Revista Deportes
Me es francamente difícil recordar alguna temporada en la que hayamos visto un número de bajas entre los quarterbacks titulares como la que afrontamos este año. El football es un deporte de contacto y, por muchas normas que existan tendentes a proteger al mariscal de campo, esta posición está y estará expuesta a todo tipo de lesiones. El estilo del jugador también tiene su influencia; un pocket passer clásico, teóricamente gozará de una mayor protección que aquel quarterback especializado en correr a través de la línea defensiva. Aún así, con cada golpe inesperado, la probabilidad de lesión sigue estando muy presente.
Son muchos los equipos que esta temporada han tenido que echar mano del quarterback #2, recurrir a contrataciones de urgencia o incluso al Qb#3, para suplir lesiones de su mariscal de campo titular. Los Indianapolis Colts abrieron el baile, primero con Peyton Manning, después con Kerry Collins para acabar jugando con Curtis Painter. Otros les siguieron por pérdida de su Qb titular: Philadelphia Eagles (Michael Vick), Oakland Raiders (Jason Campbell), Miami Dolphins (Chad Henne), Arizona Cardinals (Kevin Kolb), Chicago Bears (Jay Cutler), Tennessee Titans (Matt Hasselbeck), Kansas City Chiefs (Matt Cassel) y, en esta última jornada, los Houston Texans perdiendo consecutivamente a Matt Schaub y Matt Leinart. ¿Habrá caído una maldición sobre los "Matts"?.
La concatenación de lesiones incapacitantes, temporal o definitivamente, forzará a los head coach a poner mayor atención a su roster. En muchos casos, la baja del quarterback ha puesto de manifiesto el nulo trabajo que en la formación del resto de mariscales de campo estaban realizando los equipos. En teoría, el Qb#2 debería ser alguien capaz de substituir al titular y el Qb#3, alguien en un temprano proceso de formación. La realidad ha demostrado que muchos quarterbacks suplentes estaban muy lejos del grado de preparación que uno esperaría en un equipo de fútbol profesional. Habitualmente, ese rol de copy también se adjudicaba a un quarterback veterano, con la suficiente experiencia como para cubrir cualquier incidencia. Pero ha quedado en evidencia que tampoco eso parece funcionar excesivamente bien. Recuerdo, como excepción, la buena suplencia que Jon Kitna realizó ante la rotura de clavícula de Tony Romo la temporada pasada o el papel decente con el que Cassel defendió a los Patriots la lesión de Brady. En el extremo opuesto, los Philadelphia Eagles decidieron apostar por un quarterback de probada experiencia pero aún con vocación de titularidad, Vince Young. En el centro, la escuela clásica de Green Bay Packers o New England Patriots, desarrollando a gente con talento para que estén a punto en el momento indicado.
Estoy seguro que esta marea de lesiones obligarán a los head coach a poner mayor atención en sus Qb#2. Quizá sea por una mayor efectividad del front seven, debilidad de las líneas ofensivas, mayores riesgos por parte de los quarterbacks o simplemente, la fatalidad de un mal año, pero en cualquier caso las próximas temporadas veremos de Qb#2 a gente mucho más preparada para ponerse al frente de un ataque.
¿Tenemos a alguien verdaderamente que pueda substituir en condiciones a nuestro quarterback titular?. Esta será una pregunta que atenazará a los técnicos de todas las franquicias de la NFL en los próximos meses y será interesante observar las alternativas que decidan tomar.