La ilusión por los Reyes Magos no es sólo un sueño infantil. Es algo que nos estimula a todos, que alegra y vivifica sobre todo a los que ya no somos niños. Cada vez que un niño sonríe ante el belén, y se alegra y sueña pensando en los regalos de Reyes, una puerta se abre en nuestro interior. Tenemos entonces la mágica oportunidad de volver a la infancia: a la inocencia, a la alegría, a la sencillez.
Con nuestros hijos como lazarillos, como guías expertos hacia el mundo de la felicidad, podremos sortear los escollos de la codicia, de la envidia, del orgullo, de la vanidad. Con los hijos como guías y sherpas, alcanzaremos la cumbre de los sueños, y podremos volver a la vida sin tantas cosas que a veces nos pesan y nos lastran. Viviremos en el mundo de la ilusión y pensaremos más en quienes nos rodean y menos en lo que nos preocupa; y volveremos a nuestra vida con alegría renovada, con ilusiones nuevas, con una nueva visión de la familia, de la vida y de lo que verdaderamente importa. Ciertamente, será una visita mágica.
En estos días -y con frecuencia creciente, según se acerca la noche de los Reyes- recuerdo muchas veces aquellas palabras tan conocidas: "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino". Las pronunció Jesús, con una dulzura infinita. Y es una pena que algunos -muchos- las hayan olvidado.
¡Feliz 2012! Y que los Reyes Magos nos traigan inocencia, alegría y amor en cada día del nuevo año. Porque este año tendremos, sin duda, muchas oportunidades de volver a ser niños.