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Los psicoterapeutas son las personas más afortunadas del mundo

Por Davidsaparicio @Psyciencia

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Un aspecto prácticamente pasado por alto en psicoterapia es el nivel de enseñanza que los pacientes brindan a sus terapeutas, no solo contribuyendo a mejorar sus habilidades terapéuticas, sino también a enriquecer su desarrollo personal. He experimentado algunas de las experiencias más significativas de mi vida durante sesiones de psicoterapia, y algunas de las personas más apreciadas fueron aquellos pacientes con quienes tuve el privilegio de trabajar.

Al inicio de mi carrera, noté que mi comportamiento en las sesiones de psicoterapia reflejaba una versión más positiva de mí mismo en comparación con mis otras relaciones. Experimentaba una mayor empatía y menor egoísmo. Con el tiempo, la labor con mis pacientes contribuyó gradualmente a suavizar los aspectos más desafiantes de mi personalidad, transformándome en un mejor esposo, padre, abuelo, maestro y amigo. Este escrito pretende expresar mi profundo agradecimiento y reconocer la enorme deuda que tengo con mis pacientes. No puedo estar más agradecido, y a continuación, enumeraré algunos de los numerosos regalos que he recibido a lo largo de los años gracias a mi trabajo clínico.

Diez formas en que los pacientes nos hacen mejores personas

  1. Relaciones cercanas: Nuestra capacidad para participar en relaciones cercanas se origina en la naturaleza mamífera innata que interactúa con la crianza temprana. Sin embargo, las experiencias de la vida posterior juegan un papel crucial en aumentar o disminuir nuestra comodidad con la intimidad. La esencia de la psicoterapia radica en formar una alianza terapéutica, que frecuentemente resulta ser terapéutica para ambas partes, enseñándoles cómo sentirse más cómodos acercándose a otras personas.
  2. Empatía: La capacidad de comprender los sentimientos de otras personas y ver la vida desde su perspectiva es en parte innata y en parte cultivada. Sin embargo, ninguna profesión, excepto la psicoterapia, la demanda y mejora tanto. Los músculos de la empatía se fortalecen con la práctica; cada sesión representa una oportunidad para desarrollar y ampliar nuestra habilidad para sentir y expresar empatía.
  3. Valentía: Todos mis pacientes han experimentado vidas considerablemente más difíciles que la mía, que ha sido relativamente fácil. De manera casi uniforme, han enfrentado las circunstancias con coraje y determinación, una fortaleza que no estoy seguro de poder manejar. Nunca me quejaré de los desafíos y decepciones en mi vida, ya que he sido testigo de la gracia mostrada por mis pacientes al confrontar vidas mucho más difíciles.
  4. Honestidad emocional: La mayoría de las personas mienten solo de manera ocasional, pero son escasas aquellas que mantienen una honestidad emocional la mayor parte del tiempo, ya sea consigo mismas o con los demás. Este nivel de sinceridad demanda un esfuerzo considerable y, en la vida cotidiana, no siempre se percibe como esencial. No obstante, la psicoterapia se presenta como una excepción: los pacientes deben explorar, reflexionar y actuar con un grado de honestidad que normalmente no se les exige, y esta franqueza ejerce una influencia significativa en el proceso terapéutico.
  5. Resiliencia: Uno de mis pacientes describió su vida como “derribado ocho veces, levantado nueve veces”. Los pacientes son derribados una y otra vez, no solo por las exigencias previsibles de sus vidas externas, sino también por los problemas internos que son el foco del tratamiento. Me ha sorprendido e inspirado ver con qué frecuencia los pacientes se levantan esa novena vez, con problemas aparentemente insuperables y situaciones sin esperanza resultan bien porque tienen el valor de seguir intentándolo y nunca perder la esperanza.
  6. Buenos momentos: La psicoterapia no es siempre complicada; para muchos pacientes, el propósito es maximizar los buenos momentos cada día y mejorar la apreciación de los pequeños placeres de la vida. Esto ha tenido ciertamente un impacto en mí.
  7. Desinterés: Un principio fundamental que orienta la conducta del terapeuta es dar prioridad siempre a los intereses del paciente y nunca actuar de manera egoísta o explotadora, ni siquiera de formas sutiles. Este enfoque también nos impacta, aunque de manera menos marcada, en nuestras relaciones terapéuticas.
  8. Humildad: Trabajar con pacientes me ha enseñado que hay mucho que no sé sobre la vida y las personas, y que en ocasiones digo y hago cosas tontas. También he aprendido que los pacientes suelen perdonar y olvidar fácilmente mis errores mentales, pero encuentran más difícil perdonar y olvidar mis errores emocionales.
  9. Aceptación: Puede sonar trillado, pero participar en psicoterapia con pacientes te brinda la sabiduría para discernir qué es posible cambiar y qué es necesario aceptar, tanto en ellos como en ti mismo.
  10. Gratitud: He experimentado algunos fracasos como psicoterapeuta, con personas que abandonaron el tratamiento sintiendo que no los ayudé. Sin embargo, los pacientes que tuvieron éxito a menudo expresaron su gratitud de manera muy generosa, enseñándome a ser abiertamente agradecido con ellos y con otras personas en mi vida.

Momentos mágicos en la psicoterapia

Los psicoterapeutas son las personas más afortunadas del mundo porque nuestra profesión nos permite participar en tantas relaciones profundamente significativas, hora tras hora, todos los días laborables. Ciertamente, esto hace que la carrera sea exigente, pero también muy gratificante. Y la psicoterapia bien realizada nunca se vuelve rutinaria o aburrida. Siempre debes estar alerta a la posibilidad de que ocurra un “momento mágico”, una oportunidad para hacer una gran diferencia en la vida de tus pacientes o para que ellos hagan una gran diferencia en la tuya. Los pacientes no son tus amigos, pero a veces pueden estar, de alguna manera, más cerca, cuando ambos cambian a través de la especial intimidad de la relación terapéutica. Nuestros pacientes pueden ser nuestros mejores maestros. ¡Los míos ciertamente lo han sido!

Preguntas para reflexión y discusión

  1. ¿Cuáles son tus impresiones sobre la premisa del autor?
  2. ¿Quién entre tus propios pacientes/clientes te ha enseñado lecciones importantes?
  3. ¿Podrías expresar gratitud directamente a un paciente por una lección enseñada alguna vez?

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