El otro día estaba pensando en el género superheróico, uno en el que se especializó hace décadas las editoriales americanas Marvel y DC. Superman, Batman, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, Spider-Man, Capitán América, Lobezno (Wolverine), Hulk, Thor, Iron Man, etc. La lista sería tan larga que llenaríamos un post sin darnos cuenta simplemente nombrando a sus protagonistas. Y eso que no he mencionado ni una docena de ellos y ya parecían muchos.
Lo cierto es que hay gente que odia a los superhéroes y no sin razón, aunque sin con desconocimiento, todo sea dicho. Es cierto que muchas de sus aventuras destilan un tufillo infantil que tira para atrás en no pocos momentos, lo dice alguien que lleva coleccionándolos casi treinta años, pero eso no quita para que el medio se haya adaptado a los tiempos y hayan quedado bien atrás esas aventuras que tanto se podían criticar por no llegar -culpa de ello tuvo el encorsetamiento al que se vio sujetado el género- al público más adulto.
Cierto es que podemos ver a Wolverine destripar a un tío de arriba a abajo o a The Punisher acribillar a balazos a los delincuentes de turno, pero ojo no enseñes algo de tipo sexual (las escenas de cama son poco menos que inexistentes, cosa que no ocurre en otras editoriales) que la censura hace acto de presencia de inmediato.
Pero no me voy a extender mucho más en las partes negativas (positivas para mi gusto hay muchas, por eso sigo coleccionando dichos cómics), si no que voy a tocar otros temas que seguro que más de uno se habrá dado cuenta de su existencia, simplemente siendo un poco observador y tener una mente medianamente analítica.
Voy a hablar un poco de los traumas y de lo curioso (aunque todo puede tener su razón de ser) que es encontrarse a tanto hijo único en los cómics. Porque la lista, una vez más hago mención a ella, también es a tener en cuenta. Valga el aviso, antes de que alguien se adelante, de que algunos héroes que voy a nombrar quizás no entrasen en la categoría de “super”, debido a la ausencia de poderes. Incluso a veces el término “héroe” igual no case mucho con los actos que desarrollan en sus historias. Pero no es menos cierto que hablamos de una globalización, donde todos viven en un mundo donde muchas veces se les mete a todos en el mismo saco sin excepción. Conforme avancemos seguro que os daréis cuenta de lo que estoy explicando en estas líneas.
Sobra decir que los hechos que voy a comentar ahora mismo son la esencia del personaje. El detonante de cómo una persona normal y corriente acaba viendo como su vida da una vuelta de ciento ochenta grados en ese mundo ficticio que son las viñetas. De igual forma dará igual que dicho personaje sea trasladado a la gran pantalla, serie televisiva o cualquier otro medio, si se quiere ser fiel y mostrar el por qué de las cosas, dichos acontecimientos suelen ser inamovibles. Otra cosa bien diferente es que cambien algun hecho concreto o modifiquen algo por el camino (sea que El Hombre de Arena participase involuntariamente en el asesinato de tío Ben en Spider-Man 3, etc). Al final lo que les mueve, el hecho que no pudieron evitar y que marcó sus vidas seguirá estando ahí.
Así que entremos directamente en el tema de marras.
-Batman, o Bruce Wayne como preferais, acabó convirtíendose en el héroe que es por culpa del asesinato de sus padres a manos de un delincuente callejero. Para siempre han quedado los lápices de David Mazzuchelie en la saga Batman Year One, con guiones de Frank Miller (cuando estaba en estado de gracia, actualmente ya es otro cantar). Innumerables veces se ha visto -por medio de flash-backs- dicha tragedia (su origen ya se contó décadas antes, pero Miller y Mazzuchelie fueron los que marcaron una etapa). Dos disparos, un collar de perlas que acaba desprendiéndose del cuello de una mujer y se estrella en el suelo y un niño que acaba jurando venganza, o mejor dicho, justicia. Uno de los errores que se cometió, aunque no mermó demasiado en el personaje, fué la aparición en los cómics del asesino de sus padres. Más concretamente, si no me equivoco, en Batman Año II (con lápices de Tod McFarlane). Ahí quisieron enfrentar al Señor de la Noche con el asesino de sus padres y mostrar un efecto dramático que hasta el momento era esquivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cruzada del enmascarado, cuando sale por la noche a impartir su particular ley, no se centra en una persona concreta. Joe Chill (que así se llamaba dicho asesino) eran “todos” los que delinquían. Poner en la palestra -por mucho que jugasen con esa historia en aquel momento- dicho personaje de nuevo pudo, aunque no lo hizo, obstaculizar en parte la andadura del héroe. Como no podía ser de otra forma, no fué así. La aventura tuvo su fin y en alguna ocasión (recientemente se ha visto en algun cómic haciendo algún cameo) ha vuelto a aparecer pero sin darle la menor importancia.
