Revista Opinión

Los "progres" son una plaga

Publicado el 30 enero 2022 por Franky
Ser auténtico progresista es una bendición para las personas y las naciones porque ellos luchan por el avance y el progreso humano, pero en nuestro mundo existe una tribu de sectarios arbitrarios sometidos, que se autoproclaman "progresistas" sin serlo, a los que los demócratas llamamos despectivamente "progres". En España son muy abundantes y son una plaga dañina que debilita, divide y empeora a los pueblos y naciones. En realidad son falsos progresistas que esconden, tras su pretendido culto al progreso, un espíritu retrógrado y un profundo miedo a la libertad y a las exigencias del mundo competitivo. No suelen tener huevos u ovarios suficientes para luchar y prosperar en la sociedad y prefieren vivir a la sombra de los partido corruptos que reparten el botín del poder entre sus secuaces. Inevitablemente, votan a la izquierda y eso les lleva a aprobar aberraciones como el totalitarismo, la corrupción del bando propio, los impuestos confiscadores, los privilegios de los okupas, la arbitrariedad en el reparto de los recursos públicos, el clientelismo, el abuso de poder y otras suciedades. —- Se llaman progresistas porque el término tiene prestigio y aporta votos, pero el mundo que ellos defienden no solo no progresa sino que genera retroceso, esclavitud y pobreza, que son claros estigmas del peor pasado de la Humanidad. Mas que "progres" deberían ser llamados "rémoras" porque son un auténtico lastre para el verdadero avance de la Humanidad y el bien común. Su gran meta no tiene nada de modernidad y progreso porque es el poder absoluto, probablemente el peor y más antiguo vicio de la Humanidad.

Suelen ser comunistas o socialistas, lo que viene a ser lo mismo porque unos y otros son adoradores del Estado y enemigos de las libertades y derechos individuales. Hablan del valor de lo “colectivo”, que es una fórmula para eludir el compromiso de ser individualmente libres. Siempre hacen lo contrario de lo que predican y están plagados de contradicciones y creencias absurdas, como por ejemplo la adoración del "Che" Guevara, un tipo al que le gustaba matar, que fusiló a mansalva en Cuba y que disfrutaba torturando a los afeminados.

En realidad son promotores vergonzantes del sometimiento a un Estado fuerte que siempre tiende a eliminar la libertad y el verdadero progreso de la Humanidad, que no es otro que el autogobierno y un mundo de justicia y prosperidad.

En el mundo actual son un peligro grave porque han fraguado una alianza con los grandes poderes financieros que promueven el Nuevo Orden Mundial y la Agenda 2030, una alianza que a algunos sorprende pero que es lógica porque la izquierda y el gran capital están unidos por el autoritarismo, el totalitarismo y el odio a la democracia y a la libertad. Los progres y los multimillonarios quieren cambiar el mundo eliminando la democracia e imponiendo gobiernos autoritarios y vasallos del poder mundial en la sombra.

Los progres siempre anteponen la igualdad a la libertad, pero cuando ellos gobiernan crean desigualdad a gran escala porque sus dirigentes se hacen millonarios a velocidad supersónica y se atiborran de privilegios, mientras el pueblo retrocede y se empobrece al mismo ritmo trepidante.

Sus mayores vicios son la envidia y el odio. Odian a los que demuestran ser mejores que ellos, sobre todo a los triunfadores que han logrado un nivel de vida alto con su propio esfuerzo y siempre sueñan, llenos de rencor, con arrebatarles sus riquezas “para repartirlas”, un objetivo falso porque esas riquezas suelen utilizarlas para aumentar su poder y llenarse los bolsillos.

Otro de sus vicios es que siempre anhelan el reparto del botín del poder. Le apasionan las subvenciones y los privilegios que se derivan de los cargos públicos. Disfrutan con el poder y a cambio de sus privilegios y dineros se convierten en propagandistas de su bando, sin capacidad crítica alguna y aprobando y defendiendo auténticas barbaridades y abusos.

Se autoproclaman demócratas, pero no lo son porque su desprecio a las libertades individuales, que son consustanciales a la democracia, les impide ser demócratas verdaderos.

Son sectarios y arbitrarios y son incapaces de criticar los abusos y las injusticias, si las cometen los suyos.

Su moral es tan laxa y mercenaria que hasta aprueban el fraude electoral, siempre que beneficie a los suyos.

Su mayor peligro y, al mismo tiempo, su peor drama es que se sienten con derecho a gobernar y a impedir por cualquier medio que gane la derecha.

Francisco Rubiales



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