Revista Arte

Lotte Reiniger

Por Dollida
Charlotte Reiniger (1899-1981) fue una cineasta y musa de la vanguardia alemana de los años 1920. En ella se encuentran los orígenes del mundo del cine animado, del que se enamoró en su adolescencia: Dedicó tres años de su vida a crear el largometraje animado Las aventuras del príncipe Achmed, estrenado en 1926. Mantuvo lazos estrechos con los círculos culturales del Berlín de la época: creó el decorado de algunas representaciones en el teatro Volksbühne, conoció a Bertold Brecht y rodó varios cortos publicitarios. Por sus películas de animación, casi siempre dirigido al público infantil, siempre sobre argumentos de raíz popular, recibió infinidad de aplausos y premios. De su film Papageno (1935), Jean Renoir dijo que era el mejor equivalente óptico a la música de Mozart.
Melómana apasionada, hizo bailar sus siluetas al compás de infinidad de óperas, como Carmen, La flauta mágica, Cosi fan tutte y Las bodas de Fígaro. Le preocupaba más la creatividad en el cine que la técnica, por lo que hizo avanzar cinematográficamente el teatro de sombras, un género que hunde sus raíces en Asia desde hace ya mil años. Su talento único no ha tenido sucesor en este terreno.
Su fantasía no se parece en nada a la fantasía tecnificada y, a veces relamida de Disney. Su magia reside en la imperfección, en el «hecho a mano», en las limitaciones técnicas y factura artesanal, que dejaba la magia a la imaginación el espectador.

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