La muerte en esta ocasión de los progenitores fué la punta de lanza para que los cómics tuvieran la oportunidad de acoger a uno de los mejores superhéroes (ya he comentado más arriba que ese término está cogido por los pelos) que han existido.
-Spider-Man es posiblemente el superhéroe con más mala suerte del mundo. Posiblemente le tocaría la lotería y no habría fondos (alguien se largaría con el dinero) para pagarle y volvería a estar viviendo miserablemente. Entiendase eso como un tipo con un trabajo inestable, problemas econónomicos perpetuos y una vida personal que es de todo menos apacible.
Todo tiene una finalidad. Si antes he hablado sobre Batman y el asesinato de sus padres como detonante de su particular lucha justiciera (por no hablar de su mal humor inherente), Peter Parker no tuvo precisamente una infancia a pedir de rosas. O mejor dicho, una adolescencia. Sus padres (los cuales descubrimos que fueron agentes secretos) murieron en un accidente de avión, con lo que fué acogido por sus tíos, Ben y May (octogenaria que envejece o rejuvecene dependiendo del guionista o dibujante de turno). Si ya en el Instituto no le iba todo a pedir de boca (era un cerebrito y el objeto de bromas de sus compañeros), la picadura de una araña no haría si no ponerle en el ojo del huracán. Sí, más de uno pensaría que tener poderes sería la solución a sus problemas. Hago esto, hago lo otro, gano dinero a mansalva y acabo con más de una preocupación, etc. Pues bien, el bueno de Parker lo intentó y estuvo a punto de conseguirlo, hasta que el destino le dió una lección. Esa frase que ha pasado a la historia de los cómics (y que más de un político podría aplicarse) acabó siendo la losa más pesada que pudo esperar. “Un poder conlleva una gran responsabilidad”. Y eso significó que al no aplicársela su adorado y cariñoso tío Ben acabase siendo asesinado por un delincuente al cual pudo atrapar en su momento.
De nuevo hablaríamos de una muerte en la familia. Ésa que marca el devenir de la vida de un personaje que acabará recordándose constantemente el por qué de su lucha contra el crimen.
-The Punisher posiblemente sea, junto con Batman aunque yo apostaría que lo de este hombre casi es peor en cierta medida, uno de los personajes que más ha sufrido. Imaginaos que tu origen, lo que te mueve, lo que hace que cada día te enfundes una camiseta con el dibujo de una calavera, que te armes hasta los dientes y hagas planes minuciosos para asesinar a los hampones de turno, sea la muerte de tu familia. Tu mujer y tus dos hijos. Los cuales acabaron en un fuego cruzado de unas bandas rivales. Realmente estos orígenes que conllevan la muerte de un ser querido son muy dados en las películas de acción (no olvidemos que este personaje podría ser Martin Riggs -bueno, él se creó después-). Igual matan a tu hijo, a tu mujer, a tu novia, etc. Con lo que el personaje ya está tocado y tiene esa motivación extrema que hace que el espectador (en este caso lector) empatice con ellos y vea con buenos ojos los actos que va cometiendo en su búsqueda interna de una paz que nunca llegará. En este caso, el de The Punisher, hay muchos paralelismos con lo que hacía Charles Bronson en sus películas ochenteras (tachadas de fascistas por los métodos empleados). El ojo por ojo acaba siendo la constante de su vida. Si bien Frank Castle (The Punisher) tiene una lucha interminable en su haber. ¿O acaso alguna vez conseguirá acabar con toda la maldad que hay a su alrededor?
Una familia entera (si incluímos a Castle como víctima pero que no acaba muriendo) asesinada en un soleado día mientras hacía camping en un parque público. ¿Se puede pedir más dramatismo para un origen?
-Elektra es posiblemente uno de los mejores personajes que creó Frank Miller en su andadura en la editorial Marvel. Mientras él jugó con ella todo fué bien. Incluso la mató y resucitó en su momento. Pero él mismo dijo que abusar del personaje, meterla en un entorno que quizás no le conveniese (el superheróico) acabaría matándola realmente. Él ofreció a una asesina a sueldo sin ningún tipo de moral. Experta en artes marciales, dominadora de no pocas armas letales e inteligente a rabiar. Posiblemente fuese una bomba de relojería a punto de estallar si alguien no la paraba. Es lo que ocurre cuando unos terroristas matan a tu padre (padres, tío, mujer e hijos, la variedad de muertes se antoja infinita) y acabas incluso alejándote del amor de tu juventud, Matt Murdock (alias Daredevil). Emprendió una escalada hacia el abismo y acabó siendo captada por una secta de asesinos llamada La Mano. La frialdad que reflejó Miller en los cómics (tan sólo bajó la guardia en pocos momentos al reencontrarse con Murdock) quiso ser cohibida en no pocas series limitadas. Volverla más humana y poseedora de sentimientos que la hacían más cercana al lector. Sin embargo, no son pocos -entre los que yo me encuentro- los que disfrutan más de la asesina sin escrúpulos, callada y calculadora que desprende inquietud en cuanto la ves.
