Transitaba el mes de noviembre del año pasado y tras igualar en dos, en su estadio y ante el Chelsea, el Atlético de Madrid sentenciaba su eliminación de la Uefa Champions League, certamen en el que tras las victorias conseguidas ante el Panathinaikos griego (2-3 y 2-0) en la fase previa, se despedía habiendo sido incapaz de ganar un encuentro.
Semanas después, el conjunto londinense y el Porto ocupaban los dos primeros puestos y accedían a los octavos de final, mientras el Atlético digería su premio consuelo: jugar los dieciseisavos de la Europa League, derecho que habia adquirido al quedarse – por diferencia de goles respecto al APOEL chipriota-con el tercer lugar.
A esta altura, la temporada “rojiblanca” no venia siendo nada buena. Tras la derrota del 13 de diciembre ante el Villareal (1-2), en el Vicente Calderón, el elenco conducido por Quique Sánchez Flores ocupaba la 14º posición en la tabla de posiciones de la Liga, sólo a un punto de la zona de descenso. Con tres victorias, cuatro empates y siete derrotas repartidas en catorce jornadas.
La hinchada madrileña oscilaba entre la indiferencia, el enfado, la desilusión y el hartazgo. El cambio de entrenador no había surtido el efecto esperado desde la dirección del club y el equipo, al margen de los números, no distaba mucho del que venia siendo en cuanto a rendimiento.
Llegaban las fiestas y tras un breve receso, la ilusión de comenzar un 2010 de una manera distinta. El primer gran desafió era revertir el 0-3 ante el Recreativo de Huelva por los octavos de final de la Copa del Rey. Proeza que lograría en una noche épica, sin necesidad de prorroga y con una gran actuación de Agüero (5-1).
Eran tiempos en los que, vaya paradoja, parte de los aficionados criticaban la sequía goleadora de Diego Forlán, quien comenzaría su reivindicación en la victoria ante el Sporting Gijon, tres días después. Habiendo sumado 10 de 12 puntos posibles, el Atlético continuaba con su recuperación.
Comenzábamos a transitar el mes de febrero y aun con vaivenes muy marcados, el Atlético (que ya había eliminado al Celta de Vigo) se jugaba el pase a la final de la Copa del Rey. Instancia a la que finalmente acudiría, tras dejar en el camino al Racing de Santander (4-0 en la ida y 2-3 en la vuelta). El club llegaba a una final tras diez años de abstinencia.
Tras haber eliminado al Galatasaray, en ronda de dieciseisavos y al Sporting de Lisboa, en octavos, el Atlético también se encontraba a mediados de Marzo, en cuartos final de un certamen al que en su momento había mirado con resentimiento, la Europa League.
En tanto en la Liga, el equipo seguía con su paso irregular. Tras vencer 2-0 al Mallorca y a falta de diez jornadas para el final, marchaba 8º (mejor puesto de todo el campeonato) a cinco puntos de la zona europea (6º At.Bilbao 42 puntos) y a diez de la Champions (4º Mallorca 47).
Jueves 11 de Abril: tras empatar sin goles ante el Valencia, el Atlético hacia valer los goles de visitante conseguidos en Mestalla y se clasificaba a las semifinales de la Europa League. Tan solo una semana después, perdería por Liga, ante el ultimo, el Xerez de Gorosito.
La increíble irregularidad seguía instalada. Y aun habiendo convivido con ella durante toda la temporada, el Atlético de Madrid disfrutaba del privilegio que le significaba recibir en su estadio al legendario, aun en horas bajas, Liverpool, al cual vencería por la mínima diferencia gracias al tanto de… Diego Forlán
El mismo que tan solo una semana después, logro hacerse eterno en el mítico Anfield Road, dándole a su club la posibilidad de volver a disputar una final europea 24 años después de la última, en 1986, en el Stade Gerland y ante el Dynamo de Kiev, por la antigua Recopa de Europa.
Décimo en la Liga, tras la victoria del ultimo fin de semana ante el Tenerife, a nueve puntos de la zona Europa League, once puntos por encima del descenso y con la posibilidad de obtener un doblete inédito: Europa League (12 de mayo, frente al Fulham) y Copa del Rey (19 de mayo, ante el Sevilla).
Así se encuentra hoy el Club Atlético Madrid, tras haber comprobado que aun en la irregularidad, siempre se puede aspirar a más.