Hay detalles logísticos de ciertas operaciones que son completamente desconocidos, pero que dan una idea de la calidad y de los costes de la sanidad pública. El transporte de algunos órganos para un trasplante puede requerir un taxi aéreo cuya factura ronda los 6.000 euros. Su uso depende de la distancia a la que haya que enviar la donación.
Cuando por carretera se tarda menos de tres horas, se hace por esa vía. Pero si es algo más lejos, ya se opta por medios aéreos. Los riñones aguantan más y se suelen transportar en vuelos regulares. Los especialistas de trasplantes, tras extraerlos, los meten en un bote de plástico esterilizado de unos 20 centímetros de alto. Luego, ese envase se introduce en una nevera de playa que se llena de hielo, se precinta y se identifica con un cartel amarillo que indica su origen y destino.
El coordinador de trasplantes del hospital comunica el envío al ejecutivo de guardia del aeropuerto y el órgano -sin demora ni manipulación ni pérdidas- es llevado directamente a la cabina del piloto. La mayoría de las veces el transporte se hace por Iberia.
Las compañías aéreas no cobran nada por esa contribución humanitaria a que el engranaje de los trasplantes funcione. Pero con hígados y páncreas -que aguantan menos tiempo sin trasplantarse- el Hospital Carlos Haya echa mano de un servicio de aerotaxi. El centro sanitario tiene acuerdos con un par de empresas.
Traer un órgano que se necesita para un enfermo puede costar unos 6.000 euros. Al año, solo para afrontar esta parte del coste de un trasplante, el Carlos Haya gasta unos 60.000 euros. "El aerotaxi lo paga el hospital del receptor", aclara el coordinador de Trasplantes de Málaga, Miguel Ángel Frutos. Es decir que si el Carlos Haya envía un órgano donado a Zaragoza, lo costean allí. Pero si la avioneta trae un hígado desde Barcelona porque hace falta para un enfermo de Málaga, la factura corre por cuenta del centro malagueño. Este sistema de aerotaxis es el que se usa también para los trasplantes renales cruzados. La razón es que el órgano que viaja ha sido extraído a una persona sana y los profesionales no quieren arriesgarse a que haya ningún fallo por el que pueda perderse, más aún cuando el programa está todavía en su fase de rodaje.
En el primer trasplante renal cruzado que se hizo en España -entre Barcelona y Granada- se desplazaron los donantes. Pero ese sistema generaba un problema a las familias que quedaban divididas porque tenían al enfermo (receptor) en una ciudad y al donante en otra. Se optó entonces porque viajen los órganos: la extracción se hace en el hospital del donante y el trasplante, en el del receptor.
Pero para ello es necesario un sistema rápido como el de un taxi aéreo. Aunque el Carlos Haya aún no ha hecho ningún trasplante renal cruzado, ya tiene experiencia en utilizar este servicio porque lo usa para el trasplante de hígados y páncreas donados. Todo este engranaje se basa en la apuesta que la Administración sanitaria hace por los trasplantes, en la entrega de decenas de profesionales, pero fundamentalmente en la generosidad de las familias que aceptan donar un órgano en un momento difícil de sus vidas.
Fuente: malagahoy.es
Ana Hidalgo