La pérdida de una padre, en esta ocasión, es lo que acabó volviendo del revés la vida de una chica que podría haber tenido un futuro bien diferente del que acabó teniendo realmente.
Pero no sólo los traumas pueden venir de una pérdida familiar, si no también de tener en tu interior o en tu exterior un aspecto grotesco y por el cual ves tu humanidad hecha añicos. Esa doble personalidad en algunos casos o simplemente el hecho de mantener tu intelecto y saber que las personas que hay a tu alrededor nunca te van a ver como eras antes debido a lo monstruoso que pareces.
Hulk y La Cosa (The Thing) serían claros ejemplos de ello.
Hulk juega completamente con una historia tan conocida como la de Jeckyll y Hyde. Dos personalidades bien diferentes y una de ellas sufriendo por lo que la otra hace. Bruce Banner acabó sufriendo un destino aciago (los lectores por otra parte disfrutando de su alter ego) al salvar a Rick Jones (representado como una especie de hippy en los años 60) de una explosión de rayos Gamma (es lo que pasa cuando estas en el sitio menos oportuno y en el momento más inadecuado). Todos nos acordamos de que no es bueno hacer enfadar a Banner. Sus pulsaciones se aceleran, sus ojos cambian, todas las partes de su cuerpo empieza a crecer y el gigante esmeralda hace acto de presencia para los amantes de la destrucción.
Durante mucho tiempo se ha jugado con el personaje y su bestialidad innata. Dotándolo de inteligencia (recordemos que en sus comienzos apenas soltaba algunas frases guturescas y repetitivas tipo: “Hulk aplasta”-), dejando que Banner dominase aquel cuerpo de ilimitada fuerza, etc. Eso sí, la verdadera magia y a lo que se acaba recurriendo casi siempre, como si de una vuelta a los orígenes se tratara, es a la división de personalidades. Da igual que durante años haya un status quo establecido, Hulk ofrece el mejor juego cuanto más monstruoso.
La Cosa (The Thing) sufre si cabe más que Banner. Vale que el científico bañado de rayos Gamma tiene que lidiar (o lo ha hecho) con los destrozos y quebraderos de cabeza de Hulk, pero Ben Grimm posee un cuerpo rocoso, anaranjado, y es consciente de ello. De nuevo el interés de ese personaje radica en eso, en que un ser humano normal y corriente acaba teniendo una fuerza sobrehumana, pero aderezada con un cuerpo deforme y que a más de uno le puede dar repelús su mera visión. Con el paso de los años se ha intentado que Grimm pudiese dominar la transformación de humano a héroe, pero al final (al igual que con Hulk) siempre se ha vuelto a la radicalidad de su aspecto. Y es que el drama y los problemas siempre serán mayores si la persona tiene que afrentar una adversidad constantemente, en este caso relacionada con el físico.
Interesa más manejar a un personaje sin hermanos que con ellos. El efecto del hijo único
Y así es. No es que no los haya, ojo. Un repaso de superhéroes con hermanos darían algunos nombres como: Sue y Johnny Storm (La Mujer Invisible y La Antorcha Humana), Scott y Alex Summers (Cíclope y Kaos. Un tercer hermano apareció hace unos años), bien conocidos por todos los aficionados al cómic. Y habría más, pero la mayoría de las veces, la inmensa mayoría, suelen ser personajes de grupo o que no llevan el peso en solitario de una colección.
Ok, empecemos la lista de superhéroes que no tienen hermanos. Spider-Man, Wolverine (aunque durante tiempo se jugó con que Dientes de Sable pudiese ser desde su hermano hasta su padre), Daredevil, Superman, Batman, Capitán América, Iron Man o Hulk, entre los que me vienen a la cabeza ahora mismo. Y tres cuartos de los mismo pasaría con muchos de los villanos (Dr. Muerte, Magneto, Lex Luthor, The Joker…). Lo más curioso del asunto es que si miras a tu alrededor lo más inusual es que te encuentres con alguien que no tenga hermanos. Que los hay, ojo, pero el porcentaje que se ve en los cómics es alucinante.
¿La razón? Pues lo más probable y lógico es que se pueda trabajar mejor con los personajes. No tener que buscar excusas sobre tu vida secreta a alguien que tarde o temprano aparecerá en tu vida (a no ser que viva en la otra punta del planeta y encima se lleve mal contigo).
Aunque ahora a las grandes editoriales se les ha ocurrido que lo mejor en la vida de un superhéroe es tener un hijo. De ahí que a Wolverine, Batman y Hulk les haya salido un retoño. Pero eso sí, uno que pueda seguir sus pasos. No vaya a ser que la vida normal les resulte muy aburrida. ¿Sus nombres? Daken, Damian (ejerciendo de Robin) y Skaar. Ahí es nada, nuevas fórmulas para mantener el interés de los lectores.