Es muy curioso lo que está pasando desde que la tecnología ha llegado a socializarse en nuestro entorno familiar y profesional. No nos hemos percatado, creo yo, de que hay cosas que son tremendamente frecuentes y que ya se asimilan como algo natural, como si formasen parte del paisaje y, por lo tanto, debieran ser aceptadas sin generar debate o reflexión alguna. El uso de las TIC's está generando unos nuevos comportamientos que, por su naturaleza incontrolable, constituyen nuevos tics, y por las consecuencias que acarrean, son claramente síntomas de mala educación. Vamos al lío con ejemplos prácticos y cotidianos:
1) Muchísimas personas acuden hoy en día a una conferencia especializada con el portátil, el tablet o un smartphone y no paran de escribir mientras el ponente se esfuerza durante una hora o dos en hacerlo lo mejor posible para enseñar a los asistentes. Lo curioso del caso es que, en muchas ocasiones, éstos han pagado dinero por escuchar lo que dice, pero no sueltan el ordenador ni aunque los maten, y claro, no se enteran de nada de lo que se está explicando. El conferenciante debe tener una sensación indescriptible al dirigirse a un montón de nucas que no sabe si están procesando correctamente la información que está dando, o si por el contrario están intentando ganar en el último minuto una puja en eBay. Juro yo por mi honor que cuando hablo en público me gusta mirar a la gente a la cara, y si veo que nadie me mira, es síntoma de que estoy aburriendo a las focas así que, en una situación como la descrita, el termómetro del éxito no me funcionaría ni a tiros. Y eso duele...
2) Hay cada vez más personas adictas al Outlook sin el cual no serían capaces de organizar su vida. Hay "profesionales aquí te pillo aquí te mato" que te hacen abandonar tu trabajo, levantarte del asiento e ir a un despacho cada 10 minutos. Y siempre lo hacen con la excusa de que es urgente, así que tú dejas todo, te levantas, te sientas enfrente y observas cómo, en vez de ir al grano, se dedican a responder emails en el ordenador y a contestar al teléfono durante minutos. Tú flipas por la pérdida de tiempo, te revuelves inquieto en la silla con la mirada perdida y tragas saliva. Luego, el interfecto se sienta contigo y se disculpa por el retraso pero cuando entra en harina, le llaman al móvil y se pone a hablar. Llegados aquí lo que más te apetece es levantarte, por maleducado y soplagaitas, pero tragas saliva. Cuando por fin concluye la perorata telefónica, comienza a decirte por qué te ha llamado (el 97,69% de las veces es una insustancialidad) y entonces llega el momento culminante: el led rojo de la maldita Blackberry se pone a parpadear, le ha entrado un correo y OMG, ¡se pone a leerlo y contestarlo!.
3) También es cada vez más frecuente estar en una reunión de trabajo o de negocios, todos trajeados, y concentrados en pillar un buen contrato. Se despliegan en la mesa los cuadernos, los portátiles por si hay que enseñar una demo o un documento, los bolis, y ¡los móviles!. Aparece un Nokia, una Blackberry, un HTC, otra Blackberry, otra Blackberry más (vaya negocio el de RIM), y tú que eres de la vieja escuela, que cuando estás a setas, estás a setas, sacas el móvil disimuladamente y silencias la llamada para no contestar a nadie. Y empieza el baile de las luces parpadeantes: uno tras otro cada teléfono empieza a recibir correos, alguno de los asistentes desconecta de la conversación y se pone a leerlos, tú te mosqueas y te preguntas ¿y cuando están cagando hacen lo mismo?. El sumum es cuando (y esto ocurre SIEMPRE) uno de los asistentes tiene la palabra, de repente suena la melodía de un pasodoble torero y el pollo deja de hablar y atiende la llamada como si el resto de la gente no existiera. Habla en voz alta (como si no tuviese el teléfono y necesitase comunicarse a gritos), cuelga, pide disculpas arguyendo que es debido a que sin él ni Dios en su empresa sabría lo que tiene que hacer, y continua la perorata que había comenzado.
Es incuestionable que el aumento del uso de las redes sociales ha influido de manera negativa en este sentido, de hecho si no haces lo mismo es porque no estás en la onda tio, que no te empanas, que hay que ser un profesional 2.0, y si no ¿cómo es posible que no estés tuiteando como todos en medio de la reunión en la que te estás jugando un contrato de 325.000 euros?.
Aún estamos en mantillas en el uso de las TIC's, por eso opino que es necesario crear unas reglas de uso para no caer en el abuso: entre todos deberíamos asumir un poco de responsabilidad para acabar con estas prácticas molestas e indeseadas porque ¿dónde está el respeto por el tiempo de los demás? ¿Dónde ha ido a parar la educación que se supone que hemos adquirido en la vida? ¿Quién nos ha enseñado a comportarnos así?. Chi lo sa...