"El gato dormitaba junto al horno. La tía guardaba silencio cuando escuchaba el consejo que le llegaba de todos lados:
-¡Que Itche vaya a trabajar en una fábrica textil!
Nunca habría creído el tío Itche que en su vejez cometerían con él semejante bajeza.
-¡Conviértete en obrero de una vez! ¡Viejo tonto! -le insistían"
Realizar el Reto 'Autores de la A a la Z' tiene muchas ventajas. Una de ellas es la necesidad de buscar autores cuyo nombre o apellido con el que se le identifica comience por determinada letra. La 'K' es siempre complicada de cumplimentar, pues además de Kafka y algunos escritores orientales pocos más lo portan. Por esto cuando en la última Feria del Libro de Madrid me detuve en la caseta de la editorial zaragozana Xórdica y vi la novela de Moyshe Kulbak dije para mí: "lo encontré". Tomé el libro en mis manos y comencé a hojearlo. Quien atendía al público, al detectar mi interés, amablemente se dirigió a mí y me explicó la génesis de Los Zelmenianos, su primera escritura en yiddish, el malhadado destino de su autor al caer en desgracia estalinista, la ignorancia en España de este título hasta que en 2016 la editorial Xórdica la publicó en traducción de Rhoda Henelde y Jacob Abecasís directamente desde el yiddish, y otra serie de informaciones más.
Todo esto que digo me contó el vendedor; tan bien lo hizo, que me convenció y procedí a adquirir la novela. La he leído, la he disfrutado, me ha mostrado aspectos de la primera URSS que desconocía, y he transitado por tres generaciones de judíos bielorrusos a lo largo de unos setenta años. Una grata experiencia.
Los Zelmenianos es una novela de Moyshe Kulbak a la que, como digo, he llegado de carambola, casi sin proponérmelo. Sin embargo el resultado ha sido bueno pues la historia me ha parecido interesante y el estilo utilizado en ella también me ha resultado curioso. Pese a estos dos rasgos (historia y estilo) confieso que en ciertos momentos me ha supuesto cierto esfuerzo avanzar en el libro. He logrado culminarlo y ahora ya, desde la cumbre de la novela acabada, creo que la historia merece y que la peripecia vital del autor debe de ser conocida, admirada y sí, también, llorada.
En fin, estamos en la Rusia soviética que está llevando a cabo la instauración de programas de colectivización superada ya la guerra civil que siguió a la primera guerra mundial, conflicto bélico durante el cual se produjo la Revolución de 1917. En esos años de colectivización obligada por las autoridades estalinistas (1928-1933) se está realizando la verdadera revolución que romperá la unidad dentro de las comunidades. En el caso de la novela de Moyshe Kulbak la comunidad (el ) está radicada en Minsk y es de judíos askenazis bielorrusos dedicados a artesanías liberales (relojería, sastrería, carpintería, curtiduría...); este tal reb Zélmele levantó el patio junto a su esposa, la abuela Bashe, 70 años atrás.
Lo que se nos cuenta en Los Zelmenianos es la historia de los cuatro hijos que tuvo esta pareja y la de sus nietos, los hijos de estos cuatro. Cómo los ideales de reb Zélmele cayeron empujados por un supuesto progreso que imponía el maquinismo, el Cine, la industrialización, la electricidad, el mundo fabril que iba contra el trabajo individual artesano que era lo que practicaban estos judíos (sastre, relojero, carpintero...) tenidos por esto como kuláks, pequeño-burgueses contra los que había que ir. El choque y la incomprensión se produce entre los cuatro hijos de reb Zélmele ( tío Itche, tío Zishe, tío Yuda y tío Folie) y sus propios hijos y sobrinos. La manifestación de este distanciamiento, ruptura generacional entre padres e hijos viene significada en el alejamiento de la práctica religiosa de los jóvenes ("bribones") respecto de sus mayores. Así Sonie y Tonke, hijas de tía Guite y tío Zishe, se emparejan y tienen hijos con gentiles, algo que sus padres y tíos no comprenden pero deberán aceptar. Incluso, una de ellas, Tonke, regresará al patio tras una larga estancia fuera de casa sola y con un bebé en sus brazos.
