Desde hace más de dos siglos deslumbran en todo el continente, su actual portadora es S.M. Silvia, reina consorte de Suecia, esposa de S.M. el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, descendiente del mariscal Bernardotte, aquel que luchase al lado de Napoleón Bonaparte.
10 de Diciembre de 1984, entrega de los Premios Nobel, desde la remota Buenos Aires, me hallo pegado a la pantalla del televisor, motivo: mi primo Cesar Milstein recibía el premio Nobel de Medicina, mi mayor sorpresa fue el primer plano de la reina Silvia, luciendo el más prestigioso aderezo de la casa real, antes mis ojos el aterciopelado azul de los zafiros bailaba al son del destello de los diamantes, en lo más profundo de mi ser me sentía homenajeado por la elección de las joyas que había hecho la soberana para lucir en aquella ocasión.
En 1806, Eugenio de Beauharnais, contrae matrimonio con la princesa Augusta de Baviera, hija del Rey Maximiliano I, la madre del novio es la emperatriz Josefina de los franceses, y su padre adoptivo el emperador Napoleón I, con tal motivo los regalos hacia la joven desposada son de una magnificencia indescriptible, realizados por Nitot, el joyero imperial, se hallan entre estos presentes el fantástico juego de joyas.
Compuesto por una tiara totalmente flexible, lo cual permite llevarla más abierta o cerrada como una pequeña corona, se halla formada por 23 elementos completamente realzados por diamantes montados en plata. Y toda esto a su vez en una base de oro.
Llevando el sello indiscutible de este período, los elementos representan palmetas estilizadas y hojas de laurel, todos ellos llevan en un centro 1 diamante, 11 de estos elementos que se intercalan lucen 1 diamante central más grande y sostienen en su parte superior un zafiro rodeado de diamantes.
Estas fantásticas gemas son de talla redonda u ochavada, y tienen en común su color casi perfecto, en sus 40,3 cm. de largo y sus 7 de alto.
El magnífico collar se halla compuesto por 14 zafiros rodeados de diamantes montados en plata y oro separados entre sí por un brillante, de los nueve zafiros centrales penden otros zafiros enmarcados en las mismas piedras lo cual le da al conjunto un aspecto totalmente majestuoso, resaltando el motivo central ligeramente más importante, la circunferencia del collar es de 41,7 cm.
Un broche formado por un zafiro de gran envergadura repite el diseño del collar enmarcado en una doble hilera de diamantes, la que le rodea completamente más pequeña y la externa con piedras más importantes.
La historia no sabe precisar con exactitud si la parure constaba de un par de pendientes, se dice que fueron extraviados, se sabe que la reina Victoria, nacida princesa de Baden, esposa del rey Gustavo V de Suecia, opinaba que la dignidad real era otorgada por Dios y ningún poder mundano podía arrebatarla o renunciar a ella. de ahí no es de extrañar que dijese que las mujeres decentes no llevaban perforadas las orejas, nunca se la ha visto luciendo pendientes, quizás ella los transformó en otra pieza.
En 1930 al fallecimiento de esta su nuera, la princesa heredera Luisa tomará dos de las cuatro horquillas de las que constaba la parure y mandará a realizar un par de pendientes suspendidos de dos brillantes para así completar el aderezo.
La casa real sueca ha tenido una de las mayores y más completas colecciones de parures las cuales se han ido dispersando en sucesiones y obsequios de boda, parte de estas piezas se hallan hoy día en las casas reales de Noruega y Dinamarca, otras piezas las que puede las está recuperando el actual rey comprándolas a familiares.
Este juego lo recibe en herencia el rey OscarII, nieto de la reina Josefina heredará la parure, si bien su esposa Sofía parece ser no la ha llevado nunca la transmite en 1881 como regalo de bodas a la princesa Victoria de Baden, quien con sapienza la integrará a la Fundación Bernardotte para así asegurar el futuro de esta joya y que no abandone la familia.
Completando la información, la reina Josefina ha sido pintada con la base de la tiara pero en lugar de los zafiros, perlas en forma de gota invertida, sabemos que los zafiros se pueden quitar y reemplazarse por otras piedras o perlas, al día de hoy quizás no se haga para no dañar la pieza.
La actual princesa heredera Victoria ha lucido el broche y los pendientes de la parure una sola vez, de momento es la deslumbrante belleza de origen latino de la actual reina la que luce el juego al completo, Silvia Renata Sommerlath, de padre alemán y madre brasilera de origen español, quien el próximo año festejará sus cuatro décadas como reina de este bello país.
PABLO J. MILSTEIN