Atlético de Rafaela dejó de ser una grata sorpresa para convertirse en una realidad: después de siete fechas se mantiene dentro del pelotón que batalla por el liderazo del Apertura 2011. Mientras espera el trascendental Lanús-Boca, la Crema disfruta en soledad de la punta del máximo certamen del fútbol argentino. Infalible como visitante, el conjunto de Carlos Trullet sorprendió a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro: venció por 3-1 a un Ciclón que jornada a jornada ve como transita un camino con destino final de promoción, salvo algún cambio rotundo durante la temporada. La Crema sostiene su soñado comienzo de campeonato en dos pilares escenciales: un arquero infalible y una peligrosa dupla ofensiva.
Guillermo Sara es el encargado de custodiar con sus manos las ilusiones rafaelinas. Solo recibió cinco goles en todo el torneo y fue trascendental para impedir la caída de su arco en momentos desfavorables. Frente a Unión cumplió su mejor actuación: atajó un penal y contuvo los bombazos de los delanteros Tatengues. Rápido de reflejos, seguro en los centros e inteligente para estar siempre bien ubicado, frente a San Lorenzo tuvo una intervención que fue fundamental: a los 22 minutos del segundo tiempo atajó un cabezazo a quemarropa de Bernardo Romeo. Su gran respuesta fue decisiva: en la jugada siguiente la Crema marcó su primer gol.
Federico González y Darío Gandín se complementan a la perfección en una más que interesante dupla ofensiva. El talento incisivo de González, la figura del partido, generó peligro constante a la timorata defensa del Ciclón: quebró a la defensa por el sector derecho y asistió al hábil Chipi Gandín, quien con su contundencia y su frialdad facturó el primer tanto. Con el marcador igualado en un tanto, el veloz delantero de la Crema aprovechó un error infantil del fondo del Ciclón y volvió a desnivelar el resultado a favor del nuevo mandamás del Apertura.
Atlético Rafaela lidera con tres fundamentos sencillos pero claves para un presente inmejorable: orden, seriedad e inteligencia para disimular falencias y exaltar virtudes. Apegados al libreto de Carlos Trullet, el funcionamiento colectivo y el rendimiento exacerbado de las individualidades forjó un sueño que partido a partido se materializa y se va conviertiendo en realidad.