Revista En Femenino

Los sistemas sociales controlados por el macho se vuelven adversos a la vida

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
(Una reflexión políticamente incorrecta, todavía más :-)
Los sistemas sociales controlados por el macho se vuelven adversos a la vida
“El Homo sapiens es el primate más violento del planeta contra la hembra de su misma especie y contra sus propias crías”
James Prescott
Los sistemas sociales diseñados y dominados por el macho -y también por la hembra patriarcalizada, acorazada, frígida o dominada, aniquilada- pierden la sutileza del cuidado, el amor, la sensibilidad y la magia de la vida, que tiene su momento crítico en la gestación, el parto, el cuidado de las crías, la sexualidad y la emoción.  
Se vuelven adversos a la vida.
El macho dominante (léase también la hembra patriarcal, que somos muchas o todas en algún grado) no puede verter su conducta depredadora, hasta el punto de interferir en la forma de concebir, de gestar, de nacer, de parir, y de alimentar y cuidar sus propias crías, porque la esencia de la vida se pierde. En esa fase primal es donde desarrollamos nuestro sistema emocional, donde adquirimos la capacidad de amar y cuidar a los otros. Lo que somos, pensamos y hacemos cuando estamos ante un bebé, un niño, un anciano, un enfermo o una persona más "débil" que nosotros nos define, como personas y como sociedad.
Cuando las  hembras sometemos nuestra sexualidad, nuestro sistema reproductivo, nuestros ciclos, nuestros bebés, nuestros procesos vitales... a un orden social (ecónomico, político, científico, industrial, sanitario...) diseñado por unos seres ni mejores ni peores -solo que lo desconocen porque no gestan paren ni amamamantan (ni funcionan desde la empatía y el respeto con la que funcionarían si hubieran sido suficientemente maternados), que muchas veces han ido y van más allá y nos oprimen, reprimen y violentan- perdemos la calidad de la vida en sus inicios, y ponemos en situación de violencia, en peligro de muerte y de extinción a toda la raza humana.
En los sistemas sociales diseñados y dominados por el varón, han ocurrido históricamente dos cosas: o se tienen una cantidad de hijos desproporcionados al cuidado que podemos dispensarles (cuando la hembra aniquilada pierde todo poder sobre sus ciclos y su cuerpo); o disminuye la fertilidad y la natalidad hasta límites de envejecimiento poblacional peligroso (cuando la hembra se inserta acritícamente en el mundo productivo y competitivo masculino, que no tiene lugar para los afectos, la reproducción, el tempo de la maternidad). En ambos casos, las hembras nos desconectamos de nuestros cuerpos, de nuestro sistema reproductor, de nuestra sexualidad, de nuestros úteros, de nuestros pechos, de nuestros ciclos vitales, de nuestra capacidad maternante... en una sociedad hecha y diseñada según patrones masculinos y adultocéntricos reduccionistas.
Por eso, las mujeres (y los hombres que son nuestros hijos, gestados, nacidos y criados todos -ellos y nosotras- en violencia y desamparo emocional) contaminamos, destruimos los ecosistemas, se extinguen las especies, perdemos las ganas y la capacidad de amamantar, de prodigar amor,  de cuidar, de empatía, de cooperación mutua, y nos constituimos como seres egoicos y patriarcalizados que solo nos sentimos importantes en lo externo, en la competencia, en el triunfo sobre el otro y en la guerra. O por el contrario, nos vemos condenados a la miseria y la desgracia.
En este pequeño lapso de 2000 ó 3000 años, la civilización patriarcal ha ido construyendo una línea invertida, suicida (inversamente proporcional al "progreso" técnico) a punto de autodestruirnos y de destruir la Tierra, si no hacemos algo antes.
Si queremos recuperar o reconstruir la capacidad de cuidarnos los unos a los otros, de amarnos, y con ella, la capacidad de cuidar del planeta, de la naturaleza, de la vida que nos rodea en todas sus formas, tenemos que recuperar la conexión con nuestros úteros, con la oxitocina, con el parto poderoso y libre, con nuestra leche, con nuestros bebés, con nuestros niños, con la niñ@ que fuimos, de manera que los machos y nosotras mismas (re)construyamos la sensibilidad, la integridad cuerpo/mente, el equilibrio masculino/femenino, y podamos así retomar el rumbo, hacia la ética del cuidado, hacia las emociones y los afectos, hacia el amor, hacia la bondad de la condición mamífera primate (teteadora y porteadora) que nos une con el resto de la naturaleza y al continuum de la vida. 

Volver a la Portada de Logo Paperblog