Hay una fuerte crítica al sistema comunista que se está imponiendo desde arriba con la aceptación forzada de los súbditos. Entrar en el Partido, hacerse funcionario de las diferentes agrupaciones socialistas comunitarias que están surgiendo es una buena cosa para sobrellevar estos súbitos cambios. Así Bere, hijo de tía Málkele y tío Itche, al volver de la guerra se hace policía y en el será la autoridad a quien consultar cuantas acciones se realicen allí. Incluso Bere, casado con Jáyele, la hija de tío Yuda y tía Hesie, se negará a ponerle el nombre judío de Zalmen a su hijo; a cambio le pondrá el nombre de Marat. La justificación que da para evitar el nombre del abuelo es ciertamente insidiosa:
"Aún he de reflexionar sobre el nombre, pero en cualquier caso el niño no se llamará Zalmen, debido a que el abuelo reb Zélmele fue, según muchos indicios, un kúlak, un campesino rico, y además no tengo del todo claro de dónde sacó el dinero para construir el patio. Sí, realmente, ¿de dónde?"
Sobre este abandono de la tradición y el choque padres-hijos se ve cómo al morir el tio Zishe, su yerno, Pavel Olshevski, no judío marido de Sonie, le pregunta a ésta por cuestiones religiosas demostrando su más absoluta ignorancia. Hay que recordar que este casamiento fue algo que siempre enfadó a Zishe hasta el punto de haber sido el desencadenante de su fallecimiento.
En el extremo opuesto de estos "jóvenes bribones" están los padres y tíos "juiciosos" cuya vivencia del judaísmo en sentido pleno puede verse en muchos momentos. Uno de ellos muy evidente y significativo se da cuando el tío Yuda decide abandonar el patio y prepara su equipaje:
"metió el taled y las filacterias, el violín, una libra de pan, un par de cebollas, en fin, todo lo que necesita un ser humano para emprender viaje."
En cuanto al estilo utilizado hay que decir que en la época en que Moyshe Kulbak publica por entregas los episodios que componen Los Zelmenianos los escritores sufrían una fuerte presión para que abandonasen cualquier experimentalismo literario y se acomodasen a la línea oficial del realismo socialista. En la novela se encuentran manifestaciones de ambas tendencias, si bien predomina la del realismo socialismo que poco o nada dejaba a la imaginación libre del lector.
Experimental es la ruptura de la linealidad gráfica de un párrafo acercándolo a la formalidad propia de los metros poéticos. La finalidad claramente es la de imprimir ritmo fónico a la expresión:
"El salón está envuelto en la penumbra. Tsalke el del tío Yuda, con los codos apoyados en la mesa, fuma un cigarrillo de liar. Contempla como salen a empujones, entre risas,
a través de
la puerta,
los
ocho
bribones."
Respecto a esta y otras innovaciones dentro de la novela hay instantes muy logrados. Así en el capítulo 16 del libro 2, y también en otras partes del libro, el autor escribe una prosa rítmica, con recursos propios de la lírica. Es una prosa que a retazos más o menos regulares repite una secuencia fónica ("Noche cálida"/ "Noche oscura. Tierra negra, tejados negros, en vísperas del brote de los tonos verdes" / "La Osa Mayor, vista del revés, cuelga del cielo en el lado norte del patio")
Algunos otros vanguardismos utiliza Moyshe Kulbak, pero, como digo, predomina la línea realista que el socialismo real imponía en arte y literatura. En este sentido, y pese a todo, también el escritor bielorruso consigue momentos de elevada belleza, aunque a veces, quizás por esa imposición estética, algo almibarada:
"En las márgenes del patio de reb Zélmele se han formado alegres regueros burbujeantes de vísperas de primavera, y sobre las paredes pasean retazos soleados. El patio se va despojando de las sucias nieves como un ave se sacude las gotas de lluvia"
Moyshe Kulbak. muestra en Los Zelmenianos su total oposición a arrancar por la fuerza las tradiciones. Él, judío askenazi como los personajes de su relato, no se opone a lo bueno del Nuevo Orden comunista, pero sí denuncia las barbaridades que en su nombre se estaban cometiendo. Ese enfrentar generaciones entre sí, hijos con padres, hermanos con hermanos sólo por razones ideológicas disgusta al escritor bielorruso. Todo esto lo expone con suma claridad en esta narración. Y por esto no fue del agrado de las autoridades, las cuales en 1937 retiraron del cartel la representación de una obra suya por, según estos funcionarios, presentar "demasiados mendigos y barbudos abandonados, y demasiados pocos proletarios".
