Revista Toros

Los toros de Cultura a Sanidad

Por Malagatoro

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“Lo de ayer fue una boyada de las de nivel”. Foto: Juan Pelegrín/Las Ventas


Sobre el festejo de ayer en Madrid, escribe Rafael Cabrera en su blog:

“Yo no me creo que los Lozano no sepan qué es lo que mandan a la plaza de Madrid. Pueden, como todos nosotros, tener sus defectos, pero la ignorancia en asuntos taurómacos me resulta difícil de creer. En Francia, por ejemplo, se lidian corridas de toros serios, encastadas y duros de este mismo hierro del Cortijillo, o de sus hermanos de Alcurrucén o Hermanos Lozano. Fíjense, además, en una supuesta virtud del encierro boyar de ayer en el coso de Las Ventas: las mansas actitudes y aptitudes de los astados jamás llegaron a manifestarse con bronquedades, dificultades o peligros. Simplemente eran bueyes que pasaban por allí, a veces humillaban un poquito –o un muchito-, y se iban de la suerte sueltos o a su aire, se remataban contrarios y miraban siempre por dónde habían salido. Sí, sí… eran de esos que los de coleta demandan a los nuevos criadores de toros, toros que no molestan. La casta, la imprescindible cualidad que busca el aficionado, y que sostiene el espectáculo en su integridad ética, ha sucumbido en muchas vacadas –o en parte de ellas, como en la que nos ocupa, a la que le cabe todo por su extensión- en pro de la vergonzante toreabilidad, o al menos en la ausencia de molestias. Si embisten como tontas borregas, fenomenal, fantástico, pero al menos, si no lo hacen con entrega ovejuna, que no molesten para que mañana volvamos a intentarlo y haya mejor suerte.

Eso es lo que han conseguido hacer los Lozano con buena parte de sus ganaderías; cuando quieren, ofrecen ese producto que les hace acreedores de elogios por su interés, por sus embestidas codiciosas; y cuando no, pues allá van un puñado de semovientes que –sin caerse, por cierto- y sin entregarse nunca a la causa de la ansiada toreabilidad, buscan la salida de aquella tortura como fuere.  El año que viene repetirán, no les quepa la más mínima duda, porque a buena parte de los coletudos este tipo de comportamientos les pone…, les gusta, les encanta; les permite estar rematadamente mal sin que sufran las iras del respetable y de la crítica, y salir del trance sin un rasguño, sin arañazo en alamar cualquiera y sin una secreción de adrenalina superior a la conveniente.

Lo de ayer fue una boyada de las de nivel; apunté cinco bichos descastados y uno que se salvó de la quema porque al no obligarle tampoco hizo por rajarse hasta el último trance muleteril. De presencia nos colaron dos reses muy vareaditas de carnes y sin remate para una plaza como la madrileña; primero y cuarto; el tercero anduvo justito. Como eso se repita otras tardes –ojo a los veterinarios- nos espera una feria complicada…; si éste es el nivel en una ganadería que no suele tener problemas y que además se anunciaba con diestros que no están para exigencia alguna, imagínense lo que puede suceder cuando se anuncien las mal llamadas figuras del escalafón. Pónganse a rezar a San Pedro Regalado, y que Dios nos asista.”


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