Los tesorillos de adol ( i )

Todo el mundo tiene sus cosillas favoritas, griales, tesoros etc. en sus colecciones, pero habemus algunos que le damos mucha más importancia a otros objetos por el simple echo de haber sido parte de una historia, época o porque simplemente huelen bien. Hoy comienzo una serie de posts donde hablaré brevemente de esas cosillas que sin tener un valor significativo como objeto de colección, sí lo tienen como parte de la vida de uno dentro del mundillo.

Si lo dice SEGA, tuh te callah y lo asimilah. 

Mi primer contacto con Master System fue a través de un número de la prestigiosa Micromanía es su segunda época. No recuerdo si fue en el 90 ó 91 cuando en una doble página de publicidad de Virgin Mastertronic y ERBE aparecía una extraña máquina y la palabra SEGA por todas partes. Se trataba de la Master System en su primera versión, con un mar de pantallazos que llenó de colorido mis retinas, y es que yo venía del Spectrum y la cosa se entiende enseguida. Era una de esas publis en las que en una esquina había un cupón recortable para enviar a la distribuidora en afán de recibir una prueba de las bondades de aquella cosa. Y así fue, mandé el cupón sin ningún tipo de esperanza de ser respondido, hasta que un largo tiempo después recibí un sobre de la distribuidora que me puso el alma en vilo.
Lo que contenía el sobre se puede apreciar en la anterior captura, una especie de catálogo que encerraba todo un mundo por descubrir ( al menos para mí ).
Al abrir aquel tesoro casi inesperado me encontré con ésto:

Las teles siempre tuvieron la razón.

Desde ese momento lo tuve claro, quería esa máquina a toda costa. Gracias a la colaboración de mi hermano y a cientos de pagas de domingo, finalmente el sueño se pudo cumplir, había empezado mi aventura con SEGA, una aventura que todavía dura hoy día aunque de una forma distinta. Pero eso es otra historia.