Revista Música
Hace unos meses Lou Reed vino a Palma para dar un concierto en un teatro de la ciudad, siendo ésta la única escala española de su, por otro lado bastante corta, gira europea. Por si eso fuera poco el bueno de Reed aprovechó la ocasión para presentar una exposición de algo (ahora no recuerdo de qué) en nuestro precioso (por fuera) museo de arte contemporáneo. Sin duda, muchos dirán que somos muy afortunados los palmesanos por recibir en exclusiva a tan ilustre visitante y, de hecho, eso mismo había pensado yo cuando unos meses antes de la visita había leído el anuncio en la prensa. Sin embargo, a juzgar por cómo fue despedido el neoyorkino de nuestra (en otros tiempos paradisiaca y en estos días abarrotada) isla, parece que los palmesanos no quedaron demasiado contentos con la visita, más bien diría que quedaron bastante cabreados o muy cabreados o muy pero que muy cabreados. Y no exagero ni un ápice cuando lo digo. Me resultó muy curioso (y muy divertido) ver como los cuatro periódicos locales, tan dispares en sus informaciones como lo son los intereses a los que sirven, por una vez coincidían en sus titulares y reseñas: Lou Reed salió de aquí poco menos que como el enemigo nº 1 de la ciudad. Tal era el cabreo de nuestra respetable prensa, la misma que tan aduladora se había mostrado en su recibimiento (y no la critico por ello), que lo más bonito que llamaron a Reed tras su estadía en la isla fue GILIPOLLAS. Así es, firmas de todos los signos, colores y calidades utilizaban ese grosero término para referirse a nuestro ilustre invitado. El motivo: parece ser que a sus continuos desplantes y la actitud chulesca que exhibió durante los actos a los que asistió. Para colmo de males, el concierto - lleno total- que ofreció no fue en realidad un concierto de Lou Reed, sino del Metal Machine Trio, formación liderada por Reed que se dedica a interpretar exclusivamente el disco instrumental y experimental que el neoyorkino grabó en 1975 bajo el título de “Metal Machine Music” - y que yo no he escuchado ni creo que lo vaya a hacer. Por ello no es extraño que la mayoría del público asistente (despistados que esperaban escuchar “Walk On The Wild Side” o “Perfect Day” y bastantes más para los que el único interés era figurar o estar ahí, siendo la música algo secundario), saliera bastante decepcionado, cuando no espantado, por lo que acababan de presenciar. Lo cual no hizo sino aumentar las iras contra nuestro simpático protagonista.
En cuanto a mí, yo no asistí ni al concierto ni a ninguna de las exposiciones o actos públicos. Sinceramente, no me va el tragarme una hora y media de música experimental por mucho que la firme Lou Reed, por lo que no puedo decir si el concierto fue un coñazo o no (aunque lo imagino), sin embargo creo que la gente que asistió no tenía ningún derecho a protestar o a sentirse decepcionada pues se advirtió hasta la saciedad, incluso a la propia entrada del teatro, que se trataba de un concierto exclusivamente instrumental del Metal Machine Trio. Si alguien esperaba otra cosa, no debió haberlo hecho porque no tenía motivos.
Y en cuanto a las exposiciones y demás cuestiones, lo único que yo sé de Reed es que es un buen músico con algunos discos a sus espaldas que me encantan, pero no sé nada, ni me interesan, sus otras facetas, si es que realmente las tiene (fotógrafo, documentalista, chulo - ahora he recordado de qué se trataba), y mucho menos su vida privada o su forma de ser. No me interesa eso de ningún músico (entre otras cosas porque así me evito el cogerles manía). Sólo música. Por ello, aunque me hizo gracia y me llamó la atención la reacción de la prensa – aceptemos que se comportó como un gilipollas – eso no hizo que el respeto que siento por él como músico disminuyera. Este fue el caso de un columnista al que leo de vez en cuando (y de quien tenía buen concepto), que llegó a decir que Lou Reed no sólo era un impresentable como persona sino que además era un mal músico que no había hecho nada mínimamente bueno en toda su vida y que se dedicaba a vivir y explotar su imagen de intelectual fruto de su relación con Andy Warhol (probablemente otro gilipollas - esto lo digo yo). Y no, amigo. Por ahí no paso. Por muy mal que te caiga no se puede decir eso de quien ha firmado discos como “The Velvet Underground & Nico”, “Transformer”, “Rock’n’Roll Animal” o “New York”. Del mismo modo que prefiero saber lo que hacen los músicos a parte de música, tampoco quiero conocer las opiniones musicales de gente a las que tengo cierta estima por otras facetas, porque ahí sí que el respeto se me va por los suelos, la música me pesa mucho.
“New York” (1989) fue mi primer disco de Lou Reed. Antes de eso sólo conocía el “Walk On The Wild Side” y algún tema de la Velvet, pero fue escuchar (como siempre, en Radio3) los primeros acordes de “Dirty Blvd” y quedar atrapado. Recuero que un compañero del colegio mayor me dijo “¡pero si este tío no canta, solo habla!”, quizás, pero debe hablar muy bien porque a mí me encanta y ese sonido básico de guitarra, bajo y batería le acompaña de puta madre en temas como “Romeo Had Juliet”, “There Is No Time”, “Sick Of You”, “Strawman” o “Last Great American Whale” formando una estupenda colección que sigo recuperando de vez en cuando.