Revista Cultura y Ocio

Los valientes, por Roberto de Paz

Publicado el 13 diciembre 2015 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Los valientes, por Roberto de Paz Editorial Salto de Página. 257 páginas. 1ª ediciones de 2015.
Conozco a Roberto de Paz (Madrid, 1982) de internet. Hemos coincidido más de una vez en Facebook o en blogs de literatura. Es cierto que nos vimos una vez en persona, en una presentación; pero yo no estaba seguro de que fuera él y no llegué a saludarte. Luego, a través de la red (nuestro medio natural para relacionarlos) ya me contó que a él le había pasado algo parecido. Hace unas semanas quedé en la librería-bar Tipos Infames de Malasaña con su editor actual, Pablo Mazo, para tomar algo y pasarle mi novela Los insignes. Pablo me regaló el libro de Roberto, recientemente publicado. A éste último también le envié Los insignes, y creo –por lo que me contó a través del chat de Facebook- que las impresiones fueron positivas.
El protagonista de Los valientes es Tirso, un treintañero que ejerce de trabajador social en uno de los últimos veranos de un Madrid ardiente. Roberto de Paz también es trabajador social e imagino que habrá usado su experiencia laboral para ilustrar más de una de las anécdotas que sobre esta profesión recorren el libro. Tirso empieza después de años a cuestionarse su trabajo: “Cómo se sienten las personas cuyos empleos están libres de consideraciones éticas y existenciales.” (pág. 21)
A Tirso le acaba de dejar su novia, y este hecho parece actuar como un motor de impulso para acercarle a su pasado. A través de capítulos que alternan el presente con la historia familiar de Tirso vamos conociendo al resto de personajes: Julia, la madre, fue una destacada licenciada en Físicas, que se casó con William Gibbons, el primer astronauta británico, que murió en 1986, en el accidente del trasbordador espacial Challenger (si bien el Challenger de esta novela se desintegrará al reingresar en la Tierra tras realizar su décima misión y no en el despegue, como ocurrió en la realidad). En la actualidad Julia ha dejado atrás su pensamiento científico y trata de encontrar la presencia de su marido en universos alternativos, a través de las continuas fotografías de los espacios de su casa. David, el hermano de Tirso, también estaba presente en la estación de Robledo de Chabela para ver en directo como su padre volvía a la Tierra cuando ocurrió el accidente. David tiene un carácter introvertido, y junto a su hermano se aficionó de niño a los grupos scouts. Esta afición le llevará a la escalada, hasta que acaba teniendo dos accidentes serios que le llenarán de culpabilidad. En el presente de la novela vive encerrado en un bajo, tratando de encontrar una máquina que consiga el movimiento perpetuo. Otro de los personajes será Helena, vecina de Rosa, la tía de Tirso y David en Alcorcón, ciudad del sur de Madrid a la que se trasladará a vivir Julia con sus hijos después del accidente en el que ha perdido a su marido. Helena es hija de un padre maltratador, y al comienzo del libro, cuando aún el lector no conoce a los personajes,  tienen lugar dos escenas claves, que cobrarán significado, una vez lo acabe: Tirso intentó en el pasado vengarse del padre de Helena, por el daño que le había causado a ésta, y en el presente vuelve a estar dispuesto a terminar el trabajo que dejó inacabado de adolescente.
Los valientes está narrada en tercera persona y en la mayoría de las páginas se acerca al punto de vista de Tirso, pero también nos narrará el pasado de Julia en la sierra de Cádiz o la importancia que tuvo para David la escalada en su formación personal. Helena, David y Tirso han formado desde adolescentes un triángulo amoroso: Tirso creció enamorado de Helena y ésta de David, quien dejó embarazada a una chica y muy joven tuvo que empezar a trabajar en la construcción.
Uno de los recursos estilísticos que más llaman la atención de la prosa de Roberto de Paz es el de la comparación. Continuamente en el texto la realidad descrita se compara con algo más, lo que le dará a la realidad propuesta su tono sensorial. En más de un caso estas comparaciones tienen que ver con el ámbito de la ciencia ficción, género literario al que Tirso parece aficionado. Así el calor de Madrid es como el de los desiertos de Dune, opina Tirso. Y un poco después se dice: “A dejar la ciudad como una maqueta de plástico achicharrada con un soplete.” (pág. 21). En la página siguiente leemos: “Las pintadas que trepan por los muros como enredaderas.”, y “Sigue caminando, y como si las aceras fueran