Hasta que se produjo su caída en desgracia en ese año de 1937 su producción literaria había sido aceptada dado que mostraba las tradiciones y el folclore del pueblo judío sufriendo muchas veces bajo la opresión zarista. Sin embargo cuando en 1931 se publica en Moscú el primer libro de la novela titulado "Los Viejos" y en 1935 en Minsk el segundo de nombre , ambos escritos en yiddish o judeoalemán, idioma perteneciente a las comunidades judías asquenazíes tanto del centro como del este de Europa, comenzó a ser mal mirado por los mandatarios quienes en 1937 lo encarcelan, enjuician por subversivo y lo condenan a muerte. Su esposa también sufriría cárcel durante diez años. A ella, de nombre Zelda, le dirán cuando la liberen en 1946 que "Moyshe Kulbak halló la muerte en 1940 por extenuación".
Para finalizar
No quisiera cerrar esta reseña sin señalar la innegable veta humorística que aflora no pocas veces en esta novela. Así no he podido por menos que recordar la película Tiempos modernos de Charles Chaplin cuando el tío Zishe, que era persona respetable y burguesa "se sintió empujado con todos los demás, comenzó también él a gritar algo y por un instante pasó por su imaginación que él también era un bolchevique, ¡estaba marchando detrás de la bandera roja!". Cuando es consciente de su desatino, se marcha de la manifestación a través de una callejuela lateral. Mi evocación de Charlot al frente de una manifestación obrera me hizo sonreír; más tarde, comprobando fechas, vi que la película de Chaplin apareció un año más tarde que la segunda novela de Kulbak. ¿Quién influyó a quién? Está claro.
La ingenuidad de estos judíos artesanos liberales la muestra el judío Moyshe Kulbak presentando a otro de los tíos, el tío Itche, disfrutando de manifestarse como representante de los artesanos independientes portando en sus manos un ramo de flores para entregar a un comandante del Ejército Rojo. ¿Artesanos independientes en la Rusia soviética estalinista? ¡Qué humorada!
También hay humor en la referencia metaliteraria que el propio autor hace de sí mismo poniendo en boca de Tonke un poema suyo. El propio novelista se identifica como zelmeniano, o sea, judío de los Viejos, en palabras de Tonke:
"Hay una canción de un poeta zelmeniano de nombre Kulbak, que siempre me ronda por la cabeza:
Esta misma Tonke, en el libro segundo cuando vuelve al patio con un hijo sin padre en sus brazos, es requerida por la vieja esposa del bedel de la sinagoga, la tía Neje, y por Ester, la maestra de caligrafía, para que les diga el nombre del padre de su bebé. Ella se revuelve y les dice que era un buen bolchevique y además gentil. Ellas le proponen que se case con un judío para solventar la situación. ¿Por qué no con Tsalke? Al negarse ella, muchos de los del patio dicen cosas como que rezando nadie se ha quedado embarazada
"Por rezar sus oraciones nocturnas, tío [al tío Zishe, su padre], ninguna mujer se ha quedado encinta."
Humor y metaliteratura, una buena combinación que es fácil que pasara desapercibida para no pocos lectores.
Muy humorístico me ha resultado el consejo que tío Yuda le da a su hijo Tsalke, tantas veces suicida quedado en el intento. Le dice que mejor que seguir siendo sólo intelectual, gran conocedor de la Torá, se hiciera bolchevique: "Si te haces bolchevique, vas por ahí con la bandera, y dices lo que hay que decir... [...] Tú eres una persona, bendito sea Dios, que maneja una pluma. Tú escribes, explicas, y entonces , ¿por qué no demostrarles que en realidad están equivocados, eh?..." Y a renglón seguido, aunque alaba que se derrocara al zar, critica que ahora, en ese preciso momento, se persiguiera todo lo judío.
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Con "" Los Zelmenianos de Moyshe Kulbak avanzo en la consecución de los retos Autores de la A a la Z" y el de Nos gustan los clásicos".