Revista Cultura y Ocio

Los templarios: Una orden destinada a hacer historia

Por Joaquintoledo

Si bien esta “pre-cruzada”, fue un verdadero desastre, los cristianos se obsesionaron totalmente con la idea de llevar a cabo la liberación de la Tierra Santa. Así, entonces, surgió la Primera Cruzada, la cual tomada mucho más en serio, y dirigida por poderosos soldados y señores feudales en su mayoría franceses, flamencos y normandos, y que consiguió recuperar la ciudad de Jerusalén; acto seguido, se fundaron varios reinos cristianos en el oriente cercano como el mismo reino de Jerusalén (que no debe ser confundido con la ciudad), condados como los de Edesa y Trípoli y el Principado de Antioquía. Ahora por fin los cristianos podían peregrinar sintiendo a la Ciudad Santa como suya y liberada de las manos infieles.
Pero para proteger a estos peregrinos que recorrerían las rutas civiles y/o comerciales, haría falta un Ejército permanente compuesto por personajes honestos, totalmente fieles y sumisos a la fe cristiana, valerosos, y excelentes guerreros. Obviamente, muchos de los sobrevivientes de la Primera Cruzada, reunían tales cualidades. Ahora bien, el primer soberano del reino de Jerusalén fue Godofredo de Bouillon, sucediéndolo Balduino I, su hermano. Pronto, este último se percató del mismo problema: los caballeros que ahora regresaban a sus casas en Europa luego de haber liberado Jerusalén de los infieles, dejaban en franco peligro a los territorios cristianos. Para ello, Balduino se reúne con un amigo suyo llamado Hugo de Payens, y deciden encomendarles un trabajo a aquellos caballeros que habían decidido quedarse en Oriente Medio. Así nació en el año 1118, la orden de los Pobres Caballeros de Cristo, los cuales como ya hemos aclarado tenían que dar protección a los peregrinos, custodiar las rutas y cuidar los caminos de ataques de ladrones y bandoleros.

Era una orden militar, que ahora estaba siendo creada bajo el auspicio del reino de Jerusalén y los cruzados. Con el tiempo se les llamó sencillamente templarios, pues, según cuenta la tradición, los primeros caballeros que formaron la orden, establecieron su cuartel general en el Templo de Salomón.
Diez años después, en el 1128, en el Concilio de Troyes, se reunieron muchos representantes eclesiásticos importantes de la época y se decidió dar a la orden todo un conjunto de reglas que debían respetar, que iban desde el armamento, hasta el modo en cómo debían llevar sus ropas. Hugo de Payns o de Payens, consiguió, a propósito, que el Papa les otorgue una dispensa de excomunión a todos los de la orden, para que así pueda obrar con tranquilidad con respecto a los enemigos de los cristianos. Es decir que podía hasta matar con tal de mantener las tierras cristianas libres de infieles o cualquier clase de enemigo que mancille el dogma. Como vemos, dependía de la moral y conciencia de cada caballero, determinar su comportamiento una vez estaba en la orden, siempre y cuando no rompiese las reglas básicas de la misma.
A la cabeza de la organización estaba el Gran Maestre, seguido del senescal que reemplaza al primero en caso de hallarse ausente, y finalmente los mariscales, expertos en el terreno militar. Así entonces, la Orden tuvo sus primeros y grandes inicios, ganándose la popularidad y buena fe de millones de feligreses. Fue Bernardo de Clairvaux, el futuro San Bernardo, a quien se le debe que los Templarios fueran muy conocidos en Europa y ante el Papado. No era para menos, pues Bernardo mantenía lazos familiares con muchas personalidades de la orden, con tal sólo decir que era primo de Hugo de Payens por parte materna. Con el tiempo, su fama fue correspondida con distintas bulas papales, las cuales fueron “compensando” de algún modo sus hábitos extremos.

