Hoy se votará en el Parlament de Catalunya la prohibición de las corridas de toros que incluyan la muerte del animal, lo que puede eclipsar otros asuntos de gran importancia política. Se trata de una cuestión que ha despertado gran sensibilidad social e, incluso, algunos le han añadido un plus de carga política al identificar, lamentablemente, las corridas de toros con la imagen del españolismo más folclórico. Determinados textos escritos hace unos meses recobran hoy todo su valor.
Evidentemente, los promotores de la iniciativa popular no pretenden tanto, ya que se trata de colectivos claramente posicionados desde hace décadas frente a la crueldad y el maltrato animal. Pero claro, es difícil separar conceptos y, como dice un político socialista catalán, "dentro del debate sobre los toros hay un debate animalista, pero también un debate de identidad y un debate sobre la libertad individual". Lo cierto es que durante los debates en comisión las razones culturales, nacionalistas y de defensa de los animales se han mezclado con determinadas posiciones ideológicas de los partidos con representación parlamentaria.
Para muchos catalanes, tras la sentencia del TC en contra del Estatuto, esta votación será en cierto modo una revancha del nacionalismo catalán. El asunto tiene tanta carga que hace justo una semana, el PSC decidió dar libertad de voto a sus diputados alegando razones de conciencia personal. Una decisión "incoherente", en palabras de Rafael Luna (del PP catalán), que recuerda que el PSOE no dio libertad de voto en debates "de conciencia" como el de la nueva ley del aborto.
Y es que con tal de mezclar argumentos, algunos se han puesto a echar cuentas sobre lo que costará la abolición de las corridas a los catalanes, mientras el debate ha despertado una gran expectación internacional. Ha sido tanta la repercusión mediática que los grupos animalistas han promovido otra iniciativa similar en la Asamblea de Madrid, cuyos gobernantes defienden públicamente las corridas pero afirman respetar a los que se oponen. Como dicen en Ventanas del Falcón, Cataluña ama los toros y Esperanza Aguirre a sí misma.
Mientras escribo estas letras parece que ya quedan pocas voluntades que ganar y, sin embargo, nadie se atreve a dar un pronóstico rotundo aunque los animalistas dicen oler el triunfo y los partidos políticos hablan de victoria histórica o merma de la libertad en función de sus intereses y de la postura que han defendido estos meses.
Personalmente estoy de acuerdo con la prohibición de las corridas de toros, así como de cualquier otra fiesta en la que se maltrate a un animal públicamente (aunque me hubiera gustado que la abolición hubiese llegado de forma más natural, fruto del avance de la civilización, de la mano de una mayor educación y sensibilidad). Soy consciente de que esta cuestión es una de las que me separa del "kif", pero tengo mis motivos y me gustaría que él expusiese los suyos. No obstante, desearía que este debate fuese público y que en el Pleno de nuestro Ayuntamiento se debatiese la propuesta que presentó el Grupo Municipal de EUPV-Els Verds, en la que pedímos que Ibi sea declarado pueblo amigo de los animales.
Mientras conocemos lo que decide el Parlament, os invito a conocer lo que dio de sí la reaparición del toro "Ratón", conocido por la cantidad de muertos y heridos a sus espaldas por los festejos de toda España.