Los primates en la organización linneana
Figura POL-01. Macaca fasicularis Figura POL-02. Pan troglodytes, sin pelo. Figura POL-03. Hylobates lar
El
problema del hombre. Aun actualmente muchas personas encuentran particularmente
grosera la idea de clasificar al ser humano dentro del mundo natural, de
clasificarlo como un animal, como si tal epíteto los rebajara del centro del
universo que sus creencias socioculturales los han puesto. Muchas veces el agua
sucia se le hecha a Darwin y a la Teoría de la Evolución, pero en realidad el
problema del hombre en la naturaleza inicia con Linnaeus, al menos de acuerdo
con Enrs Haeckel, un famoso biólogo Alemán.
En
términos de ciencia moderna, Linnaeus fue el primer académico en clasificar al
ser humano dentro de un sistema de clasificación biológica. En su primera
edición de Systema Naturae, Linnaeus
creó el grupo Anthropomorpha “con
forma humana”, colocando a los monos y al ser humano dentro de este mismo
grupo.
No
tardaron en llover críticas desde la perspectiva académica, como las de Johan
Gottschalk Wallerius, Jacob Theodor Klein y Johann Georg Gmelin, señalando la
circularidad del argumento, ¿llamar al ser humano como perteneciente al grupo
de los animales con forma humana?
Lo
anterior conllevaba a una serie de consecuencias teológicas muy inquietantes en
primera instancia colocar al ser humano al mismo nivel de los monos degradaría la
posición superior del ser humano la cual se había asumido desde siempre en base
a dos fuentes de gran autoridad, la Gran Cadena del Ser de Platón, y la misma
Biblia donde claramente el ser humano había sido creado de una manera única como
centro, eje y objeto de toda la demás creación.
La
segunda consecuencia que aun hoy, inquieta de manera insoportable a algunas
personas es que si los humanos y los monos no se pueden distinguir en base a un
diseño único y diferenciable con claridad, significaría que los monos y los
simios fueron creados también a imagen de Dios. Esto era, es y será algo que muchos
nunca aceptaron.
Resulta
gracioso como este conflicto entre visiones de mundo tiende a asociarse con
Darwin 100 años después, como si él se hubiera sacado todo el concepto del
sobrero. La obra de Linnaeus demuestra que las ideas de que el ser humano hacía
parte del resto de la creación natural habían estado incubándose desde hacía
mucho como nos lo ha demostrado Linnaeus.
Es
evidente que las criticas teológicas en una época en la que la teología aún era
un factor político y legal peligroso “como lo demuestran otros dos autores de épocas
no muy lejanas Redi 1626-1697 y Galileo 1564-1642 comparados con Linnaeus 1707-1778”,
muchos filósofos naturales habían sido amenazados y encarcelados por sus “ideas
peligrosas”.
Por
lo anterior, Linnaeus debió explicarse con mayor claridad, así que en la décima
edición de Systema Naturae introdujo
los nuevos términos de Mamífero y Primates, en donde el segundo reemplazaría
a Antropomorpha. Esa publicación también
es importante ya que es el primer documento académico en el que se bautiza al
ser humano con el nombre científico con el que ha sido reconocido hasta el día
de hoy, Homo sapiens.
Más aún en su libro Dieta Naturalis Linnaeus fue tan lejos
como afirmar que los demás animales también poseían un alma y que la diferencia
entre ellos y el ser humano recaía en un diferente grado de nobleza.
Posteriormente Linnaeus
adicionó otras tres especies al género Homo. El primero basado en una
publicación de 1658 de Jacobus Bontius del hombre de las cavernas, al cual
clasificó como Homo troglodytes. La
tercera especie fue Homo lar descrita por Gunnar Broberg, Linnaeus creía que
Homo lar era más semejante al ser humano de lo que había sido descrito por su
descubridor aduciendo que probablemente fueran humanos vestidos con pieles de
simios para espantar a los colonos y exploradores de Europa.
Posteriormente futuras re-descripciones
de Homo lar condujeron a su reclasificación fuera del género Homo, la especie se nombró luego como Lar
gibbon y actualmente se conoce como Hylobates lar.
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