Así entonces, por ejemplo, tenían derecho a adquirir tierras, construir fortalezas, levantar iglesias, podían recaudar y reunir bienes y dinero, tenían que responder sus actos sólo ante la autoridad Papa, y como dijimos antes, había quedado libres de excomunión, o sea sus actos-o posibles crímenes-estaban fuera de la jurisdicción de los civiles y eclesiásticos tradicionales. Así fue como poco a poco, los caballeros, que se habían iniciado en unos cuantos, medio siglo después de su creación, empezaron a atraer a más y más adeptos, deseosos de unirse a sus filas. Obviamente, tal expansión de su fama también vino aparejada a las riquezas que ostentaron y que era envidiada no por pocos. Más tarde volvieron a ganarse el crédito de occidente gracias a la ayudar brindada en la Segunda Cruzada. Los turcos demostraron se excelentes guerreros y allí, la orden, lista a perecer de ser necesario, se mostró como uno de los más grandes escudos de la Cristiandad.
El declive
Resulta increíble que una Orden Militar tan necesaria y querida por los feligreses, llegase a ser borrada de un modo tan cruel. Pero para eso faltaba aún un poco. Entre la Segunda y la Tercera Cruzada, los templarios se vieron seriamente en aprietos, pues Guido de Lusignan, rey de Jerusalén, perdió las batallas contra una revelación: Saladino. Los templarios ni tampoco órdenes similares como los hospitalarios y teutónicos, pudieron hacer nada para llevar a cabo la salvación de Jerusalén, la cual cayó en manos musulmanas de nuevo. Pronto así, estalló la Tercera Cruzada, en la que  Ricardo Corazón de León acaba con el mito de invencibilidad de Saladino, y establecen que Jerusalén sea declarada ciudad libre.

Todos los cristianos se vieron obligados a marchar a Acre. El resto de las Cruzadas, fueron episodios muy frustrantes para los cristianos y sólo por allí existe un momento de gloria como cuando Federico recuperó parte de Tierra Santa sin derramar sangre, aunque más tarde se perdería de nuevo.

Los templarios por supuesto, participaron de todos estos hechos, pero su protagonismo fue pronto opacándose, en especial debido a que se rumoreaba que contaban con grandes fondos que no deseaban compartir. Pero el verdadero fin vino hacia el año 1291 cuando Acre cayó y los últimos caballeros templarios pelearon hasta su postrer aliento por mantener su presencia en Tierra Santa. Sin embargo,  no se pudo evitar lo inevitable.
Los sobrevivientes marcharon al cuartel general de Chipre, donde también llegaron los templarios, presencia que no hizo ninguna gracias en los nativos de la isla. Tuvieron que inmiscuirse en la política chipriana, y así ayudar a derrocar a Enrique II, el rey, para colocar allí al hermano de éste, Amalarico II, quien les había prometido que podían permanecer en la isla. Pasaron los años, y los templarios tuvieron algunos intentos de volver a Tierra Santa, enclaves, pero nada pudo hacerlos retornar a aquellos lares como antes. Cuando se perdió la isla de Arwad en septiembre de 1302, la orden le dijo adiós a su última posesión en tierra santa. Los templarios como era de esperarse, estaban luchando contra la corriente, pues Europa y los reinos habían perdido ya esperanzas de recuperar la llamada Tierra Santa. Todos habían aceptado que las Cruzadas habían resultado un fracaso.