cintas trasportadoras para acercarle de manera imperceptible a su destino, cuando quiere reaccionar está a pocos metros de casa.” En la misma página, Tirso ha pensado que se ha llegado a convertir en el Alex de La naranja mecánica. Vemos que en solo dos páginas podemos encontrarnos dos referentes muy claros de la ciencia ficción: Dune y La naranja mecánica y además tenemos en la novela ese detalle tan extraño para la biografía de un personaje que se ha criado en Alcorcón: un padre astronauta y muerto en el espacio. El tono de la novela es realista, pero no debemos olvidar estas pequeñas señales que se están sembrando en el texto: como ocurre en las novelas realistas de Michel Houellebecq, el final de Los valientes (esas personas que han descubierto que lo realmente valiente es huir) se adentra, aunque sea mínimamente, en la ciencia ficción apocalíptica, y se une así –cuando uno ya no lo esperaba- a la propuesta de otras obras del catálogo de Salto de Página sobre el agotamiento de los recursos y la necesidad de la autosuficiencia.
Como lector, me resultaba reconfortante reconocer casi todos los espacios físicos en los que Roberto sitúa a sus personajes: cuando Tirso pasea por Callao, por ejemplo, y se acerca a un quiosco, puedo ver exactamente de qué quiosco está hablando. O, lo que para mí es aún más curioso, cuando habla de Alcorcón y de la estación de metro Joaquín Vilumbrales, también conozco el lugar bastante bien. Quizás este comentario no sea pertinente, o incluso absurdo, para un lector de fuera de Madrid, pero lo que reconocerá seguro cualquier lector español es el trasfondo histórico-social sobre el que la novela está escrito: los años del pelotazo y los posteriores de la crisis: “Los compañeros de obra de David se empleaban a fondo los fines de semana para dilapidar parte del maná que fluía del ladrillo. Llenaban los centros comerciales, compraban alegremente coches que sus padres sólo se habían permitido tras veinticinco años de vida laboral. España iba bien, eran buenos tiempos y todo estaba a un simple movimiento de tarjeta de crédito.” (pág. 97). “David se fija en el anuncio de la inmobiliaria y recuerda que no hace tanto formó parte de esa locura colectiva.” (pág. 106). “Suelta el aire despacio y durante varios segundos, sólo durante dos o tres, no más, se descubre de acuerdo con la facción neoliberal que tanto detesta, con los mismos que han dejado de ingresarle el sueldo, con los que perciben los servicios públicos como un despilfarro intolerable, como algo cuya gratuidad amenaza la viabilidad del sistema, incluso los valores del esfuerzo, del trabajo duro.” (pág. 111)
Entre las personas a las que Tirso ha de atender como trabajador social aparecerá Rudo, un anciano de más de noventa años que le propone contratarle (sabe que Tirso escribe o al menos lo hacía) para redactar su biografía. Rudo pone en contacto a Tirso (y más tarde a David y Helena) con un grupo de personajes curiosos, el Club de los Oficios Inútiles. Rudo irá contando su vida a Tirso, episodios que tienen lugar al fin de la guerra civil española, en el Caribe o en Israel. Esto hace que la novela se abra a más relatos, al estilo de las propuestas de Roberto Bolaño, y dé más colorido a las páginas de Los valientes. Como posible punto flojo de la narración podría apuntar que al principio, cuando las escenas saltaban de la vida de Tirso como trabajador social, a las escenas claves de su pasado, y de nuevo a las escenas del presente en que las que se hablaba de su relación con su hermano, su madre o Helena, no tenía muy claro hacía dónde quería ir la novela. Digamos que no estaba seguro de que Roberto de Paz hubiese planteado una historia con una trama precisa que hiciera avanzar la historia -para el lector- hacia una conclusión. Es cierto que leía el libro con agrado –está escrito con un estilo ameno- pero ¿hacia dónde va  esta historia después de habernos presentado a los personajes?, me preguntaba. Según me acercaba hacia el final, y habían aparecido sobre la escena narrativa las historias de Rudo, todo comenzaba a cobrar más forma, y a tensarse los hilos que podían haber estado hasta entonces un poco sueltos, y al final los conflictos del pasado quedarán más o menos resueltos y la novela terminará –como ya he insinuado antes- con un final sorprendente, siendo Los valientes una narración agradable, levantada sobre los mimbres de nuestro pasado más reciente, pero que indaga también en pasados más remotos y nos adentra incluso en futuros aún más inciertos.


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