De saladares y salinas se la Sierra Norte se ha escrito mucho y bien. El maestro Tomás Gismera con sus Salinas de Atienza y la profesora Katia Hueso con Sal en el salero son una excelente una muestra. A pesar de ello se ha divulgado poco y se conoce menos.
En el periodo Triásico, hace 200 millones de años la cuenca del Río Salado estaba bajo el Mar de Tethys, que sufrió sucesivas evaporaciones e inundaciones hasta quedar seco, dejando una costra de sal. Por eso el agua de veneros, arroyos y fuentes de la zona tienen un fuerte contenido salino, llegando a salmuera en algunos manantiales, lo que dio lugar a su explotación y surgieron las salinas.
Esto genera paisajes singulares (los saladares) con una flora rara a esta altitud y muy frágil; resulta muy visible cerca las salinas, donde destaca la evolución de las plantas conforme se acercan a los manantiales de salmuera. Son parajes abiertos, rodeados de cultivos de secano y con poca población donde abundan las aves esteparias (avutardas, avefrías)La singularidad de estos parajes, su fragilidad y belleza, han requerido su protección como Microreserva de la Cuenca del Río Salado, estando incluida en la europea Red Natura 2000. ¡Parajes singulares que bien merecen una visita!
Lar-ami
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