El inicio de la leyenda de los Templarios

¿Por qué son tan famosos los templarios? Pues bien veamos. Siendo el último Gran Maestre, Jacques de Molay, éste se negó a fusionarse con otras órdenes militares cuando el Papa y algunos nobles europeos así se lo sugirieron; lo que iría determinado un alejamiento de la orden con sus antiguos mecenas. Por otro lado, a pesar de que ahora regresaban al Viejo Continente sin Jerusalén, sí venían con los bolsillos llenos, pues tenían mucho dinero por concepto de saqueos, actividades comerciales, explotaciones agrícolas, sin contar los  innumerables tesoros que guardaban celosamente y que han tocado la leyenda, tales como el Santo Grial, la lanza de Longinus y el Arca de la Alianza. Pero apegándonos más al relato científico, el fin de los templarios vino de la manos del rey francés Felipe IV, el Hermoso. Si bien éste se había mostrado algo disgustado con el Papa, hacia el 1303, se acercó a la orden para que se encargara de las finanzas del Estado. A pesar de que estos se mostraron fieles hacia la corona, la carencia de dinero en las arcas de Felipe, llevaron a tomar el ejemplo que los templarios habían sufrido en el Sacro Imperio Romano Germánico. Allí, la Orden había sido expropiada de sus bienes y dinero, generando un gran negocio para la corona imperial.
Así entonces, el rey francés se acerca al Papa y le presenta el suculento negocio. Clemente V acepta. Así entonces, el 12 de octubre de 1307, Felipe invitó al Gran Maestre, Santiago de Molay, a las exequias de Catalina de Courtenay, una parienta de Felipe. Ese mismo día, Guillermo de Nogaret, un encargado del rey, tenía la orden de poner bajo arresto a todos los miembros de la orden, pues serían enjuiciados por la Iglesia, y así todos sus bienes e inmuebles pasarían al Papado…y claro a Felipe. ¿Cuál fue la acusación?; pues tal parece que los rumores eran herejía, ritos y otras prácticas consideradas paganas o hasta satánicas. Se dijo también que adoraban a un ídolo satánico llamado Bafometo, que se practicaba la blasfemia porque escupían la cruz y renegaban de Jesús, la Virgen y Dios; además claro de prácticas sadomasoquistas y hasta homosexuales.

También se acusó a muchos de tener hijos y mujeres. Esto último era lo único que arrojaba pruebas contundentes. Por entonces la Inquisición hizo también un gran trabajo, y decenas de caballeros templarios fueron puestos bajo prisión en poco tiempo. No opusieron resistencia y entre el 19 de octubre y el 24 de noviembre de 1307, los inquisidores interrogaron a varios de ellos y murieron al menos cuarenta sólo durante este proceso. Santiago de Molay y los demás fueron declarados culpables y poco a poco expropiados de sus tierras, o simplemente se les quitaron sus fortunas, desapareciendo todo su poder. El Papa intentó detener la masacre, pero poco o nada pudo hacer; de hecho según un documento llamado el Pergamino de Echinon, se ha comprobado que antes de la eliminación de la orden, el Sumo Pontífice los había ya perdonado y hasta tenía pensado volver a instaurarla. Pero las presiones reales y económicas pudieron más. En el año 1310 el juicio se apuntó contra toda la orden y se le encontró culpable en base a las mismas acusaciones, y desde luego se ordenó su disolución. Aproximadamente unos 54 templarios fueron quemados vivos al año siguiente.
Felipe se hizo con 260 mil libras de la orden, y en toda Europa, incluida España, Inglaterra e Italia se empezó a hacer lo mismo con ellos. Rápidamente fueron absolutamente destruidos y desprestigiados. El 18 de marzo del año 1314 Santiago de Molay fue quemado y alegó que todos los cargos alegados en contra de la orden eran falsos. Se dice que sus últimas palabras fueron maldecir a la estirpe de Felipe. Clemente, el Papa, murió el 20 de abril de 1314, y el 29 de noviembre Felipe el Hermoso, también lo seguía; más tarde todos sus herederos encontraron un fin trágico cumpliéndose esta especie de profecía, o acaso maldición de Santiago. ¿Por qué sucedió todo esto? Comúnmente se establece que lo realmente deseado por Felipe y otros reyes fue la adquisición de los bienes y el dinero de los templarios, o es que acaso la cristiandad y el papado intentaron ocultar otra cosa, a juzgar por la fugaz desaparición y la exhaustiva persecución que se le dio a todos los miembros de la orden…esto ha conducido que se creen numerosas leyendas en torno a ellos, es decir los templarios, haciendo sospechar que ocultaban algo más allá de toda comprensión…o algo demasiado importante que ponía en riesgo lo que durante tanto tiempo habían defendido: el cristianismo. Sea leyenda o realidad, los templarios han pasado a la historia como una de las organizaciones militares más famosas, populares, y porqué no,  misteriosas.


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