Los volcanes son una manifestación de la "respiración de la Tierra" que fascinan y aterrorizan al ser humano desde hace siglos. Ilustran mejor que cualquier otro fenómeno, y a veces de forma espectacular, la fuerza de la naturaleza.
Ningún fenómeno, ni tsunamis, ni terremotos, ni temprestades... ha creado tantos mitos, símbolos, leyendas o supersticiones como el fuego que emana de la tierra.
En algunas civilizaciones las erupciones eran consideradas la manifestación de la cólera de los dioses, mientras que en otras se consideraba a los volcanes una fuente de vida y una señal divina. Por ejemplo, para los masai de Tanzania el Ol Doinyo Lengai es conocido como la montaña de dios y sus erupciones simbolizan la ira de la divinidad Engai.
Cuando pensamos en un volcán, la primera imagen que viene a la mente es una montaña en forma de cono truncado emitiendo coladas de lava que corren por la superficie como ríos rojos. Desde el punto de vista de la física, un volcán es el lugar por donde salen a la superficie los gases y materiales fundidos del interior de la Tierra o de cualquier planeta.
La erupción se produce cuándo el magma (mezcla de gases, roca fundida y minerales sólidos) asciende hacia la superficie por su menor densidad respecto al material rocoso que lo rodea. Así, la imagen que nos viene a la mente es solo la acumulación de los productos de las erupciones alrededor del punto de emisión que recibe el nombre de edificio volcánico.
La palabra volcán está rodeada por interesantes metáforas, como la que lo compara con un gigantesco animal enfermo cuyos síntomas se expresan en forma de fiebre, tos y vómito. O el que compara al volcán con un demente al que no se le puede colocar una camisa de fuerza. Lo único que podemos hacer es auscultar su rápido corazón y predecir cómo se comportará en las próximas horas. Con ello, ganamos tiempo para alejar de él a las personas.
O decir que los volcanes son un tubo de escape. Es una especie de chimenea que utiliza el planeta para librarse de las sustancias que le estorban como el magma.
Actualmente se producen en nuestro planeta entre 100 y 150 erupciones al año; solamente dos o tres son violentas y, por tanto, peligrosas para los seres humanos. El fondo del océano esta recorrido por unas cordilleras dorsales compuestas por volcanes submarinos, en lo que podemos considerar como un sistema volcánico continúo. Aunque el 60% está situado en el llamado "cordón de fuego" del Pacífico (un anillo alrededor de este océano que se extiende desde el sur de Chile al Oeste de Estados Unidos, Japón e Indonesia), no hay que despreciar la actividad de la cuenca mediterránea, donde el Etna (Italia) es el más activo.