que los polos opuestos se atraen. Al menos, eso es lo que se deduce de la historia de Arthur y Baya, tan distintos y tan iguales en su manera de entender la vida. Él es un solterón que trabaja como experto en epidemias y que lleva una existencia anodina de pocas y ordenadas relaciones. Ella es una joven iconoclasta y desinhibida que se sirve del sexo para hacer la guerra a “los fachas”. Pero ahí se terminan las diferencias entre los dos protagonistas de “Los nombres del amor”, porque ambos esconden dolorosos secretos de la infancia y los dos deberán superar tabúes que les lastran en su búsqueda de felicidad. Michel Leclerc nos ofrece, de esta manera, una historia de amor y de maduración personal, alimentada sobre un humus racista en el que levanta la bandera de la tolerancia y se rompe una lanza a favor del socialismo francés.
Con montaje paralelo y ritmo vertiginoso, Leclerc abre su película presentándonos a dos individuos tan antagónicos como esquemáticos. Mejor dicho, habría que decir que el director les presta la palabra para que sean ellos mismos quienes nos cuentan quiénes eran sus padres, qué educación recibieron y cuáles fueron las circunstancias que les marcaron en su primera juventud. Ese rápido preámbulo que rompe la cuarta pared y que es tratado con distintas calidades fotográficas, y otros sucesivos rechazos de la lógica temporal que hacen convivir en el mismo plano, por ejemplo, al Arthur adolescente con el maduro… son quizá los momentos más sugerentes y atractivos de la cinta. Por otro lado, ya en esos primeros lances, Leclerc da muestras de un humor naïf pero corrosivo y de una afilada ironía que se mofa de lo políticamente correcto, de saber arrojar sus dardos contra la derecha política y de cargarse de sorna al tratar una mentalidad francesa narcisista y victimista.
Leclerc viene a decirnos que todos los nombres tienen su historia y su dignidad, que nadie es más valioso u original por llamarse de tal o cual manera… porque, bajo las apariencias y los silencios, en todos se puede esconder siempre un borrón del que no hay que avergonzarse… y también una capacidad de amar que no hay que ocultar. En su lucha contra tabúes y actitudes racistas, insiste en la necesidad de no olvidar el pasado ni encubrir la verdad de cada uno, pero también en “decir a cada uno lo que quiere oír” para reconfortarle (como hace Baya con la madre de Arthur, o éste con el padre de ella) o en estar dispuestos a ayudar siempre a los demás. Una cinta en que la máxima de “hacer el amor y no la guerra” que de la mano de Baya conlleva procacidad y exhibicionismo sexual, que se llena de metáforas de doble sentido con gansos a los que exterminar o gasear, y que termina con un leit motiv tan insistente como innecesario.
Al esquematismo de una comedia que nunca pretende cargarse de verosimilitud, se le añade un guión que avanza a buen ritmo pero que se repite con machaconería en sus invectivas políticas y sociológicas hasta resultar cargante y pesado. Buen trabajo fotográfico y ágil montaje para dos interpretaciones que salvan la cinta por su espontaneidad: Jacques Gamblin lo borda en un personaje un poco pánfilo, que siempre va a rebufo y que necesita urgentemente conocer quién es; mientras que Sara Forestier se distancia del papel de seductora en el amor que interpretara en la gran “La escurridiza, o cómo esquivar el amor” para adoptar actitudes mucho más provocativas y desvergonzadas… pero igualmente frescas y con la misma preocupación por la causa inmigrante. Una película que habla sobre los orígenes y la tolerancia étnica, que tiene sus mayores logros en la inteligente, ingeniosa y chispeante comicidad, y su más acusado defecto en lo reiterativo del guión. Al final, el espectador termina convencido de que las vidas de Arthur y Baya no son tan diferentes… y que las de todas las personas responden a “los nombres del amor”.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “Los nombres del amor”, película distribuida en España por Karma Films © 2010 Delante Films, Karé Productions y TF1 Droits Audiovisuels. Todos los derechos reservados.