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Me entenderéis. Es esa sensación estomacal canalla que se tiene el domingo por la tarde cuando eres consciente de que el fin de semana se acaba y al día siguiente se vuelve a la cruel rutina que encabeza, inmisericorde, el puto lunes.
No puede pasar nada bueno un lunes. Es un día con mala prensa de por si, su representante nunca se ha currado mucho eso de darle un buen marketing.
Solo estarán encantados y deseosos de que llegue un lunes los desempleados que han dejado de "estar al sol" y empiezan a trabajar por 400 euros al mes en un trabajo de menos cualificación de la adquirida (pero que es lo que toca según Europa y los bancos) y los padres que dejan a sus hijos en el colegio y sonríen satisfechos sabiendo que el problema de custodiarles pasa a ser de una mujer con bata a cuadros.
Siempre he pensado que hay muchos padres que se quejan demasiado de tener hijos, muchos que no deberían tenerles, otros que deberían y que no pueden y otros que ojalá hubieran caído antes (cuando eran espermatozoides) en un medio preservativo y nos les hubiéramos ahorrado como Ministros o periodistas.
Pues sí, estás el Domingo tarde en casa, ya llega la noche, esperas a que empiece Iker Jiménez mientras vez algún monólogo del Club de la Comedia y haces balance mental de todo lo que quieres y tienes que hacer la semana siguiente. La sensación de descanso se torna en agobio, en angustia, en diarrea aguda...
Luego en Cuarto Milenio te cuentan una historia de chicas en curvas y lo que era una leve sensación abdominal se materializa en unos Tapies en los gayumbos de Calvin Klein.
Piensas en lo lejos que queda el viernes, en lo largo que se hace el mes cuando la capacidad adquisitiva no es muy grande, en la pila de libros que no has leído y que descansan en la mesilla de noche, en los seguros del coche que tienes que comparar, en esa mujer que te regatea los besos, en tu estúpida manía de empezar series on line de más de 3 temporadas, en lo mal que se duerme con la ventana abierta cuando hay fiestas en el barrio, en los cabrones que son los mosquitos que te tienen como diana preferida, en sueños de gloria que nunca conseguirás, en que gracias al Dios que tengas puedes seguir teniendo ese odio a los lunes.
Y que dure...