Ray Loriga es uno de los autores que me hacen sentir mayor. Comencé a leerlo en la adolescencia y, a medida que pasan los años, él va madurando como escritor y yo voy sintiendo esa madurez en mi propia piel. No sé si me entendéis. Supongo que cualquiera que siga a un autor desde sus inicios siente el paso del tiempo.
Los oficiales y El destino de Cordelia son dos cuentos pequeñitos recogidos en una pequeñísima edición de El Aleph. Para mi gusto, un claro ejemplo de que, cuando eres un autor ya consagrado, puedes publicar lo que te apetezca. No lo digo por la calidad de la obra, sino por el hecho de que a un autor que empieza no se lo permitirían.
Sobre las historias, me ha gustado mucho más la primera que la segunda. A aquellos a los que les apasionó Tokio ya no nos quiere, puede que les defraude. Loriga sigue manteniendo un estilo que a mí me apasiona y que yo definiría como una narración a base de sentencias. De subrayar frases que calan y relees infinitamente. Sin embargo, estos cuentos están más próximos a Ya sólo habla de amor que a cualquiera de sus anteriores novelas, donde se nota esa madurez de la que antes os hablaba. Él mismo ha declarado su interés hace poco por autores clásicos como Azorín y eso, quieras que no, marca. Del rock a la literatura española de principios del s.XX hay abismos y quedan latentes a la hora de escribir.
Después de leerlo, me pregunto ¿hasta dónde le llevarán sus próximos pasos a Ray? Siento bastante curiosidad, la verdad.